Franz Schubert - La Doncella y la Muerte
autor: Luigi Giussani
fuente: La Cabalgada de lo Eterno

En el primer movimiento del cuarteto de Schubert, después de la alusión a la muerte, brevísima, casi involuntaria, viene el sobresalto y la revancha de la vida. Todo el primer movimiento está determinado por el afirmarse de la vida; es como si la muerte fuera tachada. Pero la muerte es un hecho y el hecho, antes o después, se impone: contra los hechos no se puede desvariar hasta el infinito. El segundo movimiento, bellísimo, representa el tema de la muerte y es como un sollozo en el sentido literal de la palabra, expresado por las notas picadas de los arcos: frente a la muerte tratamos dé vivir con cautela, pero la evidencia del hecho es demasiado fuerte y, como expresa el segundo movimiento, el hombre parece ceder y llora.

Pero no es posible, no es aceptable para el hombre que el sentido de la existencia sea negativo: sucede así, en el tercer movimiento, una especie de debate entre el sí y el no, entre esperanza y desesperación. Este tercer pasaje se parece a la vida del corazón humano, una mezcla, una mezcolanza de las situaciones vividas en el primer y segundo movimiento, como un trabajo del corazón en el que el recuerdo triste sigue dominando, pero es frenado y atravesado por el deseo de continuar viviendo.

El último movimiento describe aquello que nosotros afirmamos cuando decimos que la realidad es signo. La muerte no es la última palabra, de igual modo que la corrupción de las formas no es la verdad de las cosas. Sucede de hecho que la vida, que parece terminar, no muere, sino que camina dentro de lo eterno, como dice una canción de Adriana Mascagni: "en el ser hazme caminar". La cuarta parte, a la que yo llamo "la cabalgada de lo eterno", es la descripción de una vibración positiva y victoriosa, como una cabalgada, un correr por los campos grandes del cielo con toda la compañía que ahora está en torno a nosotros, porque lo eterno es la verdad del presente, y es bello imaginárselo a caballo. El Misterio que hace todas las cosas las ha concebido con esta lucidez positiva, con este amor último, porque todo está destinado a la felicidad. Es necesario traspasar todos los límites: entonces se empieza a ser felices sobre la tierra: "Quien me siga tendrá la vida eterna y el ciento por uno aquí", dijo el judío Jesús de Nazareth. Sólo el pensamiento sobre la muerte puede dar a los pensamientos sobre la vida la intensidad temática, la dramaticidad melódica y la lucidez positiva que emergen en el último movimiento de esta obra maestra de Schubert.

El debate entre el sí y el no desemboca en el misterioso sí del cuarto y último movimiento. Es un sí misterioso, porque Schubert no conoce el rostro del destino, pero sabe que existe, tiene que existir… la gran cabalgada.

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