El valor de la familia
autor: Julián Carrón
Docente de la Facultad Teológica de San Dámaso de Madrid
Rosanna Serio
Vice Presidente de la Asociación Familias para la Acogida
Grazia Sestini
Subsecretario del Ministerio del Trabajo y Políticas Sociales
Francesco Storace
Presidente Región Lacio
Marco Mazzi (moderador)
Presidente de la Asociación Familias para la Acogida
fecha: 2014-08-25
fuente: Il valore della famiglia
acontecimiento: Meeting per l’amicizia tra i popoli: "Verso le periferie del mondo e dell’esistenza. Il destino non ha lasciato solo l’uomo", Rimini, Italia
(Meeting para la amistad entre los pueblos: "Hacia las periferias del mundo y de la existencia. El destino no ha dejado solo al hombre")
traducción: María Eugenia Flores Luna

Moderador:
Podemos empezar. Este encuentro ha sido propuesto por la Asociación Familias para la Acogida. Siguiendo un hilo conductor que es sugerido por el título de este Meeting, aun nosotros sabemos bien que no hemos llegado, pero deseamos caminar, porque el tender a la meta vuelve los días cargados de una experimentada novedad. En nuestra experiencia, de más de veinte años, se unen, en una amistad operosa, familias que abren su casa para compartir el bien que ellas son, que ellas viven, compartiéndolo con cuantos encuentran, y que de este bien, de este lugar capaz de acogida, que la familia por su naturaleza es, tienen necesidad.

El deseo que nos ha movido a pensar en este momento es dúplice: en primer lugar ser ayudados y poder ayudar a quien lo desee a captar el valor de la familia en su verdad, en lo que la funda, en el diseño que el mismo Creador ha imaginado, ofreciendo el camino del hombre hacia Él, hacia su realización, este lugar, hecho de uniones gratuitas y totales, que llamamos familia. Un día el Papa ha dicho: “La familia es una señal original dada por el mismo Creador”.

Nosotros somos ayudados por lo tanto a captar lo que la familia es en sí misma, antes que todas las reducciones que el contexto cultural e histórico ha difundido, y que hoy llenan de confusión y de malestar el camino de tanta gente, y de tantos niños que de tales reducciones son las primeras víctimas. En segundo lugar, queremos captar con ejemplos y contribuciones, cómo ella es factor de construcción de un pueblo, de la sociedad, sea porque en ella normalmente se da la generación de los hijos, sea porque es lugar de acogida y educación, sin las cuales no existe una convivencia social a medida del hombre. Esta peculiaridad de la familia debe ser reconocida, respetada, valorizada y promovida. Preciosa es por lo tanto la tarea de las agregaciones entre las familias y la acción de las públicas instituciones que actúan según el principio de la subsidiariedad, porque una experiencia puede ser la más grande, pero necesita de quien la ayude a volverse “efectiva” y se pueda encontrar.

Agradezco por tanto, además que a todos ustedes que han intervenido, a nuestros relatores que expresan estos dos aspectos del encuentro de hoy, o sea a Rosy Serio, Julián Carrón, Francesco Storace y Grazia Sestini. También agradezco al presidente Andreotti que ha querido estar entre los que escuchan esta contribución nuestra.
Ahora doy la palabra al padre Julián Carrón, profesor ordinario de la Sagrada Escritura, en la Facultad de Teología San Dámaso de Madrid. Gracias

Julián Carrón:
Entre las muchas cuestiones que se pueden afrontar en un encuentro sobre el valor de la familia, los amigos de la Asociación Familias para la Acogida me han hecho alguna pregunta: ¿qué novedad introduce en la realización de la persona, en el hecho de la vocación, es decir en la relación con el propio destino, la relación hombre mujer en el matrimonio? ¿Y cuál es su importancia para la educación de los hijos?

El modo de contestar a estas preguntas es partir de la experiencia, es decir mirar no la relación hombre mujer en abstracto, sino “tu” relación de hombre con aquella mujer. Mirar para sorprender en acto la experiencia que haces. Porque tú sabes qué es aquella mujer para ti, en la experiencia que haces en relación con ella. Por eso decimos que la realidad, en estas cosas la mujer, se hace para nosotros transparente en la experiencia; nosotros conocemos qué es aquella mujer, para mí, en la relación que tengo con ella. Aquella mujer se revela en la experiencia como la cosa más atractiva que haya en el mundo, tanto es verdad que, después de haberla encontrado, no entenderías un mundo en que faltara.

Éste es ante todo un hecho que te encuentras encima, no lo eliges tú, te ocurre, es una sorpresa. “Un amor – escribe don Giussani, en uno de los Tischreden - es la sorpresa de una presencia que te corresponde”. Una sorpresa: estás contento porque esta persona está en el mundo y tú has tenido la suerte de encontrarla. El mundo es diferente porque ella está, porque existe. El hecho que esté, su existencia, es lo que te conmueve y por eso te facilita entender el método usado por el Ser para hacerse conocer; de hecho, el Ser, para hacerse conocer, usa el método de la preferencia, te pone delante una persona, con un tal atractivo, que tú no puedes resistir sin la conciencia de perder lo mejor que te ha ocurrido en la vida. “No necesariamente la esposa – escribe aún don Giussani - es la mujer más bella del mundo - es la ilusión de tres segundos de quien se enamora -, sino la esposa es realmente el punto de preferencia objetivo, porque no hay nada que te reclama el Ser, la relación con el Destino, la relación de la vida con la tarea que el Ser te da, como aquella relación”. Por tanto la familia es una señal original dada por el mismo Creador, lo que es más decisivo, como instrumento, para introducirnos en la relación definitiva con el Destino, por lo tanto, ya desde ahora, a la Verdad, a la Belleza, a la Justicia en relación con cualquier cosa y persona. En efecto está fijado, no lo decidimos nosotros, Otro establece este instrumento.

Justo Aquel que da a nuestra naturaleza la constitutiva urgencia de una reciprocidad, de estima y gratuidad, ha creado la primera figura experimental que quedará, por toda la historia, un lugar donde esta urgencia de caridad se convierte en estable y esencial: la familia. Esta relación preferencial desvela la vocación, porque de ninguna otra cosa te sientes más llamado como de aquella persona allí; ninguna otra desafía tu libertad como capacidad de realización total de ti mismo, de tu persona, es decir tu deseo de realización total como aquella relación. El amor a aquella persona está tan lleno de significado para ti que se convierte en parte de la definición de ti mismo.

¿Qué es el amar? Es afirmar al otro, es afirmar el Ser. Pero el amor implica otra connotación: afirmar al otro como significado de sí mismo, no “el” significado de sí mismo, sino “como” significado de sí. El otro entra en el significado de mí: afirmar al otro como significado de sí, es decir como pertenencia al significado de sí: “tú” perteneces a la definición de mí. El “tú” pertenece a la definición de mí mismo, por eso es amor. ¿Pero cómo vemos, a través de aquella persona, quién te llama, quién te provoca? Quien te reclama es el Ser, el Misterio, porque desde el primer instante tú eres bien consciente que aquella persona te ha sido dada. Aún más, te es dada justo ahora. Tú te encuentras delante de un hecho y por tanto eres igualmente consciente que no eres tú quien la mantiene en vida, pero tampoco ella te mantiene en vida a ti: es el darte cuenta de que se te sea dado, lo que te llena de conmoción y gratitud.

A través de esta experiencia te das cuenta que su ser no lo generas tú, pero tampoco ella. ¿Quién lo genera? ¿Quién te lo da ahora? ¿Quién te lo conserva? El Ser, que dándole la vida lo hace partícipe de su ser, por tanto, tanto más la miras, con toda la conciencia, tomando conciencia de lo real según todos los factores, tanto más te das cuenta que su presencia es signo de Otro, te evoca a Otro. Su significado para ti es evocar “el” Significado; su significado es evocar “el” Significado, por eso la persona amada es la que te introduce más a la relación con el Ser, con el Destino, con el Misterio. Te vuelve más evidente el Destino, la tarea.

A nadie escapa qué quiere decir esta relación tan experimentada para la educación de los hijos. Si educar es introducir a otro en la realidad - y no introduces a otro si no le comunicas el significado verdadero de la realidad -, puede realizar esta tarea sólo quien, a su vez, ha sido introducido en la realidad, hasta descubrir el significado; por tanto, cuanto más los padres viven con verdad y plenitud su vocación, su relación con la conciencia de ser llamados por el Ser, tanto más son capaces de desarrollar su tarea de padres, que no es solamente traer los hijos al mundo, sino sobre todo, después de haberle dado la vida, darle el significado de la vida, de otro modo es una injusticia traer hijos al mundo. Tanto es verdad que, en tantos, hoy, en nuestro mundo, no tienen hijos, porque antes que traerlos a este mundo sin sentido, es mejor no traerlos. Ésta es reconocida como una de las razones de la disminución de la natalidad. Es como cuando regalas a un niño un juguete electrónico que no ha visto nunca: el fabricante hace de padre, poniendo en la caja el manual de uso, de otro modo el niño se relacionaría al juguete según lo que le parece y gusta, y acabaría por desinteresarse del juguete, y no sería justo darle un juguete y no explicarle como funciona. Es un ejemplo de lo que sucede con el niño: los padres le dan al niño el regalo más precioso, la vida pero este juguete que le es dado no trae las instrucciones de uso. Es por eso que el Misterio los hace nacer al interno de una familia, para que allí, dentro de la familia, en aquella tradición venga comunicado el significado, sea introducido al Misterio de la vida, aprenda a medirse con lo real en su verdad.

Por eso, es en la educación de los hijos, en la comunicación de este significado que los padres realizan su paternidad, es allí donde se hace evidente que son padres, porque junto a la vida le comunican al hijo su significado. Esta comunicación no es una comunicación abstracta de contenidos, no es la entrega del manual de uso sino el testimonio de qué puede ser la vida experimentada en su plenitud. Aquello que ellos necesitan es una presencia que los introduzca al significado total. “Se puede salvar a otro - decía Kafka - sólo a través de la propia existencia”.

De aquí la importancia de la vida de los padres, de su empeño para vivir la verdadera relación, hasta descubrir el significado para la educación de los hijos. Ellos, con su vida, gritan, frente al hijo, la razón por la que merece la pena nacer. Pero para que todo esto ocurra hace falta el arranque de la libertad. Hemos dicho que ninguna otra cosa desafía así tanto la libertad como el atractivo de la persona amada; pero hay una cosa que la persona amada no puede hacer en mi lugar: acoger el don de su presencia. Por eso, don Giussani dice, la primera actividad siempre es una pasividad. Es una pasividad que constituye mi originaria actividad, aquella del recibir, del constatar, del reconocer; sin esta acogida no habría familia, es por eso que la acogida está en la idea de la familia, pertenece a su misma constitución. La familia es el primer fenómeno, por naturaleza, en la que la acogida asume estas connotaciones totalizadoras. Por eso ustedes han prolongado, en la Asociación de Familias para la acogida, la verdadera naturaleza de la familia.

Antes, uno de ustedes me contaba este episodio que me ha hecho mucha impresión: un padre tiene a un niño con graves dificultades, ciego y con otras minusvalías, pero eso no le impide que este niño despierte en él una gran afección, tanto es verdad que no iba a trabajar sin saludarlo y besarlo, todos los días, aunque no pudiera recibir ninguna reacción del niño. Es tan potente el atractivo de lo real que, también cuando uno tiene muchas dificultades, no es capaz de detener la atracción. Un día que tenía prisa, no ha sido capaz de saludar al hijo antes de salir y, mientras iba a trabajar, se ha sentido mal, porque se había percatado que no lo había saludado. Y eso, el recuerdo de eso, le ha hecho pensar en al Ser que no había reconocido, al Ser que le había dado al niño y que él no había rezado diciendo el Ángelus. Lo real, también en una situación como ésta, despierta siempre un atractivo que no puede no introducir al Ser, y cuando uno se olvida, este olvidarse, activa, obliga a hacer memoria del Ser. Éste es el valor de la familia, que lanza a cada uno de sus miembros al Destino, a la realización de sí mismo.

Pero no sería realista acabar sin considerar una dificultad, nuestra fragilidad, nuestro mal, y es por eso que el Misterio ha tenido misericordia de nosotros, haciéndose compañero de camino. ¿Cómo? Ahora podemos entenderlo mejor: con el mismo método de la preferencia, es decir suscitando delante de nosotros un atractivo vencedor de modo tal de facilitarnos el reconocerla y adherirse a ella. Este atractivo tiene un nombre, Jesús, que queda presente en la compañía de los hombres que lo reconocen, como compañía y significado del vivir, también de la familia. Acogiendo su presencia, que cada vez te despierta, a causa de una mirada llena de ternura hacia ti, lleno de compasión hacia tu destino, tú eres capaz de no perder el camino, de no dejarte vencer del miedo o del pánico. Este reconocimiento de Cristo, presente en el atractivo de una presencia, irreducible a mis pensamientos, nadie puede entenderlo mejor que uno casado.

De eso nos ha dejado Luis un testimonio sin parangón y con sus palabras concluyo mi intervención: “El don más precioso que me ha hecho el matrimonio ha sido ése de hacerme constantemente encontrar con algo muy cercano e íntimo, pero al mismo tiempo absolutamente otro e irreducible, en una palabra real. Necesito a Jesucristo y no de algo que se le parezca, amo a mi mujer y no algo que se le parezca. Mi imagen de Dios está hecha trizas cada vez más, la hace trizas el propio Jesús: que sea hecha trizas es una de las señales de su presencia. La Encarnación es la esencia por excelencia, manda a la ruina todas las imágenes preconcebidas que se pueda tener del Mesías. La amada terrenal, también cuando aún vive, siempre triunfa sobre la mera idea que de ella se puede tener, y exige uno que sea así. Amar a ella se ha vuelto, dentro de ciertos límites, amar a Cristo. No la imagen de Dios sino a Dios, no la imagen de mi mujer sino a mi mujer”. Gracias.

Moderador:
Agradecemos al padre Julián Carrón, y ahora doy la palabra a Rosy Serio que es la vicedirectora de la Asociación de Familias para la Acogida. La cual, a partir de su experiencia, contará nuestra experiencia, esta historia de historias, que se ha desarrollado en una amistad y ha crecido, justo a partir de aquella conmoción, de aquella gratitud de la que hablaba padre Carrón.

Rosanna Serio: Yo soy un médico, tengo cuatro hijos, también un nieto y lo que quiero contar es justo lo que se decía ahora: mi historia entrelazada con otras historias.

Cuando me he casado, cuando uno se casa, se apuesta sobre el amor recíproco, se apuesta sobre sí; habría bastado nuestro amor recíproco, a mí y a mi marido, nuestra bella casa, todo lo que la vida nos donaba paulatinamente. Pero el atractivo de la mirada que habíamos encontrado en el rostro de don Giussani, de una personalidad humana así increíble y de los amigos que lo habían seguido, habían puesto dentro de nuestro corazón, en nuestra relación, unas ganas de totalidad y belleza que no coincidían con la imagen que teníamos, no coincidía con la imagen que habíamos pensado. Para nosotros - como decía antes el padre Carrón -, para mí y mi marido la apuesta no ha sido sobre nosotros, sino sobre Cristo, sobre la conciencia que teníamos de Él dentro de nuestra relación. De esto, poco a poco, nos hemos vuelto cada vez más conscientes en el tiempo. “Cristo aquí y ahora”, decía don Giussani, o bien: “Abran sus puertas a Cristo”, nos ha dicho el Santo Padre; he aquí, esto es lo que ha dado la forma a nuestra vida personal y familiar y que da la forma a tantas vidas, de tantas personas cristianas, de tantas familias cristianas.

Luego la familia se ha constituido poco a poco, en el método de la acogida que expresa el modo del amor de Cristo respecto al hombre. Esta forma que se expresa en la relación conyugal, en la relación de la fecundidad, en los hijos que dejas nacer y que amas en su nacimiento, en el espacio, en los ritmos y en la forma que das a tu casa, al espacio de tu casa, a las camas, a la mesa que preparas para quien tienes junto a ti. Para nosotros, de modo concreto, eso ha querido decir acoger una circunstancia particular que se ha presentado hace tantos años y ha tenido el rostro de dos adolescentes que pedían ser queridos. El primero, un chico de 14 años que había perdido a los padres, ha quedado con nosotros, se ha licenciado, se ha casado, es parte de nosotros, de nuestra familia y de nuestra vida. El segundo, un chico de 15 años que desde la edad de 4 años estaba en el instituto, era rebelde, no lo querían más, y nosotros lo hemos acogido, con nuestro límite, nuestra impotencia y su límite, su rebelión, pero en esta acogida ha nacido una experiencia de abrazo y de posibilidad de construcción de la suya y nuestra humanidad.

Estas experiencias nos han hecho conscientes de que el límite es impotencia, pero no es nunca renuncia, abandono, no es nunca objeción sino instrumento del amor de Cristo; y es instrumento porque se convierte en petición, se vuelve pedir una ayuda concreta a los amigos, a aquellos más grandes que nosotros, a toda la comunidad, así ha ocurrido. Se han acercado alrededor, todos los rostros de tantos que están aquí, en este acontecimiento de acogida, y muchos se han dejado implicar y poco a poco nos han seguido, nunca no hemos estado solos. A través de esta experiencia hemos encontrado una cosa grande, la obra de Familias para la Acogida que ha nacido de esta y de otras historias parecidas a la nuestra, y nos hemos involucrado con ella, para aprender a ser más humanos, más verdaderos en la circunstancia de la acogida, más capaces que gratuidad.

En el ámbito de la Asociación de Familias para la Acogida hay siempre rostros por mirar, experiencias de familias individuales, simples, pero llenas de atractivo, pero también realidades estructuradas que han nacido y se han nutrido en nuestra historia como la casa de Novella, la casa de Irene, los amigos de Juan que abren su corazón y abren el deseo de que la vida sea de veras vivida así.

Les quiero leer un pedacito de una carta, de un testimonio que hay en la Carta periódica, nuestro instrumento editorial con los que comunicamos la riqueza de nuestra experiencia: “Ser padres de un niño enfermo de un disturbio generalizado del desarrollo de tipo autístico, significa aceptar vivir cada día aquello que Alguien Otro ha decidido sea lo mejor para nosotros. Si hemos logrado ayudarlo es porque también nosotros, de allí, hemos partido, del descubrir y custodiar las necesidades de su corazón, del favorecer sus intereses, del amarlo en su unicidad. Entre nosotros los padres, a los cuales se pide una parecida acogida, ha nacido el deseo de ayudarnos, de hacernos compañía para ser deseo de bien y de esperanza para nuestros niños”.

La amistad, entre tantas familias lejanas geográficamente, pero capaces de una compañía real, ha estructurado y sigue estructurando la riqueza de nuestra experiencia de asociación, que es alimentada continuamente de tantos modos: del trabajo constante sobre los contenidos, de una inteligencia de juicio, de parte de tantas personas que deciden arriesgar su vida y su profesionalidad en este método de la pertenencia a Cristo. Nuestra experiencia documenta, de modo imponente, cómo se realiza la familia y se comprende dentro de la compañía viviente; una forma, una hermandad que entra, alcanza cada relación, hasta la estructura misma de la Asociación.

Hoy somos 3500 familias, los gestos de acogida son tantísimos, en cada ciudad - en nuestros encuentros - una familia puede encontrarnos a través de una señal: de una madre soltera por hospedar, de un niño por acoger, del cuidado de un niño que no nadie quiere, de la adopción de un niño en riesgo jurídico. Así crece la Asociación y éste es el contenido principal de mi testimonio de hoy, que la experiencia de la acogida, sustentada por un ámbito educativo, convierte la hospitalidad en milagro a nuestros ojos y a los ojos del mundo, y por eso tiene fuerza, crece y se dilata.

Se dilata según una fisonomía real y muy diferente de realidad a realidad. Cito algunos ejemplos para hacer entender la realidad de la Asociación: en Lombardía centenares de familias llegan a la asociación participando en los cursos de adopción; todavía leo un fragmento de la Carta periódica sobre los cursos de la adopción: “Hay una atmósfera familiar en las noches de los cursos, entre nosotros las parejas guías y las parejas huéspedes nace una relación de amistad, nos miran y escuchan, asombrados, los testimonios, nos interpelan con preguntas y observaciones, nos cuentan libremente su historia y la última noche, en pizzería, ven con gratitud el recorrido hecho: es su posibilidad de un encuentro con una experiencia imprevista, la intuición que un dato aparentemente así hostil pueda abrir a una maternidad y una paternidad plena y nunca pensada, la intuición de que lo no previsto pueda esconder y llevar algo bueno y positivo a nuestra vida”. Y luego, en Magenta, una experiencia de formación conjunta, donde operadores y familias han obrado juntos, para adquirir un lenguaje común, una cosa muy importante en el desarrollo de los recorridos para la adopción permanente y temporal. En Génova, el trabajo entre las obras de caridad ONLUS y las obras de Empresa Social, donde esta unidad profunda ha consolidado una estima con el ente público y ha dado una posibilidad real de subsidiariedad en acto. En Emilia Romaña, donde hay una gran capacidad de encontrar los servicios, las instituciones, y han sido reconocidos más de 10 proyectos con financiación. Cada familia es un sujeto, es un sujeto de subsidiariedad, pero no de modo formal, como a menudo se dice: hay ámbitos precisos donde esto se experimenta, según una modalidad que se puede decir capilar, hecho de uniones, de personas en juego, de sostén concreto y estable en el tiempo. Por tanto una subjetividad que existe, porque hay una persona que dice “yo”, asumiendo responsabilidades y una subsidiariedad que abraza y sustenta al otro, en el respeto de su libertad.

Éste es un desafío a la mentalidad común. Y siempre genera estupor, preguntas, por tanto está disponible a reconocer el bien que hay. Es de veras increíble ver a nuestras familias normales, no profesionales, no especializadas - pero no por eso incompetentes -, relacionarse y trabajar dentro de los ámbitos de lo social, afirmando la cultura de la acogida: experiencia y no ideología, presencia y no utopía.

Querría, por fin, subrayar como en esta óptica hemos decidido presentar un proyecto que ha tomado el nombre de “Una red de Puntos Familia”, aprobada por el Ministerio del Trabajo y las Políticas Sociales, de la cual tenemos aquí a la doctora Sestini. En este proyecto, en más de veinte ciudades italianas, será desarrollada una red de familias acogedoras, a través de congresos, cursos de adopción temporal de menores, grupos de auto ayuda, grupos de escucha y otros. Eso significará dar visibilidad y reconocimiento público a nuestra labor y permitirá, a quien lo desea, encontrarnos y participar en los gestos específicos de la acogida. Es interesante todavía decir que, en la fase preparatoria, este reconocimiento ya ha ocurrido, porque hemos pedido a entes, personalidades del mundo institucional, asociaciones privadas que expresaran y examinaran una propuesta y reconozcan una utilidad. Hemos tenido más de cien adhesiones.

Acabo leyendo una carta que un amigo nuestro ha escrito, desde el interior del aspecto de la acogida de la diversidad, concierne a un niño que tiene un problema Down, y dice: “La educación de Pietro tiene su máxima dificultad en el hecho que no está enfermo de nada, es casi inútil llevarlo a los médicos, si no de la lentitud del tiempo, y arde si piensan que mi deporte preferido es desplazarme a 200 km la hora sobre una tabla a vela, y arde si piensan que mi trabajo preferido es plantar plantas, y si planto un limón no le hago faltar nada, pero los limones los debe dar; en cambio no, aquí se va despacio, los limones dan aceitunas. La educación de Pietro, su máximo gusto en el hecho que no está quieto, va despacio, no da limones sino aceitunas, estamos más allá de cada previsibilidad. Estamos en manos del Misterio. Quizás se les ha escapado cómo Giussani nos ha invitado al peregrinaje de Loreto: “Lo que todos los días para nosotros sería límite es destinado a hacerse grande, como la mirada de la Virgen; María entendía que el contenido de cada condición humana desarrolla y realiza el diseño de Otro, no la necesidad del propio corazón, sino del corazón de Dios. Los dolores, como la vida, no les faltarán, pero vivirán la vida como un camino; aun cuando el camino será fatigoso, será descubrimiento de un bien realmente grande”. Les aseguro que para nosotros no es academia, sino es realmente así”.

Moderador:
Claro que son sólo sugestiones; este encuentro no quiere cerrar nada, quiere abrir, pero está claro que este bien vive dentro de la sociedad, camina en el corazón y en los brazos de muchas personas entre nosotros, pero también en otras experiencias. Entonces, para que esto pueda contar, pueda ser encontrado, pueda incidir dentro de la sociedad, hay necesidad de alguien que lo sepa reconocer y valorizar, favorecer. Ahora doy la palabra a María Grazia Sestini, que es Subsecretaria del Welfare y que en estos años tanto ha contribuido a favor de la familia, en la acción de este Gobierno.

María Grazia Sestini:
Gracias. Las cosas que puede decir un político con respecto a lo que hemos escuchado parecerán poca cosa, pero la valorización de la familia, que hemos puesto incluso entre las prioridades de nuestra acción de gobierno, del Libro blanco sobre la Welfare en adelante, son absolutamente hijas de esta educación y esta preocupación. Yo trataré de reaccionar desde mi punto de vista a las palabras que hemos oído y en los testimonios que hemos escuchado.

¿Primero, qué es la familia? Es un tema candente éste, sobre todo en el momento en que están escribiendo los Estatutos regionales y parece que esto se haya convertido en el discriminante entre una región y la otra. Antes, en rueda de prensa, estábamos junto a los periodistas, y la pregunta era: “¿Qué hace el Gobierno para la familia?”. El presidente Storace, riendo, ha dicho: “Ya ha hecho todo, ha suspendido el Estatuto de la Región Toscana”. El Gobierno ha suspendido el Estatuto de la Región Toscana porque, junto a la familia basada en el matrimonio, reconoce otras formas de convivencia. Éste puede parecer un acto de libertad o reconocimiento de situaciones de hecho, en realidad es una grave ilegitimidad. El orden civil corresponde al Estado, pero sobre todo es un acto grave contra - parece una paradoja - la libertad de la persona.

En nuestra legislación a los derechos siempre corresponden deberes. Hay una cosa que pocos notan: el artículo 29 de la Constitución, que es el artículo sobre la familia por excelencia, dice que la República por lo tanto, no el Estado sino la República, en todas sus articulaciones, reconoce los derechos de la familia, como sociedad natural basada en el matrimonio. No la familia que se reconoce sola, y es preexistente a cualquier estado, a cualquier región, a cualquier república, sino a los derechos de la familia. En el rito, civil o religioso del matrimonio, está la lectura y la asunción de responsabilidad de los cónyuges, trámite los artículos 142-144 y 147 del Código Civil. Al derecho del reconocimiento corresponde el cumplimiento de los deberes, ésta es la libertad, ha sido un gesto de libertad decir no al Estatuto de la Región Toscana, hemos hecho un servicio a la corrección de la vida civil de este País.

Pero hoy hemos escuchado que la familia puede convertirse en algo extraordinario, que va más allá de la tarea natural que le es confiada, aquella de criar y crecer a los propios hijos; es capaz si es educada y sustentada por una familia más grande. Bromeábamos, antes, con el padre Carrón, que a hablar de la familia estamos él y yo, que familia no tenemos. Sin embargo, podemos hablar de ésta, porque por gracia de Dios yo y él, pero también muchos de ustedes, están dentro de una familia más grande que los hace hablar de estas cosas. Hemos escuchado que se pueden acoger, amar, crecer y también educar a hijos que no son nuestros, porque el amor que mueve es el amor a lo humano, es superabundancia de lo que nos ha sido dado. Pues, el encuentro, personalmente les digo también extraordinario, con los ejemplos de Familias para la Acogida; yo me conmuevo todas las veces que voy a Padua, a encontrar “Ca’ Edimar”, porque de tres o cuatro familias absolutamente normales ha nacido una obra extraordinaria, y miren que no es fácil, porque allí no se acogen a niños de pocos meses, bellos, rubios y con ojos azules, no, allí se acogen muchachos, al límite de la mayoría de edad y a menudo con algún problema judicial aun difícil o muchachos con un drama que está naciendo, rechazados por las familias adoptivas, y por lo tanto chicos rechazados dos veces. Sin embargo allí ha nacido una obra que ha ido hasta más allá de la familia, porque se piensa en el después de estos chicos y se ha construido un centro de formación profesional. En el pasado número de Huellas era alegada esta extraordinaria experiencia, conmovedora, porque aquello nace del ir a fondo del qué es para nosotros vivir junto a otra persona, y de cómo esta convivencia es capaz de acoger a todos.

Entonces la pregunta: “¿Pero cómo las instituciones pueden sustentar todo esto?”. Pueden, cierto, hacer lo que muy sencillamente nosotros hemos hecho, con la Asociación de Familias para la Acogida, pero con tantas otras realidades, sustentar sus obras, también económicamente, dar piernas a su corazón y a su inteligencia, porque estas obras se nutren también de esto: darle la posibilidad de meterse en red, de hablarse, de dialogar. Pero también se requiere otra cosa, se requiere un sistema de servicios que no intente sustituirse a estas realidades, sino que sea interlocutor libre e inteligente, y entonces las iniciativas de tantas municipalidades en Italia, de instalar centros de adopción temporal, cierto es interesante, conque no se convierta en un lugar para especialistas, conque no pretenda enseñar a las familias como hacer los padres.

Desde este punto de vista recojo una provocación del testimonio de Rosy Serio que ella ha dejado caer así, pero la Asociación de Familias para la Acogida sabe muy bien que está al centro de un debate, que hemos hecho a menudo también públicamente, sobre las “familias profesionales”. Es una idea malsana, nacida de algún científico, que dice que para acoger muchachos en particulares dificultades - Mazzi no lo ha dicho, por la natural modestia, pero primero nos ha contado que el 20% de los chicos acogidos por las familias de la Asociación son muchachos con minusvalía, porque ésta es la realidad -, para acoger a estos muchachos harían falta profesiones especiales, haría falta que dentro de aquellas familias hubieran personas con competencias de psiquiatras, de sociólogos. En un congreso del Ministerio en que ha venido fuera esto, al cual he participado, he detenido todo, he dicho no, a estos muchachos les sirven adultos que sepan conducirlos en la aventura de la vida, también pueden ser analfabetos. Ciertamente, es competencia de la red de los servicios crear ayudas, porque la genialidad de Familias para la Acogida, que ha salido del testimonio de Rosy Serio, es justo ésta, y es decir que es Familias para la Acogida de los otros, de los niños, pero también es Familias de la Acogida de una familia con otra, en sustentarse en las normales dificultades del vivir cotidiano.

Entonces servicios inteligentes. Lanzo una propuesta, Presidente Storace, la lanzo a Usted porque sé que la Región Lacio, próximamente, discutirá una ley sobre los consultorios familiares, que habían nacido quizás con el espíritu bueno, para convertirse en una forma de sostén a la familia, en realidad se han vuelto, cuando hay, lugares poco abiertos, en los cuales cuatro enfermeros y un par de médicos distribuyen anticonceptivos a las jovencitas: eso, se han vuelto, desafortunadamente. Entonces, sé que son estructuras de competencia regional, pero podríamos, de acuerdo con las regiones, definir las líneas guías que hagan despegar, pero también como base para las legislaciones regionales, en que los consultores, o como se quieran llamar, se vuelvan - sea aquellos administrados por los Entes Públicos sea aquellos administrados por lo social privado - lugares en que de veras, sobre la base de estas experiencias, todas las familias encuentren respuesta o en todo caso una comparación sobre sus problemas.

La última cosa concierne a las adopciones permanentes y temporales. En Italia los menores en estado de adopción son pocos y eso también, según yo, por una cualidad de nuestra legislación. La legislación tutela la pertenencia del menor a la propia familia de origen: aunque a lo mejor el padre y la madre ya no están, pero una abuela, una tía quiere cuidar de este menor; tutela el hecho que pueda regresar a ésta que en todo caso es su ámbito familiar; tutela el hecho que si el padre y la madre están en particulares situaciones temporales, por lo cual no pueden cuidar de este niño, podrán hacerlo en el futuro. Pero existen, en cambio, tantos otros menores. Aquí ha habido, en los meses pasados, un gran ballet de datos: los datos del Ministerio de la Welfare son los datos de los menores establemente presentes en el instituto, no aquellos tutelados hoy por el tribunal sino aquellos establemente presentes en el instituto; gracias a Dios se han reducido mucho en estos años. Hemos estimado al 30 junio de 2003 que eran no más de dos mil seiscientos cincuenta. ¿Dónde están los otros? Están en estructuras diferentes a los institutos, que no son las familias - y también aquí se necesita ser claros, la ley sobre este punto no es muy clara -, sino “comunidades de tipo familiar”, que es un término ambiguo: no pueden ser dos operadores que juegan a hacer el padre y la madre. Ciertamente, son estructuras que yo espero sean más acogedoras y educativas posible, en la cual el menor encuentra un sostén, un adulto a seguir. Esto es feo, este proceso de cierre de institutos, de una ley que impone el cierre al 31 diciembre de 2006. Cerrar los institutos - abro un paréntesis que me está particularmente en el corazón - no quiere decir condenar la experiencia de los institutos. Porque los institutos de acogida para menores han sido, en los siglos, el primer germen de esta cultura de la acogida. Los paganos a los niños los exponían, el cristianismo los ha acogido, tanto es verdad que los institutos para menores han nacido, en Italia, de la experiencia de los órdenes religiosos. Luego, a mí siempre me asombra otra cosa, siempre la cuento: este año son 450 años de la fundación del Instituto de los Inocentes de Florencia, hecho con la herencia de un gran empresario, con el terreno de la municipalidad florentina y proyectado por Brunelleschi. Pusieron juntos lo mejor de lo que tenían para ofrecerlo a los niños abandonados.

Pues, justo para promover esta cultura de la acogida, para hacer conocer a las familias que hay esta posibilidad, si no de la adopción permanente, pero de la adopción temporal - que es quizás también una obra de amor más grande -, el Ministerio de la Welfare hará, desde el 5 de octubre, una campaña de promoción e información sobre el valor y sobre las oportunidades que esta gran experiencia renovable pueda ser, para los niños, y para toda nuestra sociedad. ¡Gracias!

Moderador:
Agradecemos al Subsecretario. Indudablemente también las regiones, cada vez más, son un punto nodal de esta experiencia y de esta posibilidad que la subsidiariedad abre. Doy por lo tanto la palabra a Francesco Storace, Presidente de la Región Lacio, que en su Estatuto ha querido remarcar la centralidad de la familia fundada en el matrimonio.

Francesco Storace:
Permítanme decir gracias también por la invitación. Vean, ésta para mí es un poco la reanudación de la actividad política, y estaba un poco aterrorizado de ser invitado por el presidente Andreotti a algún debate sobre la ley electoral, sobre lo desvencijado del “Triciclo”, sobre la banda del Presidente del Consejo. Aquí se habla de cosas serias, aquí se habla de valores; y querría también participar un poco de la emoción de ustedes – es también la mía -, aquella de haber sentido por primera vez a don Julián Carrón, su lección.

Vean, aquí se ha hecho mucho referencia- lo ha dicho con particular pasión Rosy Serio; con grande rigor y vigor institucional María Grazia Sestini - a las cuestiones ligadas a la adopción temporal, a la acogida de parte de la familia.

Nosotros hemos querido centrar la política de nuestra Región justo sobre la familia; trabajo que no ha sido fácil. Aquí Mazzi me ha dicho que hemos aprobado un Estatuto, podría decirle a María Grazia Sestini: “Un Estatuto bueno, un Estatuto respetuoso de nuestras tradiciones, de nuestra cultura”. Quiero decirles que se ha convertido en práctica institucional, una legislación para la familia, para la vida, para la solidaridad.

Me interesa decir estas cosas porque parece de vivir en un mundo caracterizado por aquella fea palabra que se llama globalización, por lo cual sólo debe ir adelante quien es más bello, quien es más rico y quien es más dichoso. Y a lo mejor quien no logra llegar a fin del mes, quien tiene algún problema, se las debe arreglar solo. Yo pienso que las instituciones están para ayudar sobre todo a quien tiene problemas. Y eso lo debemos hacer todos los días, con políticas concretas; lo debemos hacer justo para evitar que el desierto avance, como dijo monseñor Carrón, del que he leído tiempo atrás en el Avvenire, cuando ha hablado del cansancio, de la fatiga del Occidente, del desierto, precisamente, que nos circunda. Nosotros tenemos el deber de trabajar para que el desierto no avance y es justo el valor de la familia que representa un lugar fundamental.

Permítanme robar algún minuto de su atención para contarles, esta historia de la legislación sobre la familia en Lacio. Deben saber que antes de nosotros había otro tipo de ley - sobre el surco de aquella que había sido propuesta por el Estatuto de Toscana - por lo cual quienquiera con quienquiera hacía una familia, una unión familiar, quienquiera con quienquiera tenía derecho al sustento del Estado, de la Región, en aquel caso. Nosotros prometimos a los ciudadanos que habríamos cambiado aquella ley: lo hemos hecho, después de haber ganado las elecciones del 2000, y curiosamente nuestra oposición nos contestó aquella ley. Yo pienso que habrían debido contestarnos si no la hubiéramos aprobado aquella ley, porque habría querido decir que por la enésima vez habríamos embaucado a los electores a los cuales habíamos prometido cambiar aquella vieja ley. Hemos tenido la honestidad de mantener una promesa.

Hoy hemos dado un paso más, un paso mucho más importante: aquella legislación, la legislación a tutela de la familia basada en el matrimonio, entra en el nuevo Estatuto. El Estatuto es para la Región como la Constitución para la República. Para cambiar nuestra ley sobre la familia ya no bastará la ley ordinaria, hará falta borrar el nuevo Estatuto, por lo cual se hace imborrable la legislación de Lacio a tutela de la familia. Yo pienso que sea un gran resultado, un resultado que sirve a garantizar que luego una asociación pueda llamar a la puerta del Presidente de la Región: “Somos una familia que tiene que ser respetada porque han escrito dos cosas: no sólo que nos tutelan”, sino también hay algo más en el nuevo estatuto. Cuántas veces Comunión y Liberación ha tocado el tema grande, fascinante, de la subsidiariedad horizontal. Ya no es cuestión de descentralización del Estado a la Región, a las Provincias, a las municipalidades; es la ampliación de la responsabilidad a la sociedad. Saben, yo me he encontrado más veces a discutir en el Consejo regional: ¿quién tiene que hacer ciertas cosas? He aquí, si una parte de la política social me lo hace un muchacho de la “Cascina” en vez de un burócrata regional estoy más tranquilo, eso quiero decir. Y entonces aquella familia en la cual confiar, pedir, delegar responsabilidad, entra en el Estatuto de la Región; miren, hemos discutido por horas. Nuestro nuevo Estatuto dice: “La Región favorece la iniciativa privada en la gestión de servicios de interés general”. Quien se opone a nosotros quería que la Región se limitara a reconocerla, la iniciativa privada, en la gestión de servicios generales. Es la vieja concepción por la que sigues pagando a Pantalón, para engrosar el partido del gasto público.

He aquí porque estas políticas, las políticas para la acogida, puedan encontrar acogida en las instituciones. Yo quiero decirles que, gracias a estas políticas, hemos hecho dar pasos adelante a nuestra Región, también para la formación de nuevas familias. Yo soy feliz de poder contar aquí, y por primera vez, datos importantes, que han concernido a jóvenes parejas, jóvenes parejas hijas de gente pobre, porque es a aquellas personas que se ha dirigido nuestra ley sobre la familia, a aquellas personas que tienen una renta baja. Deben saber que, gracias a la iniciativa de responsabilización de la Región en el ofrecimiento de los préstamos para jóvenes parejas, hoy mil cuatrocientas jóvenes parejas de la Región Lacio se han podido casar, contrayendo un préstamo de doscientos millones de viejas liras garantizado por la Región. Es algo más que un regalo de bodas, es haber dicho a aquellos jóvenes: no es la economía que tiene que impedirles realizar su sueño. Yo pienso que estas cosas se deben hacer, que estas realizaciones se vuelvan conquistas de la sociedad.

He aquí porque soy feliz de estar aquí, de poder contar muchas cosas que hemos querido hacer, para hacer que la familia ya no sea una maldición. Yo sé que Sestini está trabajando junto al ministro Maroni, con una reforma fiscal que vea protagonista por fin la política del cociente, referida al número de los hijos. Ésta es una cuestión que tenemos que hallar - y hemos puesto también ésta en el Estatuto - también en el gran problema de las libertades de elección educativa. También éste es un tema sustancial. Yo no creo que sea muy justo, en el tercer milenio, privar a los padres de un chico de una elección. ¿Por qué, si yo soy pobre, no puedo ir a aquella escuela? ¿Y por qué, si yo soy pobre y tengo más hijos que tú tengo que ser perjudicado más que tú? Ésta es una pregunta que querría dirigirles a muchos detractores de las políticas para la familia, y para la escuela de la familia.

He aquí, amigos míos, yo quiero concluir en estas cosas, quiero concluir renovando el agradecimiento por esta invitación: nos permite demostrar que es posible aun practicar políticas de valores. Vean, lo digo en un momento en que hemos terminado un debate elevado, por caridad, sobre la Constitución europea. Allí se ha afirmado la primacía de la economía; he aquí, nosotros querríamos que se afirmara también otra primacía: aquella del hombre, de los valores, de la persona. Yo pienso que estas cosas puedan ser también practicadas en las instituciones de la República italiana. Por eso nos sentimos en casa con ustedes, cuando contamos estas cosas, espero que les dé placer saber que estas cosas ocurren. Espero poderlas todavía contar por muchos años. Hago mía la afirmación de esta mañana del presidente Andreotti; yo el año próximo espero estar allí, como cada uno de ustedes tiene un pariente en Roma, como dice el papa: “¡hay que hacer nuestra parte!”.

Moderador:
Agradecemos al presidente Storace, también porque, para llevar adelante ciertas cosas, se requiere coraje.

Hemos escuchado que amar es afirmar al otro como significado de sí mismo. Cada uno de nosotros necesita ser acogido, no por un interés, sino por un bien, por aquel hilo de misterio irreducible que cada uno lleva, y de eso la familia es signo, y es llamada a serlo para todos. Por eso les agradecemos por esta ocasión que nos han ofrecido aquí, en involucrarse con estas palabras, también porque compartir las razones ya es el principio del compartir un gesto.

Y quería dejarlos con una última sugestión, una frase que don Giussani nos ha escrito hace poco, hace un año, dice así: “Si Él, el Señor, se ha inclinado sobre los más pequeños para señalar la vía a los adultos, ustedes, que hacen lo mismo, se han vuelto señal de una novedad que, como onda, se dilata de familia en familia, de la más próxima a la más lejana”.

Gracias y buen trabajo a todos.

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