El mito de la violencia religiosa /1
autor: William Cavanaugh
Profesor del Catholic Studies at DePaul University, Chicago
Ibrahim M. M. Shamseddine
Fundador del Imam Shamseddine Foundation for Dialogue de Beirut
Paola Vismara
Docente de Historia de la Iglesia en la Universidad de los Estudios de Milán
Emanuele Colombo (moderador)
Asistente Profesor del Catholic Studies at DePaul University, Chicago
fecha: 2013-08-23
fuente: Il mito della violenza religiosa
acontecimiento: Meeting per l’amicizia tra i popoli: "La natura dell'uomo è rapporto con l'infinito", Rimini, Italia
(Meeting para la amistad entre los pueblos: "La naturaleza del hombre es relación con el infinito")
traducción: María Eugenia Flores Luna
siguentes: El mito de la violencia religiosa /2

EMANUELE COLOMBO:
Buenas tardes a todos, bienvenidos. El encuentro de hoy está relacionado con el título del Meeting “La naturaleza del hombre es relación con el infinito” o, como ha recordado un bonito encuentro de hace algunos días, aquí en Rímini, el hombre es por naturaleza religioso, homo religiosus.
Hoy querríamos analizar, a través de tres diferentes perspectivas, una idea difusa, sobre todo en occidente, según la cual las religiones serían por naturaleza fuentes de violencia. Se trata de una idea que a menudo es utilizada, diría, como un postulado, una idea que no necesita demostraciones, una idea auto evidente, de ahí el título del encuentro: “El mito de la violencia religiosa”. El mito es una afirmación que no se somete al análisis de las pruebas, del debate, de la discusión, sino que se propone como verdadera. Antes de dar la palabra a nuestros ilustres huéspedes, querría aclarar posibles equívocos. El objetivo del encuentro no es afirmar que la religión no puede ser usada como instrumento de violencia, que no haya sido usada nunca como instrumento de violencia. Lo que queremos poner en discusión es la idea según la cual la religión tendría en el ADN, en su naturaleza, la tendencia a la violencia. En el mundo anglosajón, y comenzaremos justo con el mundo anglosajón este recorrido, sobre todo después del 11 de septiembre de 2001, han sido publicados una serie de libros de los llamados nuevos ateos. Son verdaderos best seller, publicados al inicio en inglés, pero luego traducidos en varias lenguas, también en italiano, a lo mejor recuerdan algún título: El relojero ciego, La ilusión de Dios, El fin de la fe, Dios no es grande, Romper el hechizo, son libros que han vendido muchísimo. Partiendo de diferentes perspectivas, la perspectiva científica, sociológica, histórica, filosófica, la idea de fondo de estos libros es: un mundo sin religión sería un mundo más bonito y menos violento. Recientemente, Oxford University Press ha publicado un libro del cual hemos robado el título de este encuentro: The mith of religious Violence, el mito de la violencia religiosa. Este libro hace una especie de radiografía del mito, cómo ha sido creado, quién lo ha creado, por qué ha sido creado. Tenemos la suerte de tener con nosotros al autor de este libro, que acogemos en el Meeting, el profesor William Cavanaugh. Gracias por estar aquí. El profesor Cavanaugh es especializado en teología política, ha enseñado en varias universidades de los Estados Unidos, actualmente enseña en una espléndida universidad, la DePaul University de Chicago. Le preguntaría en su intervención qué es, según él, el mito de la violencia religiosa, cómo ha nacido, quién lo ha querido y cuál es su objetivo.

WILLIAM CAVANAUGH:
Muchas gracias por esta gentil introducción y gracias a todos ustedes por haber intervenido. Es la primera vez que participo en el Meeting y he quedado realmente impresionado por la profundidad de los argumentos. Luego gracias por la invitación. Me disculpo desde el inicio por el hecho que no hablo italiano, todavía estoy aprendiéndolo, lo conozco bastante para lograr hacer el pedido en el restaurante y eso ya es importante. Recientemente he hecho una presentación de título “¿la religión causa violencia?” en una universidad de nuestro País y prácticamente he visto allí un letrero, en la universidad, que anunciaba la presentación, donde alguien había garabateado las palabras: ¡qué descubrimiento! ¡Qué astuto! Y eso nos dice mucho, según yo, relativamente a cómo esta idea sea concebida y aceptada en el mundo occidental. Todos saben que la religión tiene una tendencia peligrosa a promover la violencia y esta historia hace parte de la sabiduría convencional de las sociedades occidentales, se oye hablar en todo sitio, de los políticos a los periodistas, hasta los teenager y querría darles hoy una panorámica breve de las argumentaciones de mi libro donde desafío la sabiduría convencional. Querría ser claro desde el inicio, mi argumentación no puede ser utilizada para justificar el Cristianismo o el Islam u otra fe. En un análisis atento, dadas ciertas condiciones, pueden hacer y contribuir a la violencia pero lo que está implicado en la sabiduría convencional es que el Cristianismo, el Islam y otras fes están más inclinados hacia la violencia con respecto a ideologías e instituciones que son identificadas como seculares. Para que la acusación a la religión se sostenga, la religión tiene que ser contrastada con algo menos prono a la violencia, es decir secular. Luego la tesis que sustentaré es ésta: no hay motivo para pensar que las ideologías religiosas y las instituciones religiosas estén más intrínsecamente inclinadas a la violencia que las mencionadas ideologías e instituciones seculares. Y luego diré que eso ocurre porque no hay una diferencia esencial entre religioso y secular. Las personas tratan todas las cosas seculares como a sus religiones, la distinción religioso-secular es una distinción inventada, no hace parte de cómo son las cosas. Veremos algunos motivos políticos por los que estas categorías han sido inventadas en el occidente moderno, y mostraré que la idea de que algo llamado religión sea esencialmente portador de violencia es una justificación ideológica, dirigida a justificar la violencia de las así llamadas órdenes seculares. Comenzamos por tanto con uno de los más famosos ateos de hoy, el difunto Christopher Hitchens. Su best seller, Dios no es grande, es subtitulado, con un típico understatement británico “cómo la religión envenena cada cosa”. Aquí el autor hace referencia a historias de abusos de parte de cristianos, hebreos, confucianistas etc., pero también afronta el hecho de que regímenes rígidamente ateos como aquellos de Josef Stalin, son responsables de decenas de millones de muertos e Hitchens afronta este pequeño problema diciendo que los regímenes ateos como aquel de Stalin, son incluso religiosos. El totalitarismo es esencialmente un impulso religioso; según Hitchens, la religión envenena todo porque todo lo que es envenenado o venenoso es identificado como religión. Al mismo tiempo todo lo que es bueno va a acabar de la otra parte de la divergencia religioso-secular. Hitchens dice por ejemplo de Martin Luther King Junior que de ninguna manera real o simbólica era un cristiano. Hitchens ha basado esta notable conclusión sobre el concepto que King era no violento, lo que no es violento no puede ser religioso, porque la religión es definida como violenta. Hitchens es útil porque muestra que lo que cuenta como religión y lo que no cuenta como religión es muy fluido y a menudo depende de la agenda política que se persigue. Hitchens no está absolutamente solo en esto, si se examinan las argumentaciones según las que la religión promueve la violencia, se encuentra que lo que cuenta como religión y lo que no cuenta es bastante incoherente. Consideren el caso del eminente historiador Martin Marty. En un libro sobre la religión pública, Marty dice que la religión tiene una tendencia particular a crear división y por lo tanto a ser violenta, pero Marty enumera 17 diferentes definiciones de religión y luego se disculpa por la propia definición, visto que, como dice, los estudiosos no estarán nunca de acuerdo sobre la definición de religión. En cambio Marty indica una lista de cinco características que caracterizan la religión y luego procede hacindo ver que la política tiene todas las cinco características. La religión se concentra en nuestra última preocupación, así también la política, la religión construye una comunidad y también la política. Marty trata de demostrar que religión y política tienes intercorrelaciones muy estrechas, pero al final demuele cualquier base teórica para separar las dos cosas. Otro ejemplo, el sociólogo Mark Jürgensmeyer, cuyo libro Terroristas en nombre de Dios sea quizás el libro académico más influyente sobre religión y violencia. He aquí, este autor, Jürgensmeyer, dice que la religión exacerba la tendencia a dividir a la gente entre amigos y enemigos, haciendo crecer las divisiones a nivel cósmico, sin embargo también escribe que el nacionalismo secular como la religión, abraza lo que un estudioso llama la doctrina del destino. Se puede mirar de este modo el nacionalismo secular dando un paso adelante y decir sencillamente que el nacionalismo secular es de hecho una religión.
Ésta es una concesión, en cuanto su aserción es que el secular es un tipo de forma avanzada de religión. Si fuera verdad, sin embargo, ésta subvertiría la entera base de su argumentación, que es la amplia división entre violencia religiosa y secular. Para algunos teóricos de religión y violencia, la confusión entorno a la diferencia religioso-secular se resuelve difundiendo la definición de religión, incluyendo ideologías y prácticas generalmente denominadas seculares. En el libro Por qué las personas hacen cosas malas en nombre de la religión, Richard Wentz incluye la fe en la tecnología, el humanismo secular, el consumismo, el fanatismo científico y toda una serie de cosas como religiones. Wentz está obligado a decir: quizás todos nosotros hacemos cosas malas en nombre de la religión.
La palabra religión en el título de este libro va a connotar cualquier cosa que las personas hacen y que da a sus vidas un orden y un significado.
Wentz, Hitchens, Jürgensmeyer y otros, no necesariamente se equivocan al incluir las cosas así llamadas seculares en la categoría de religión. Hay una vasta literatura sobre el marxismo como religión, por ejemplo, existe esta comparación entre cristianismo y marxismo, vemos ciertas analogías con el cristianismo. Hay un amplio cuerpo o grupo de estudiosos que explora el predominio de la religión civil en los Estados Unidos. Aquí tenemos el modo en que los niños americanos mostraban fidelidad a la bandera americana, antes de que Hitler volviera impopular este gesto. Ésta es la imagen que yo quería para la cubierta de mi libro, pero la Oxford University Press ha pensado que habría sido demasiado provocadora. Otras imágenes bastante parecidas, otros ejemplos de religión civil: aquí tenemos lo que está pintado en la cúpula del Capitolio en los Estados Unidos, en Washington, es la apoteosis de Washington, prácticamente el modo en que Washington es convertida en algo divino, vemos la ascensión al cielo entre todas este figuras mitológicas. Carolyn Marvin afirma que el nacionalismo es la religión más potente de los Estados Unidos y quizás también en muchos otros Países. Un estudio de la literatura religiosa permite encontrar cuanto sigue bajo la voz ”Religión”: tótem, brujería, derechos del hombre, marxismo, liberalismo, freudianismo, ceremonia del té japonés, nacionalismo, fanatismo deportivo, ideología del mercado libre, alcohólicos anónimos y toda una serie de otras instituciones y prácticas. Si se objeta que la religión tiene que ver con el creer en Dios, entonces haría falta eliminar ciertos sistemas de creencia que generalmente toman el nombre de religión, tipo Taoísmo, Confucionismo, tantas formas de Budismo que no tienen un concepto central de Dios o divinidad. Si la definición de religión se expande y va a incluir estos sistemas de creencia a la voz transcendencia o a un término mucho más amplio, entonces todas las prácticas, entre tantas que generalmente son etiquetadas como seculares, reentrarían en la definición de religión. Tantas instituciones e ideologías que explícitamente no hacen referencia a Dios o a divinidades, funcionan del mismo modo en que funcionan las que en cambio hacen referencia. Difundir el concepto de religión para incluir al Budismo que no tiene un Dios, hace difícil excluir al marxismo que incluso no lo tiene. Esta idea no es un hábil ejercicio académico post moderno, es simplemente la idea bíblica de que las personas estén predispuestas naturalmente a la adoración y el culto entra en toda una serie de cosas tipo los becerros dorados y el dios dinero que no son Dios. Lo que afirmo es simplemente la crítica bíblica de la idolatría. Las personas tratan todas las cosas como a los propios dioses o las propias religiones, como les dice Pablo a los Filipenses: para algunos el vientre es como el propio dios.
Esto es particularmente importante por cuanto concierne a la cuestión de la violencia. ¿Hay algún motivo para suponer que las personas tengan una mayor probabilidad de matar por un dios que por una nación? O bien hagámonos otras dos preguntas más específicas: ¿qué porcentaje de americanos que se identifican como cristianos estarían dispuestos a matar por su fe cristiana? ¿Qué porcentaje estaría dispuesto a matar por el propio País? Parece claro que al menos, entre los cristianos americanos, el estado-nación es objeto de mucho más fervor absolutista con respecto al Cristianismo. Tenemos que concluir que no hay modo coherente de aislar las ideologías religiosas con una tendencia específica hacia la violencia de las partes seculares más débiles. Las así llamadas ideologías seculares e instituciones seculares como el nacionalismo y el capitalismo, pueden inspirar mucha violencia cuanto la mencionada religión. El problema de Hitchens no es que él piensa que el estalinismo sea una religión, el problema es que si quiere utilizar una definición tan amplia y funcionalista de la religión, la debe hacer de manera coherente, pero no lo hace.
La religión civil americana es secular para Hitchens, la distinción entre secular y religioso no es nada más que la distinción entre las cosas que le gustan a Hitchens y las que no le gustan. Ahora el problema no es que el concepto de religión tenga límites confusos, el problema es que las definiciones implícitas de la religión, usadas en las argumentaciones religión-violencia, son injustificadamente claras relativamente a qué cosa o qué cosa no se califica como religión. Ciertos sistemas de creencias, tipo el Islam, es condenado, mientras otros, tipo el nacionalismo, son ignorados. La división religioso-secular es como el blanco que se desplaza, en cambio las argumentaciones religión-violencia simulan que no lo sea. Mi punto de vista es que la religión es una categoría construida en diferentes modalidades, en diferentes lugares y tiempos, según el interés de quien hace esta construcción. Para entender por qué hay tanta confusión en la categoría de religión, tenemos que examinar la historia.
¿No ha habido religión considerada como algo separable de la política hasta la era moderna, sobre todo en occidente. Los romanos tenían el término “religio”, pero no había distinción entre religión y política, y ¿cómo podía haber esta distinción si César mismo era considerado un dios? El término “religio” cubría todos los deberes civiles y las acciones de respeto que habríamos considerado seculares. Como dice San Agustín, no tenemos el derecho de afirmar con seguridad que la religión sea confinada al culto divino, puesto que parece que esta palabra haya sido despegada de su normal significado en que hace referencia a una actitud de respeto en las relaciones entre un hombre y su prójimo. En la era medieval la distinción religioso-secular ha sido utilizada exclusivamente para distinguir entre el clero perteneciente a cierto orden y el clero diocesano. No había ámbito de búsqueda secular al cual Dios fuera indiferente, aunque había distinción entre autoridades civiles y eclesiásticas, no había distinción entre política y religión tal como nosotros la entendemos. La distinción religioso-secular, tal como la conocemos hoy, ha sido una creación de las luchas modernas de poder entre las autoridades eclesiales y civiles. En la creación del estado soberano moderno en los siglos XVI y XVII, la religión ha sido inventada como un impulso universal interior y privado esencialmente separado de la política y de otras preocupaciones seculares. Luego el área de preocupación propia de la iglesia era esencialmente extraña a la política. La distinción religioso-secular ha sido exportada sucesivamente a culturas no occidentales durante el proceso de colonización. Wilfred Cantwell Smith escribe que no hay un concepto equivalente a religión en ninguna cultura que no haya sido influenciado por el occidente moderno. No hay un concepto de este género en la Grecia antigua, en Egipto, en China, en India, o en cualquier otra parte del mundo antiguo. En sus primeros encuentros con el mundo no occidental, los exploradores europeos han referido, con una coherencia notable, que los nativos no tenían religión. Una vez colonizados sin embargo, la categoría religión se ha convertido en un instrumento potente para la clasificación de las culturas nativas, como esencialmente distintas del business del gobierno. El hinduismo por ejemplo, un término utilizado por primera vez en 1829, se ha convertido en una religión en el curso del siglo XIX, a pesar del hecho que incluyera todo el modo de vivir indiano, todo lo que habríamos incluido en cultura, política, religión y economía. Si bajo el dominio británico el hinduismo era una religión, entonces ser indiano era algo privado y ser británico quería decir ser algo público. He aquí por qué los defensores contemporáneos del nacionalismo hindú rechazan la clasificación del hinduismo como religión. Como Richard Cohen escribe, los defensores del Hindutva se niegan a llamar religión al hinduismo, justo porque quieren enfatizar el hecho de que el hinduismo es más que creencias interiorizadas, es algo político, social, económico y familiar. Por análogas razones el gobierno chino excluye al Confucionismo de su lista oficial de las religiones chinas. En su libro La invención de las religiones en el mundo, Tomoko Masuzawa concluye: este concepto de religión como fenómeno general transcultural es abiertamente infundado. No viene de nada y no hay modalidades creíbles para demostrar su sustancialidad factual y empírica. En otras palabras la distinción religioso-secular no está esculpida en la naturaleza de las cosas, es más bien una distinción utilizada en las sociedades occidentales u occidentalizadas para marginar ciertos tipos de creencia y prácticas y autorizar otras. Para concluir, si la sabiduría convencional según la cual la religión causa violencia es así incoherente, ¿por qué es tan predominante? Creo que es porque nosotros en occidente encontramos útil, sea en la política interna que externa, tener esta actitud. En la vida interior de los Estados Unidos el mito de la violencia religiosa ha desarrollado un rol importante en el marginar el Cristianismo del ámbito público. Hasta los años 40, la religión ha sido aceptada en las causas del Tribunal Supremo como poseedor de un efecto social unificador. A partir de los años 40, en cambio, la religión ha empezado a ser vista como una fuerza social que causaba división y peligro y el mito de la violencia religiosa era aceptado causa tras causa y han sido prohibidos por ejemplo los rezos en la escuela, las ayudas estatales a las iglesias católicas, etc. La primera sentencia del Tribunal Supremo americano que ha hecho referencia a este mito ha sido la causa Minersville School district contra Gobitis, que ha confirmado la obligación de jurar fidelidad a la bandera americana. La Corte sentenció que los testigos de Jehová, que consideraban jurar fidelidad a la bandera una idolatría, podían ser obligados a hacerlo, porque de otro modo amenazaban la unidad nacional que era necesaria para salvar el País de la disgregación y de los conflictos religiosos. Martin Marty discute este caso y cita muchos ejemplos de testigos de Jehová que han sido atacados, avergonzados, castrados, encarcelados en los Estados Unidos, en los años 40, justo porque pensaban que los seguidores de Cristo no podían rendir honor a la bandera. Se podría pensar que él haya sacado la conclusión obvia, es decir que un nacionalismo con demasiado celo puede causar violencia. En cambio sorprendentemente Marty concluye: “Es claro que la religión que puede ponernos los unos contra los otros, comporta riesgos y puede ser percibida como peligrosa. La religión puede causar problemas en el ámbito público”. De este modo el mito de la violencia religiosa es utilizado para apartar la atención de la violencia nacionalista y llevarla en cambio a la violencia religiosa, aunque en este caso los testigos de Jehová han sido víctima de la violencia antes que autores. Un ejemplo de política externa. La sabiduría convencional nos ayuda a reforzar y justificar la actitud occidental, las políticas occidentales, con respecto al mundo no occidental, sobre todo los musulmanes, cuyo punto de diferencia principal con respecto al oeste es su rechazo obstinado a domar las pasiones religiosas en la esfera pública. Irónicamente el mito de la violencia religiosa es utilizado para justificar la violencia secular, tipo la guerra de Irak. El ateo Sam Harris, por ejemplo, dice: “Algunas aserciones son tan peligrosas que también pudiera ser ético matar personas porque se cree. Ciertas creencias ponen a sus partidarios más allá del recurso a cualquier medio pacífico de persuasión, inspirándolos en cambio a cometer actos de violencia extraordinaria contra los otros. Efectivamente en algunos casos esto sucede. Si no pueden ser capturados, y a menudo no son capturados, las personas de otro modo tolerantes pueden ser justificadas al matar a estos sujetos por autodefensa. Eso es lo que los Estados Unidos han intentado en Afganistán y eso es lo que nosotros y otras potencias occidentales tenemos que tratar de hacer, a costa de poner en peligro nuestra vida y la de muchos inocentes. Seguiremos vertiendo sangre en lo que es en último análisis una guerra de ideas”.
La lógica de Harris es clara, si personas religiosas sostienen creencias irracionales de manera tan ferviente creando violencia al sustentarlas, entonces no hay ninguna utilidad al tratar de razonar con ellos, ciertas cosas pueden ser afrontadas solamente con la fuerza. El libro de Harris es una versión particularmente atenuada de este tipo de justificaciones de la intervención neocolonial, pero no está aislado en esto. Su libro ha sido un best seller para el New York Times, ha ganado el premio literario “Pen” (PEN Award) en el 2005 por la no narrativa y también es sostenido por las super star académicas tipo Alan Dershowitz, Richard Dawkins y Peter Singer. De hecho la lógica de Harris es un poquito diferente en práctica con respecto a la doctrina de Bush, según la cual América tiene acceso a valores liberales que son justos y verdaderos en cada persona, en cada sociedad y que tenemos que usar nuestro poder para promover estos valores en todos los continentes y que América adoptará acciones militares preventivas, si es necesario, para promover estos valores. No quiero tampoco negar las virtudes del liberalismo y tampoco justificar los defectos de otros tipos de órdenes sociales. Aquello que trato de hacer es poner un poco todos a la par, de modo de examinar la violencia que puede ser generada por el concepto de la Jihad pero también la violencia que puede ser generada por las ideologías de los mercados libres y las elecciones libres. Querría desafiar la dicotomía religioso-secular que nos hace cerrar un ojo sobre las formas liberales de imperialismo y violencia. Naturalmente la fidelidad a Dios o a las divinidades puede promover la división y la violencia, sin embargo la modesta contribución de mi libro es simplemente aquella de decir que las mencionadas ideologías y prácticas religiosas no son esencialmente diferentes de aquellas presumiblemente seculares, cuando se llega a la cuestión de violencia y paz. La violencia según yo se alimenta de la necesidad de correspondencias binarias, es decir nosotros con respecto a ellos. Eliminar el mito de la violencia religiosa significa eliminar una de estas correspondencias y quizás, a lo mejor, hacer sí que algunos enemigos se conviertan en amigos. Gracias.

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