5.1. La belleza educa, cambia, mueve. Volvamos entonces a la belleza, ya llegando al final de este recorrido, preguntémonos: ¿es ella algo opcional en la vida del hombre o tiene un relieve central? Dostoievski en El Idiota llega a afirmar que "El mundo será salvado por la belleza". El escritor ruso escribe, luego, en Los Demonios: "Yo declaro que Shakespeare y Rafael son superiores a la liberación de los campesinos, a la química, superiores a la humanidad entera, porque son el verdadero fruto de toda la humanidad". El Papa Juan Pablo II expone una afirmación semejante diciendo en su carta a los artistas en 1.999, que el estupor por la belleza lleva aquel entusiasmo que permite siempre alzarse y repartir. Un personaje de la película "Las vidas de los otros" exclama: "¿Cómo se puede ser malo después de haber escuchado esta música?". La belleza verdadera cambia, educa, mueve. Escribe San Justino, mártir y filósofo: "Todo lo bello nos interesa. El cristianismo es la manifestación histórica y personal del Logos en su totalidad. Por consiguiente todo lo que de bello ha sido expresado por quienquiera nos pertenece a los cristianos." 5.2. La belleza de los santos. La belleza ya redime desde ahora. Pensemos en la belleza de los santos. San Ireneo escribe que "la gloria de Dios es el hombre que vive". C. Moeller escribe que "la belleza del teatro sólo es superada por la belleza de los santos". Pensemos en la figura de Marguerite Barankitse, en su mirada luminosa. Ella que ha visto el rostro de la muerte, que ha visto morir tantos amigos, ha abierto un orfanato que ha hospedado más de diez mil niños. El Papa Juan Pablo II en la encíclica Veritatis splendor escribe: 5.3. La belleza de Cristo y de la Virgen. En Cristo la humanidad entera es redimida, la entera creación es redimida. “Yo hago nuevas todas las cosas” se dice de Cristo en el Apocalipsis. El hombre mismo es redimido, su yo disgregado es recompuesto y curado, como dijo Pirandello en la entrevista de1.936 a Carlo Cavicchioli. En Él sucede que un pueblo pueda dedicar su tiempo libre para edificar una catedral. Pensemos que una reciente investigación ha puesto al descubierto que el 84% del dinero empleado para la construcción de la Catedral de Milán provino de pobres trabajadores (entre estos también muchas prostitutas). Cristo es caridad en la verdad, verdad en la caridad. Cristo nos fascina con su belleza. La belleza permite tener juntas la verdad y la caridad, hace que no estén separadas: verdad sin caridad implicaría una selección y una actitud intransigente, caridad sin verdad se traduce en filantropía. Cristo es bello, bueno y verdadero. "Aquí eres faz meridiana |
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5. Lo Bello que salva