autor: | Laura Cioni |
fecha: | 1997-04-01 |
fuente: | Il nuovo Principe |
A sesenta años de la muerte, lo ha conseguido. El partido por el que Antonio Gramsci ha vivido, estudiado y sufrido ha llegado al poder en Italia, no por una revolución violenta, sino con una ocupación capilar, como él había enseñado, de todos los lugares antepuestos para la cultura (pensemos qué provocación y qué responsabilidad para las asociaciones católicas)
La figura de Antonio Gramsci, nacido en el año 1891 en Ales, provincia de Cagliari (Italia) y muerto en Roma el 27 de abril de 1937 , lleva consigo una lección de moralidad a cuyo atractivo es difícil sustraerse.
Después de haber realizado los primeros estudios en Cerdeña y ya partícipe de una cultura militante, con la lectura de las obras de Marx, Engels, Croce y Salvemini, en 1911 se traslada a Turín para asistir a la Facultad de Letras.
Conocerà a Toglietti e se inscribirà al Partido Socialista italiano. Sucesivamente, interrumpirá sus estudios universitarios y se dedica a una doble actividad, paralela y complementaria, una de carácter periodístico (columnas del “Avanti!”) y de publicidad, y otra de carácter político y de organización.
Ya, en 1919, es clara su concepción de la cultura, vista en relación con la consecución de la hegemonia politica y su idea de organización, como elemento principal de la revolución proletaria de los obreros y campesinos.
Desde 1921, o sea desde su creación participa al Comité central de Partido comunista y el año sucesivo es nombrado representante del Partido en Moscú, en el Comité Ejecutivo comunista internacional.
Hospitalizado por razones de salud, conoce a Giulia Schucht, una joven violinista que será su compañera por el resto de su vida y de la cual tendrá dos hijos: Delio y Giuliano.
Con la llegada del Fascismo, el Partido Comunista es substancialmente considerado ilegal y se veràn obligados a realizar su actividad de forma màs o menos clandestina.
Gramsci abandona Moscú y se dirige a Viena para seguir de cerca la nueva situación política italiana y se convierte de hecho en el jefe del partido.
En 1924, es elegido como diputado y se establece en Roma y llega a ser Secretario General del Partido que se viene organizando en “células”.
En 1926 es detenido ilegalmente (en cuanto poseedor de la inmunidad parlamentaria) por la policía fascista y es encarcelado a Regina Coeli y luego trasladado a Ustica, después a San Vittore en Milán. Su salud no es buena. En 1928 Gramsci es condenado a veinte anos de reclusión y viene trasladado a la prisión de Turi, en provincia de Bari, destinada a los detenidos con problemas de salud. En 1932 le viene reducida la pena a doce años de reclusión, pero sus problemas de salud se van empeorando lentamente; a éstos no ayudarán la ausencia de su mujer que permanece en Rusia con sus hijos. Obtiene la libertad condicional pero no conseguirá transferirse en Cerdeña como había previsto pues muere por una hemorragia cerebral en 1937.
Filosofia de la praxis
El primitivo influjo crociano y gentiliano de su cultura y después transformado por el influjo marxista-leninista hacia la filosofía de la praxis. Se puede afirmar que Gramsci represente, podría decirse, la vía italiana del pensamiento marxista y leninista en cuanto él lo leyó a la luz del neo-idealismo. La necesidad del concreto, la conciencia de tener que hacer cuentas con la realidad, cualifican todos los escritos de Gramsci, incluyendo aquellos de historiografía y de crítica literaria.
El aprende sobre todo del mundo obrero de Turín y antes de los campesinos de Cerdeña. Pero el momento más alto y en cierto sentido más heroico de la existencia de Gramsci se sitúa en los años de cárcel, en los que sus pensamientos van más allá de luchas políticas, concentrado en la reflexión, encuentra su expresión más clara y calma, no obstante su fragmentación en la forma. Aquí se revela un intelectual orgánico, exponente y en el mismo tiempo teórico, “memoria” de su parte; sus escritos en la cárcel constituyen la única seria alternativa al historicismo crociano.
El estilo brillante y sobrio es expresión de su fuerte carácter y voluntad, no en vano prefiere a Maquiavelo, Galileo, De Sanctus mientras es totalmente contrario a las múltiples expresiones del Decadentismo.
Heredero de la modernidad.
Escribe Francesco Botturi en su ensayo de 1985: "La capacidad de la afirmación concreta del marxismo como filosofía de la praxis tiene en Gramsci un fundamento histórico. De hecho la característica de la filosofía de la praxis es la de ser la versión del marxismo, en la que cual éste se pone como heredero y cumplimiento de toda la modernidad, como aquella filosofía y concepción cultural que resume en si, todo el camino de la cultura laica moderna”.
Como coronamiento del pensamiento anterior, la filosofía de la praxis presupone (según palabras de Gramsci) “El Renacimiento y la Reforma, la filosofía alemana y la revolución francesa, el calvinismo y la economía clásica inglesa, el liberalismo laico y el historicismo que es la base de toda la concepción moderna de la vida”.
La consciente exclusión del elemento religioso, de lo trascendente de la vida concreta es la característica fundamental.
El hombre es visto en su “hacerse a si mismo” y es sustancialmente resumido en su faceta politica, que serà el criterio de valia de cada experiencia humana: sexualidad, moral, educaciòn, salud, derechos,etc. Todos son reconducidos al ámbito político, en el cual el “nuevo Príncipe” es el partido.
Pasolini, recordando a sus maestros, escribía de sí mismo en el año 1956:
“Se hacia el mundo, sujeto/ ya no más de misterio sino de la historia. / Se multiplicaba por mil el gusto/ por conocerlo - como cada hombre sencillamente lo conoce. Marx, Gobetti, Gramsci y Croce vivos en las vivas experiencias”
Este fragmento pertenece a la colección que lleva como titulo “Las cenizas de Gramsci”, en la que se narra la visita a la pequeña tumba donde yacen los restos mortales de Gramsci en el Cementerio de los Ingleses en Roma “en este lugar / extraño, aún desterrado”, donde es latente la indiferencia de la ciudad, el aburrimiento que lo oprime y habla con él, revelando “el escándalo del contradecirme, del considerarme / de tu parte o en contra”, “entre la esperanza o el viejo recelo”. Y dejando la tumba en la noche dulce y triste, el poeta percibe “la carencia de una religión / verdadera; no es vida sino sobre vivencia”.
Nihilismo
A esta intensa conmemoración no puede faltar a mi parecer un aspecto importante para hacer un examen completo, por cuanto breve del pensamiento gramsciano, o bien el punto de debilidad de una concepción sin embargo así compacta. Esto ha sido debidamente subrayado en estudios realizados por Del Noce, El suicidio de la revolución, de 1978, en el cual entre otras cosas se habla del encuentro típicamente grasciano entre la burguesía progresista y el comunismo, mezcla espuria de ideal y utopía de una parte y de otra el puro consumo. Pero sobre todo la fragilidad no reconocida del pensamiento gramsciano consiste en el inconsciente nihilismo que conlleva, al igual que todas las restantes filosofías inmanentistas, y que lo hace un fácil objeto de descomposición de la consistencia del hombre y de la realidad operada por la cultura contemporánea.
Usando una imagen que me parece clara, Gramsci ha visto abrirse un derrumbe en una parte de la montaña de nuestro siglo y ha pensado poder reconstruirla con los mismos materiales, pero no se ha dado cuenta que ese mismo derrumbe habría arrollado incluso a él.