¿Cómo puede la ciencia parir sus criaturas ...
autor: Renato Farina
fecha: 2009-10-30
fuente: Come può la scienza partorire come se fosse Dio le sue creature?
traducción: Carolina Velez

El último descubrimiento anunciado en el campo de la genética es una verdadera diablura. Propiamente en sentido etimológico. Diablo viene de "dia-ballein", separar, dividir, despedazar. ¿Y qué es más destructivo, quebrantador de la naturaleza humana que separar completamente el nacer de un niño de cualquier padre o madre humanos?

Esto es lo que anuncia el tabloide Mailcitando a la revista Nature: la investigación llevada a cabo en la Universidad de Stanford daría la posibilidad de conseguir esperma y óvulos de las células estaminales. En definitiva, este descubrimiento implicaría la posibilidad de engendrar niños con máquinas y alambiques, es decir prescindiendo de los padres. Naturalmente, por ahora, todo esto es demasiado escandaloso para ser digerido por el hombre común. Y entonces manos a la obra, después del ingenio de las estaminales, el ingenio del marketing. Se trata de mostrar cómo en el fondo todo esto sea bueno y justo, porque - a la espera de llegar a aquel resultado fabuloso (y horrendo) pero un poco éticamente dudoso - mientras tanto gracias a estas técnicas se puede ayudar a la terapia contra la esterilidad.

Los investigadores habrían identificado la mezcla exacta de vitaminas y componentes químicos para hacerlos interactuar con las células estaminales con el fin de transformarlas en óvulos y esperma. Los espermatozoides obtenidos así, dice la revista, tienen la cabeza y la cola más pequeña que aquellos naturales pero en todo caso parecen ser capaces de poder fertilizar un óvulo.
Interesante: para ayudar a la lucha contra la esterilidad se usan células de embriones. Se matan seres humanos así sean microscópicos para permitirle a alguien que es estéril, que pueda esperar engendrar embriones que a lo mejor en lugar de lloriquear después de nueve meses, serán también convertidos en albóndigas por la salud de otro macho estúpido.

Disculpen el lenguaje acerbo. Pero incluso la realidad debe ser comunicada con palabras bastante enfurecedoras. Aquí estamos más allá de la fecundación artificial. En ese caso la reproducción está dividida simplemente por el acto de amor, pero la semilla y el óvulo siguen siendo de todos modos de un macho y de una hembra identificables, con un nombre y un apellido. Aquí estamos en la ciencia que engendra a sus criaturas como si fuera Dios.
En la cultura clásica, es decir mucho antes del cristianismo, esta pretensión de sustituirse a Dios, de robarle el fuego de la creación, era llamada "ybris": o sea la impiedad, la renuncia a la piedad que nace de la relación entre un padre y un hijo.
Sabemos bien lo que dirán los científicos de esta vanguardia monstruosa.

Sostendrán que el hombre tiene no sólo el derecho, sino también el deber de ir más allá de las columnas de Hércules del viejo saber. En realidad esto no es un "ir más allá", sino un "ir en contra". Significa aniquilar el sentido de dependencia que quien nace tiene del padre y de la madre. El hombre se convierte en experimento de sí mismo.

Se sostendrá también que queda de todas formas la libertad o no de disfrutar de estos métodos, no son en absoluto obligatorios. Lástima que quien eventualmente tuviera que venir al mundo por estos instrumentos, no lo habrá elegido. Nacerá no según la naturaleza, sino sobre la base de los protocolos de algún imbécil inflado de premios Nobel, y gracias a estos fulanos diabólicos le será impuesto un peso psicológico y existencial que nadie nunca en la historia humana ha tenido. En efecto ha habido muchos casos de niños que no conocieron al padre y a la madre, muchos fueron asesinados por el padre o por la madre, o bien abandonados. No había sucedido nunca que la fuente paterna y materna fuera obstruida en el origen.

Sigue siendo un hecho, aunque leyes absurdas lo permitieran, o en todo caso alguien pusiera en práctica estos artilugios diabólicos para "hacer un niño"; queda el hecho de que quien debiera nacer también de esta manera abominable sería "hecho", no construido por sí mismo, sino dependiente, necesitado de amor. No un monstruo sino plenamente hombre. Y como hombre destruirá aquellas máquinas que querían sustituirse a su deseo de ser hijo de una mujer y de un hombre.

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