Defender la inquisición
autor: CulturaNuova.net
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fuente: L'Inquisizione

El cristianismo tiene dos valores esenciales: la verdad y la caridad. La inquisición es uno de aquellos casos en los cuales la conciliación de tales valores aparece como particularmente compleja. Es mucho mas probable que se haya tratado de un trágico desconocimiento del valor de la caridad, en nombre de una malentendida exigencia de afirmar la verdad. En este sentido nosotros no queremos “defender la inquisición”, pero también esperamos que sobre tal fenómeno los estudiosos encargados de acceder a todos los archivos de la Iglesia, saquen la verdad plenamente a la luz, después de siglos en los cuales mucha historiografía laicista y anticatólica han podido “vivir de fantasías” librándose de una seriedad en la documentación.
Para entender lo que fue la inquisición medieval, se debe entender que fueron las herejías del bajo medioevo, con respecto a las cuales ella surge.

¿Qué es una herejía?

No son herejías el ateismo, o las religiones diversas del Cristianismo (judaísmo, Islam, etc.).
Por tanto es importante hacer notar que la Iglesia nunca ha pedido que se persiguiera ni mucho menos que se mataran ateos, hebreos o musulmanes.
También aquí se ve la diferencia con respecto al islam, que si prevé la muerte de infieles, idólatras y politeístas. La inquisición medieval no se ocupa de ellos, sino únicamente de lo herejes cristianos.
Una herejía es una de interpretación de los dogmas del Cristianismo, que altera, conciente y voluntariamente, el contenido. Conciente y voluntariamente: Es necesario estar en contra de un dogma (no de aquellos aspectos secundarios, sino de lo esencial de la verdad cristiana) establecido formal y solemnemente por un concilio. Por consiguiente no se podría ser hereje… sin saberlo y sin quererlo.

Una aclaración mas: La herejía es una concepción, conciente y voluntariamente afirmada, no es una incoherencia ética; tiene que ver con el plano de las ideas, no con el de la praxis. Nunca nadie fue condenado como hereje por haber hecho algo, es decir por una debilidad moral, sino por haber sostenido, tenazmente, ser el depositario de la verdadera interpretación del Cristianismo.
Un hereje por ello es alguien que, sin creer en el dogma, pretende ser cristiano. Pretende que la propia interpretación del dogma sea la verdadera, y que es falsa la de tradición y de la Iglesia.

Los herejes, profetas no precisamente desarmados.

Es importante tomar en cuenta las dimensiones civiles (sociales y políticas) de las herejías. Estas no eran solo maneras diferentes de pensar la fe, no se limitaban a un ámbito “puramente espiritual”, sino que conllevaban consecuencias destructivas en el plano civil y social, que alarmaban no solo a los que detentaban el poder político, sino también mucha gente del común. Muy frecuentemente los herejes no se limitaban a la predicación de sus ideas, sino que recurrían a la lucha armada, sometiendo a hierro y fuego regiones enteras (como ocurrió en el norte de Italia, entre Dolcino y Novara).
Da esto se deduce que los primeros en interesarse por las herejías no fueron eclesiásticos, sino políticos, y la misma gente del pueblo, perjudicada materialmente por el clima de desorden y violencia que los herejes creaban.

¿Quién quiso la inquisición?

Precisamente por este carácter socialmente destructivo, las herejías en primer lugar eran afrontadas por la sociedad civil y el poder político. En este sentido la Iglesia interviene no para incitar a la violencia contra los herejes, sino al contrario para moderarla y para dar a la lucha contra las herejías más elementos de discernimiento. Para profundizar, se puede leer la contribución del profesor Pappalardo.
//La firme reprobación civil contra las vejaciones de los herejes, constriñe a las autoridades eclesiásticas a intervenir, sobretodo para controlar y para frenar una reacción nacida del pueblo y llevada a cabo, no siempre con el necesario discernimiento, por parte de los tribunales laicos, que se ilusoriamente pensaban resolver el problema enviando con desprecio los herejes a la hoguera //

Para encuadrar la inquisición

1. Límites temporales: un segmento restringido. En primer lugar es necesario recordar que la inquisición esta circunscrita a un periodo histórico limitado: En los primeros doce siglos la Iglesia no conoce y no aprueba formas de represión violenta de las herejías, exceptuando algunos casos aislados (Carlo Magno, que los hace por propia iniciativa, y contra los cuales la Iglesia no tuvo la misma firmeza; pero también debe mencionarse la heroica y antiviolenta oposición de San Ambrosio contra Teodosio); las oleadas de la inquisición se remontan al periodo tardío del bajo medioevo (hacia la mitad del siglo XIII) y en la contrarreforma (1500/1600).

2. Límites cuantitativos. La importancia del fenómeno va siendo calibrada con atención: se trata de cifras absolutamente modestas, tanto más si se comparan con las cifras a las que ha sido capaz de llegar nuestro muy civilizado siglo XX: decenas de millones de víctimas a causa de las dos guerras mundiales, de los campos de concentración y de trabajos forzados, los genocidios, tragedias florecidas en una medida exactamente proporcional al alejamiento del Cristianismo.

3. El condicionamiento del ámbito profano sobre la Iglesia. Se trató por una parte de un espacioso debilitamiento del originario entusiasmo por la fe, que había hecho entender que la verdadera fe se testimonia con la alegría y el cambio de sí, antes que con la represión; por otra parte se debe entender que la Iglesia de aquellos tiempos, en este aspecto, se dejó condicionar por una sociedad que no admitía “pluralismos” en su interior, y que en materia religiosa exigía algo compacto (visto como lo estrictamente necesario para el buen funcionamiento de la vida social)

4. No se trató de una traición de la fe sobre los puntos esenciales. La inquisición era una medida disciplinar, de cara a evitar que se contagiase con mentiras a un pueblo no suficientemente instruido para discernir a quien se presentaba astutamente como el verdadero intérprete de la fe.

  1. Es de resaltar que las torturas y la pena de muerte eran percibidas de forma diferente de como las percibimos hoy: porque todo hacía comprender la muerte no como el trágico fin de todo, sino como un paso; y el hecho de soportar el sufrimiento tenía un incentivo que no se puede comparar con aquel que se ha tenido después del iluminismo
  2. Matar el cuerpo de un hombre, para salvar el alma de muchos: en un slogan como este se podría encerrar el presupuesto que hacía aceptable el fenómeno de la inquisición.

5. En conclusión: se trató de un fenómeno que no puede ser calificado como positivo, pero cuya negatividad se debería a) colocarse dentro de un contexto histórico determinado que tiene que ver con una pérdida de incidencia de la fe sobre la vida; b) compararse con otros fenómenos, mucha más negativos, que han crecido cuanto la civilización más se alejaba del Cristianismo.

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