El medio ambiente, la tentación catastrofista
autor: Luca e Paolo Tanduo
fecha: 2009-09-14
fuente: Ambiente: la tentazione catastrofista
/1 - Dati contrastanti
/2 - Cosa dice la “Caritas in veritate”

Sobre este tema, no hay unanimidad en la comunidad científica y esto se aplica también a las medidas y modelos matemáticos. La Doctrina Social de la Iglesia solo exhorta a no reducir de manera utilitarista la naturaleza a un mero objeto de manipulación y explotación: no absolutizar la naturaleza, ni sobreponerla en dignidad a la misma persona humana.

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Todavía hay una tentación catastrófica en algunos ámbitos importantes ecologistas y políticos. E el ejemplo más reciente del poder de este grupo es la alarma que sonó hace unos días por el secretario de la Conferencia de Ginebra: "El mundo se está moviendo hacia el precipicio". Queremos ofrecer algunos pensamientos que no intentan ni pretenden ser exhaustivos, visto la amplitud del tema. En primer lugar, debemos recordar que sobre este contenido no hay unanimidad en la comunidad científica, y que se aplica también a las medidas y modelos matemáticos; la conexión directa entre el crecimiento del CO2 y la temperatura no está ampliamente demostrada. Un número creciente de científicos sostienen que los ciclos solares, en la historia, reflejan con mayor precisión, el curso de la temperatura en el planeta. La producción de CO2 por causa del hombre en el mundo es mínima, entre el 90 y 96% es de origen natural. Por otra parte, una tasa más elevada de dióxido de carbono es un estímulo para la vida vegetal, teniendo como resultado una mayor productividad agrícola. El aumento de la temperatura también depende de la actividad oceánica, de la radiación solar, de las nubes y la actividad de los volcanes. No hay ninguna certeza cierta que sea la causa de las catástrofes ambientales. Los recursos hídricos del planeta no han disminuido (más bien hay un problema de distribución), y es conocido que a un aumento en la temperatura corresponde una mayor evaporación de las aguas y por tanto, una más intensa y frecuente serie de precipitaciones. No es cierto que el clima nunca ha cambiado: siempre han existido ciclos calientes y fríos. Los mismos glaciares que se derriten revelan cómo el hábitat natural anterior a su formación fuera muy diferente: una tierra hoy bañada de hielos tuvo selvas muy frondosas para ser llamadas "tierra verde" (Grunland-Groenlandia). El casquete ártico se ha derretido otras veces. En la Edad Media o en la época de los Egipcios también hizo mucho más calor que hoy. Sin embargo, cuando la temperatura era más cálida, en la historia existió un período de incremento en la producción y por tanto un crecimiento y desarrollo demográficos y las antiguas civilizaciones el progreso de Europa durante la Edad Media lo demuestra. También el aumento de la temperatura llevaría hoy una cierta ventaja: pensar por ejemplo, el paso de buques en el Mar Ártico, con un ahorro de miles de Km. Además, el aumento de la temperatura en el pasado, se presenta en épocas en que no hubo todavía el desarrollo industrial. El incremento de las temperaturas registrado en el último siglo, no es proporcional a la actividad industrial, las tendencias son diferentes. Los glaciares también se han derretido en otros períodos donde la actividad industrial estaba ausente y esto se confirma por los restos de plantas que se encuentran bajo los glaciares que retroceden. Además, el calentamiento está presente en el hemisferio Norte y no en Sur: como por ejemplo, el glaciar argentino Perito Moreno que no se ha retirado. El grupo de presión del ecologismo-catastrofista en la búsqueda de un nuevo enemigo, ha encontrado la amenaza del calentamiento global, imputándole al hombre su causa. Con el temor de la "bomba demográfica" que ha resultado falsa, utilizando escenarios ambientales catastróficos en nombre de una falsa idea de progreso y libertad, han hecho aceptar y difundido la esterilización y el aborto (ver Brasil e India o la ley del hijo único en China), condicionando en gran medida el desarrollo de los países pobres. Como el Papa recuerda en la última encíclica, considerar la naturaleza más importante de la persona humana “es una posición que induce a actitudes neo-paganas o a un nuevo panteísmo", (Caritas in Veritate n. 48). En este escenario la Iglesia católica se convierte en un enemigo que hay que demonizar. Los proyectos del gasto para reducir el CO2 son de dimensiones desproporcionadas respecto a los efectos que se quieren conseguir; además, estos dineros se quitan a otras emergencias sobre las que se podría tener mayor influencia, como son la malaria y el hambre en el mundo.
Según un informe de las Naciones Unidas, con la mitad de tal cifra, se podrían proveer de agua potable, servicios de higiene, atención básica en salud y educación para todos los habitantes de la Tierra.

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Otro tema que transita en el ambientalismo catastrofista es el aumento de los poderes en organismos transnacionales no elegidos y el aumento de las reglas que limitan la libertad: hay que anotar que estas limitaciones son propuestas por el bien de la humanidad y del medio ambiente, pero algunos expertos y políticos recuerdan que la libertad es un bien fundamental y este ambientalismo persigue con un slogan distintos líneas políticas para el control de las personas que ya habían aparecido con otras ideologías (no al azar muchos ex comunistas las sustentan).
Por suerte no existe sólo este tipo de ambientalismo. La Doctrina Social de la Iglesia exhorta a no reducir de manera utilitarista la naturaleza a un mero objeto de manipulación y explotación: no absolutizar la naturaleza, ni sobreponerla en dignidad a la misma persona humana. Juan Pablo II, en la carta encíclica "Centesimus Annus", explicó la concepción cristiana de la relación entre humanidad y creación: dignidad y unicidad de la persona humana, centralidad de la familia con su obra educativa, para incrementar la capacidad social del trabajo humano.

El error más grande de la ideología ambientalista, es considerar al hombre como el problema y no como un recurso. A lo largo de la historia, el hombre ha sido capaz de adaptarse a cada tipo de clima y su desarrollo ha contribuido a reducir los efectos adversos del cambio climático. Si el desarrollo es auténtico no puede no ser sostenible. Hay que señalar que dónde las condiciones de vida para el hombre mejoran, mayor es la sensibilidad por la defensa de la creación y mayor su respeto. “Cuando se promueve el desarrollo económico y cultural de las poblaciones, se tutela también la naturaleza.” (Caritas in veritate n. 51). Es necesario por tanto desarrollar un parámetro cultural "optimista", no basado en el conflicto entre las actividades de trabajo y el medio ambiente. El entorno condiciona de modo fundamental la vida y el desarrollo humano, y el ser humano perfecciona y ennoblece el medio ambiente por su actividad creativa; por eso es importante, utilizar todas las capacidades humanas, económicas, educativas, éticas, científicas y tecnológicas, con el fin de estudiar y resolver los vitales problemas: un ejemplo es la posibilidad de aprovechar la potencia de las olas para producir energía. Existe en cambio el riesgo, que se asocia con las dos visiones, la de quienes consideran a la naturaleza como un tabú intocable, o, por el contrario, los que piensa poder abusar de ella. Ambas actitudes no se ajustan a la visión cristiana de la naturaleza, fruto de la creación de Dios. Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz 2008 escribió: "Hemos de cuidar el medio ambiente: éste ha sido confiado al hombre para que lo cuide y lo cultive (Gen 2:15) con libertad responsable, teniendo siempre como criterio orientador el bien de todos. Obviamente, el valor del ser humano está por encima de toda la creación. Respetar el medio ambiente no quiere decir que la naturaleza material o animal sea más importante que el hombre. Quiere decir más bien que no se la considera de manera egoísta, a plena disposición de los propios intereses, porque las generaciones futuras tienen también el derecho a obtener beneficio de la creación". Hace falta subrayar la importancia de un desarrollo integral de la persona humana, y de la justicia social en que la solidaridad y la subsidiariedad colaboren para reducir las desigualdades presentes en el mundo. La cuestión de la destinación universal de los bienes, nos invita a adoptar estilos de vida, modelos de producción y de consumo, marcados por el respeto a la creación y las necesidades reales de un progreso sostenible. Una propuesta con una visión muy diferente a las tesis que sostienen una disminución que limita el desarrollo. "El problema decisivo es la capacidad moral global de la sociedad. Si no se respeta el derecho a la vida y a la muerte natural, si se hace artificial la concepción, la gestación y el nacimiento del hombre, si se sacrifican embriones humanos a la investigación, la conciencia común acaba perdiendo el concepto de ecología humana y con ello de la ecología ambiental. Es una contradicción pedir a las nuevas generaciones el respeto al ambiente natural, cuando la educación y las leyes no las ayudan a respetarse a sí mismas. El libro de la naturaleza es uno e indivisible” (Caritas in veritate N º 51). Muy a menudo la cuestión cultural del deterioro moral y ético, que derivan de la falta de respeto a la vida y a la dignidad humana en cada fase, son subvalorados. "El modo en que el hombre trata el ambiente influye en la manera en que se trata a sí mismo, y viceversa" (Caritas in veritate 51).

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