Galileo ¿Qué cuentan los cielos de él?
autor: Piero Benvenuti y William Shea
(coordinador Mario Gargantini)
fecha: 2009-03-12
fuente: "Cosa narrano i cieli di Galileo?"

Conversación sobre los descubrimientos experimentales del científico (Sala Pio XII) Milán, Italia)

Participan:
Piero Benvenuti, Ordinario de Astrofísica del Departamento de Astronomía de la Universidad de Padua, sub-comisario de la agencia Espacial italiana
William Shea, Titular de la Cátedra Galileiana de Historia de la Ciencia de la Universidad de Padua, miembro del Royal Swedish Academy of Sciences
Coordina: Mario Gargantini, Periodista Científico, Director de la revista Emmeciquadro - Euresis.

Mario Gargantini: Buenas tardes y bienvenidos a este encuentro, que inaugura el año Galileiano en Milán. ¿Qué cuentan los cielos de Galileo? Seguro no sólo las actualizaciones de una secular polémica. Desgraciadamente lo de Galileo está destinado a asumir fácilmente los tonos de la controversia y del conflicto ideológico, aunque, es cierto, muchos exponentes de ambos mundos en contraste, la ciencia y la Iglesia, han indicado claramente la posibilidad de un segundo diálogo. No obstante eso, persiste en la mentalidad común la imagen opuesta y, en algunos casos, permanecen lugares comunes y pesados errores históricos, que además son pocos útiles para afrontar los múltiples desafíos que hoy la ciencia nos pone a todos. Este cuarto centenario de la primera observación de Galileo con el telescopio, lleva elementos más bien estimulantes de lo que puede ofrecer una simple revisión histórica. Por otra parte el debate de los estudiosos ha avanzado mucho y es seguramente mucho más interesante. Nos invita a ahondar en las raíces de aquella forma de conocimiento de la naturaleza científica que a menudo, en estos cuatro siglos, de método de búsqueda e investigación se ha transformado en pretensión de erguirse a medida de toda la realidad.

Hoy nos parece que la manera mejor para hablar de Galileo es ir directamente al contenido de lo que se celebra, y es decir tratar de comprender qué ha ocurrido de sorprendente en aquellas noches de paciente observación entre 1609 y 1610 en Padua - nuestros dos huéspedes vienen justo de la Universidad de Padua. Queremos ir pues, a fondo de esto, tratar de entender qué se ha puesto en marcha a partir de aquellos hechos, de aquellos acontecimientos; qué clase de aventura procede de ellos, y de qué manera, por fin, aquellos mismos acontecimientos se repitieron en la historia de la ciencia.

Hoy por lo tanto hablamos de la experiencia de Galileo con sus profundas implicaciones y las de otros hombres que sucesivamente han dirigido su mirada hacia los mismos objetos - objetos celestes - con métodos e instrumentos cada vez más potentes.
Por esto nos haremos guiar por dos científicos de primer plano, cuya participación les agradezco mucho, gracias por haber acogido la invitación del Centro Cultural de Milán y la asociación Euresis. El Profesor William Shea, uno de los más conocidos y estimados historiadores de ciencia a nivel mundial. Ya docente en la Universidad de Ottawa, en la McGill University de Montreal, en la universidad de Estrasburgo y, desde 2003, titular de la Cátedra Galileiana de Historia de la Ciencia cerca de la Universidad de Padua. De entre sus numerosos títulos, basta con recordar que el Profesor Shea es miembro de numerosas y prestigiosas Instituciones y academias internacionales, como el Royal Swedish Academy of Sciences, donde se seleccionan a los premios Nobel; en este 2009, además, está dando vuelta al mundo para hablar de Galileo.
El Profesor Piero Bienvenuti ordinario de Astrofísica en la Universidad de Padua, que ha desempeñado papeles de relieve internacional en la agencia Espacial europea como director del observatorio de Madrid y Director del Centro europeo del Telescopio Espacial Hubble en Mónaco. Ha sido además Presidente del Instituto Nacional de Astrofísica, I.N.A.F, y ahora es sub-comisario de la agencia Espacial italiana.
A ellos la tarea de acercarnos al encuentro con Galileo y con su aventura. Doy enseguida, por lo tanto, la palabra al Profesor Shea.

William Shea: Agradezco al doctor Gargantini. Estoy muy honrado y encantado de encontrarme aquí con vosotros esta tarde, también porque he venido a escuchar a Piero Benvenuti, el que no se está marchando ahora, sencillamente va a sentarse por no más de media hora; digo esto porque me encuentro en una situación un poco extraña: veo algunos jóvenes que pueden entender lo que voy a decir. Cuando van a un concierto rock, de música moderna, el equipo principal sólo llega después: hace falta una warm band que por media hora prepare al público, y es, precisamente lo que estoy haciendo esta noche. El futuro lo escucharemos del Profesor Benvenuti. Esta tarde querría hablarles de Galileo y empezaría con hacerles ver algo realmente importante. Tendrán la ocasión de ver la representación que Galileo hizo en 1624: el verdadero Galileo, no un santo sino aquel hombre real e interesante; tenemos el privilegio de tener tal representación en un dibujo hecho por Fabio Leoni, presente esta tarde gracias al ingeniero Giovanni Niccodano, que agradezco para habernos dado esta oportunidad. El momento histórico es extraordinario: hace cuatrocientos años Galileo, con su telescopio, cambia la comprensión del mundo. Ocurre algo que también hoy es importante: él realiza unos descubrimientos que nos hacen entender que el mundo no era como se pensaba. Es algo sensacional y querría, en treinta minutos, cumplir una síntesis de lo que vio con su telescopio. ¿Qué descubrió Galileo? Primero que la luna tiene montañas (esta noche la luna es muy bonita, les aconsejo que la miren), unos cráteres parecidos a los de la tierra. ¿Por qué eso es importante? Piensen: si la luna se parece a la tierra, quizás habrá habitantes como nosotros, allá arriba, que nos ven y que a su vez se preguntan si en aquella gran luna hay por casualidad otros seres humanos. Ya los antiguos pensaron en eso. Lo segundo que descubre es que las estrellas fijas son innumerables. ¿Por qué esto es importante? Porque los hombres de su tiempo creían que el cielo ejercía un influjo sobre nuestro carácter, (lo cual no es nada ridículo), puesto que el sol efectivamente da la vida, da calor, hace crecer las cosas, pues era natural pensar que, quizás, los astros también influían en nosotros de algún modo. ¿Hoy nosotros qué hacemos? Si un estudiante no se porta de modo normal el profesor le dice que se vaya al psicólogo. Es un poco lo mismo. Tercer descubrimiento: la vía Láctea es una colección de estrellas: esto es muy interesante porque se pensaba que era vapor. Cuarto descubrimiento: la luz cinérea de la Luna proviene de la Tierra; cuando miran la luna ligeramente creciente, al tercero o cuarto día, ven una tira iluminada, pero también ven que la Luna cumple un círculo, es decir la periferia, porque tenemos el reflejo de la luz que procede de la Tierra: es decir nosotros somos "la Luna de la Luna". Quinto: Júpiter tiene cuatro satélites. Éste es otro argumento interesante porque ustedes saben que todos nosotros estamos girando alrededor del sol a 30 km. al segundo (y aquí no me equivoco porque lo tengo escrito en ese papel!). Eso quiere decir que en una hora nosotros recorreremos junto más de 100 mil km. ¿No sienten nada, verdad? Disculpen: ¿cómo saben que estamos en movimiento? Yo no me lo creería muy fácilmente, porque cuando veo las nubes que se desplazan a 120 km. es un huracán, pues: "¿si la tierra se desplaza a 30 km. al segundo cómo no va a perder, Sr. Galileo, sus nubes?". Galileo hubiera tenido que contestar: "¿esperen a Newton, después de mi muerte" (¿ven cómo puede ser divertida la ciencia?). Y ¿por qué no pierde su luna? Si la luna gira alrededor de la tierra y la tierra gira alrededor del sol, a aquella velocidad debería perder la luna. Contesta: "no lo sé, pero Júpiter tiene cuatro satélites y no los pierde. Pues tengo el mismo problema que tienen ustedes". Luego descubre que Venus tiene unas fases que indican que gira alrededor del sol (sexto descubrimiento) que hay manchas en la superficie del sol, (séptimo descubrimiento) y el octavo es que Saturno tiene dos "orejas para oír mejor" (Galileo no pudo distinguir los anillos, por eso hizo esa hipótesis). ES lo único que no ha sido confirmado. Sobre ocho propuestas siete han sido confirmadas: ¡premio Nobel! Partimos de aquí: esto es lo que Galileo vio. No pudo decir: "La luna que daba la vuelta sólo es la treta de mi secretaria". Si miran la luna con un telescopio que agranda no más de veinte veces, verán que el cuarto día en que es creciente, la línea de perfil interna no sigue una curva perfecta, puesto que la luna no es una esfera perfectamente rotunda. Si es así Galileo, que leyó aquel trozo de "ciencia-ficción" de Plutarco, piensa: "¡entonces quizás éstas son montañas!". Aquí hemos unos puntos blancos: la luz llega en aquella dirección (ésta es una fotografía hecha con un telescopio moderno que agranda veinte veces más). Aquí hay unas montañas que bloquean los rayos del sol que llegan, por lo tanto hay una discontinuidad. Galileo realiza este descubrimiento al principio de enero de 1610 y, en gran prisa, publica sus resultados, ya que tiene miedo que otro haga su descubrimiento. ¿Cómo ha podido construir este telescopio? Existieron telescopios que agrandaban de cuatro veces: él llegó a nueve, luego a veinte. En la ciencia está la teoría y la realidad. En Murano de 1300 eran expertos en lentes que vendían al extranjero - por ejemplo sabemos que vendieron cinco mil o seis mil a los Turcos cada año. Galileo, cuando sintió hablar del telescopio, tuvo la suerte de ir a Murano y encontrar lentes superiores a cualquiera en el mundo. Aquí los jóvenes no tienen que olvidar que en Italia ocurrieron cosas tan fundamentales porque hubo científicos extraordinarios, pero también artesanos excepcionales. Y cuando Galileo dejó Padua para ir a Florencia ya no podrá hacer telescopios porque ya no podía colaborar con aquellos artesanos. Quisiera verdaderamente recordarlos esta noche, porque la ciencia adelanta en la medida en que hay personas que hacen posible el trabajo científico. Aquel fenómeno, decíamos, demuestra que hay montañas y cráteres. Galileo será el único que enseñará el resultado de sus observaciones de modo tan claro. Probad esta noche a mirar la luna con un telescopio y a dibujar lo que veis: si no sois dibujantes buenos no podéis hacerlo. Galileo, en efectos, quería llegar a ser pintor y ha ido al colegio de dibujo por un año, pero su papá le dijo: "Óyeme querido, tú quieres ser pintor pero no somos muy ricos porque yo soy músico y llegar a fin del mes me cuesta, no es muy fácil. ¿Por qué no buscas un trabajo seguro? Por qué no haces el maestro? ¡Eres bueno también en matemáticas!" Y él acepta, pero por toda su vida dirá que quiso ser pintor y tendrá una gran simpatía no por sus colegas en la universidad, sino por la comunidad de los pintores. Éste es un caso curioso en que el arte del dibujante ha contribuido a un gran descubrimiento científico. Os hago ver una fotografía moderna de Albatenio, el cráter que Galileo probablemente ha ilustrado, aunque de modo más grande - sepan que para ser un bueno profesor hay que exagerar un poco, y Galileo fue un buen profesor. Os hago también ver un dibujo de Galileo que les sorprenderá. Galileo hace este dibujo en enero de 1610. Al final de esta hoja hay un horóscopo; y luego se dice que Galileo Galilei es el fundador de la ciencia moderna que puso fin a la oscuridad de la Edad Media. Galileo, con su descubrimiento, hasta piensa poder hacer algo importante en este campo (se trata del horóscopo de Cosme II, el Gran Duque de Toscana; no hay comentario pero estaba trabajando en ello). Les hago ver, en contraste, el trabajo del inglés Thomas Harriot que, un mes antes de Galileo, utiliza un telescopio que agranda seis veces más para mirar la luna. Él se da cuenta del hecho que este terminador, la línea que separa la parte iluminada de la oscura, no es continua, pero nunca pensó, o al menos no escribió nunca que habría montañas en la luna. El 13 de marzo de 1610 se publica el libro de Galileo. No nos olvidemos que en aquel período Italia es el centro del mundo. Cuando sale el libro en Venecia, el mismo día el embajador inglés manda el libro a Inglaterra y los embajadores de los otros países hacen lo mismo. Entonces el libro de Galileo, titulado Sidereus Nuntius, llega a Inglaterra: Harriot ve el libro y un año después ¿qué ve? Nosotros vemos lo que estamos preparados a ver. La anticipación psicológica, intelectual y cultural hace que veamos cosas. Por ejemplo: cuando tengo el privilegio de ir a una pinacoteca con amigos, me hacen ver cosas que hasta entonces no había visto aunque conocía bien el cuadro. Entonces vemos lo que ha ocurrido. Ésta es la publicación galileiana y ésta es la transformación visual del inglés. Ahora quiero que vean rápidamente cómo Galileo era un gran dibujante. Aquí tenemos a uno que tiene un telescopio de la calidad de Galileo, un jesuita de 1614, es decir 4 años después; aunque acepta todo lo que dice Galileo, no es capaz de representarlo. Nueve años después, en 1619, otro jesuita - los jesuitas fueron los mejores profesores del tiempo - Charles Malapert también con un telescopio no lo logra porque no sabe dibujar. En 1620, esto es más interesante, Giuseppe Gancani, que había conocido a Galileo en Padua, acepta todo lo que hizo, pero no sabe, porque si tomo el telescopio y no sé dibujar, debo recordarme lo que vi; hace falta cierta practica que ellos no poseían. Tampoco más tarde, Cristoforo Borri, esta vez en Portugal, no lo logra. Tenemos que esperar a un francés en 1638: Claude Melont. Pero sabemos que los misioneros jesuitas en China hacen traducir enseguida el Sidereus Nuntius de Galileo. Yo no sé el chino pero tengo a un amigo que me ha dijo que la traducción es muy buena. Lo que tenía que hacer la imagen no era eso, él ha volcado la posición de este cráter - es difícil si uno no tiene una preparación: le ha dado la vuelta porque no ha entendido su significado. Pero volvemos rápidamente a la Iglesia del que no hablé. Aquí tenemos la capilla encargada por papa Paolo V, la Capilla Burguesa que está a mano izquierda al fondo entrando en la iglesia de Santa María Mayor. Ésta es la Virgen. Es interesante ver como la luna no es una luna clásica: es la luna de Galileo, hecha por un señor que se llama Ludovico Cardi (alias Cigoli), que ha sido estudiante de dibujo en Florencia con Galileo. Como ustedes que son jóvenes y a lo mejor un día vuelven a ver a un colega, así le ocurrió a él, que fue un gran amigo de Galileo, conocido en la escuela de dibujo. Este hecho ha sido aceptado con gran entusiasmo. El cardinal Borghese es el cliente de la villa homónima y es nieto del Papa. El apellido en origen fue Cafarelli (la hermana del Papa se casó con un Cafarelli). Un día el Pontífice lo llama Borghese, lo nombra cardenal y le da un montón de dinero. ¿Por qué digo esto? Porque el clima era muy distinto del nuestro. Pero volvemos al discípulo, Ludovico Cardi, que abandonó el dibujo galileiano, porque no era muy bueno estéticamente. Velázquez - que conoció a Galileo en Roma - y Pascevo saben muy bien qué es la luna desde el punto de vista iconográfico. Por parte de la Iglesia no tuvimos ningún tipo de oposición.

Paso ahora al otro descubrimiento sensacional de nuestro científico: ¿los satélites de Júpiter. El 7 de enero Galileo ¿por qué mira a Júpiter? Porque aquella tarde Júpiter se veía muy bien. Los astrónomos trabajan así - no como aquellos modernos que ya no miran nada - y ve dos estrellitas que no se encuentran en el catálogo de su colega de Bolonia Maggimi. Para él es realmente interesante porque se trata de dos estrellas fijas que aún no se conocían. ¿El día después vuelve a controlar y qué sucede? Es la historia de la astronomía: aquella tarde llueve. Pero Galileo no deja su botella de vino, vuelve, va a dormir y se propone volver al día después. Esta vez sólo ve dos, es muy extraño, era un movimiento que ellos llaman retrógrado, pero las estrellas son así. El 11 de enero ve dos de ellas apenas corridas, el 12 una configuración un poco curiosa: ¿pero qué está pasando? No sabemos qué pensó Galileo pero observó muy bien y el 13 de enero vio cuatro de ellas: tres a la derecha y a una a la izquierda. Entonces vuelve aún el día siguiente, toma una botella de vino porque la cosa aún más se ponía interesante. Llueve de nuevo, (ésta es la verdadera ciencia). El 15 ve cuatro a la derecha y entonces se le ocurre que no es Júpiter que se desplaza, sino que las estrellas son satélites. Si pensó en eso no podemos saberlo. Mi razón, para decir que fue así, es que normalmente por la tarde él escribía en italiano y aquella tarde por primera vez empieza a escribir en latín porque se trataba de un gran descubrimiento científico que había que comunicar en la lengua científica del tiempo. Hoy escribiríamos en inglés, vuestros hijos escribirán en chino, en aquel entonces se escribía en latín.

Ayer, cuando le pregunté a un profesor de astronomía cuántos eran ahora estos satélites me contestó que ayer eran 63. Os digo aquí otra cosa maravillosa de Galileo: él trató determinar el período de revolución de estos satélites alrededor de Júpiter. En 1612 publica sus tablas. He comparado esto al año 1912 y sólo he encontrado en la enciclopedia británica sólo 1910. Galileo para efectuar el descubrimiento nos ha empleado un día, 18 horas y medio: trescientos años después, millones de euro para comprar telescopios excepcionales. Esto lo digo ahora porque tengo que dejar la palabra al relator principal. Venus gira alrededor del Sol: lo interesante es que de vez en cuando nosotros lo percibimos todo iluminado y de repente no lo vemos más, porque allá hay sol y nosotros estamos aquí; estas fases de Venus indican que gira alrededor del Sol. ¿Cómo hizo Galileo a mirar el Sol? ¿Cómo vio las manchas solares sin padecer daños? Tomó dos vidrios ahumados, pero es muy peligroso. La cosa más bonita en la vida de un profesor son los estudiantes, en casa de Galileo los estudiantes le proponen hacer pasar la luz del Sol por el telescopio y ponerlo sobre una pantalla, "así usted podrá ver en la pantalla lo que hay en el sol sin perjudicar sus ojos". Pues gracias a este estudiante, que se llamaba Benedetto Castelli, Galileo logró hacer observaciones realmente excepcionales. Éste es el dibujo de Galileo. Cuando vio, no pudo ver bien los anillos, (veremos en la diapositiva conclusiva lo que fue): pensó entonces que alrededor de Júpiter probablemente había algunos satélites que no veía bien y, a este dibujo, los ha llamado "las Orejas". La verdad sólo se descubrirá muchos años después por el holandés Huygens y es una imagen muy bonita que conocemos todo. Éstos son los grandes descubrimientos de Galileo y ahora vamos a escuchar algo aún más maravilloso de parte del profesor Piero Benvenuti. Gracias.

Piero Benvenuti: Buenas tardes y gracias a todos por haber intervenido; también le agradezco al amigo Bill Shea por su magnífica introducción esta noche. Ahora me toca igualar la maestría de quien me ha precedido en contaros algo. Os hablaré sin duda de Galileo. Partiendo pero de él querría ilustrarles qué es el cielo, el mismo que él veía, pero cuatrocientos años después. Permítanme que dé un paso atrás: el cielo antes de Galilei. Sabemos muy bien que, ya desde el alba de la humanidad, el cielo ha representado una especie de horizonte más allá del cual, como en el clásico seto de Leopardi, no puede arriesgarse uno si no con el pensamiento. Es el ejemplo clásico y preciso del límite más allá del que no podemos lanzarnos. Sobre la tierra podemos explorar, pasar los oceanos, podemos atravesar los desiertos, podemos ir a ver qué hay más allá de una cadena de montañas. Con el cielo lo que vemos es inalcanzable y frente a esta maravilla - esta imagen que ven es una imagen tomada con el telescopio espacial Hubble y por lo tanto representa algo que no se puede ver a ojo desnudo. Quien ha observado el cielo nocturno en el desierto cuando no hay alrededor luces, sabe que la emoción que se prueba al observar el cielo original es que no se puede quedar indiferentes. En efecto, desde la antigüedad, los grandes poetas inspirados han percibido este algo que llegaba del cielo. El cielo por lo tanto, siempre ha despertado maravilla: el Salmo 18, como saben, habla de la obra de las manos de Dios anunciada por el firmamento. Pero esta maravilla también es desaliento y angustia, porque se da cuenta uno de la insignificancia de nuestra presencia en la inmensidad del universo y por lo tanto mirando al cielo nos abarca cierto miedo y angustia: no entendemos cuál es nuestro papel y nuestra posición en el universo. De ahí por lo tanto que en la antigüedad se trató de construir alrededor de nosotros un universo que nos diera seguridad: las esferas de Eudosso no tuvieron sólo el objetivo de explicar y dar cuenta del movimiento de los planetas y de las estrellas fijas sino también de crear un sistema seguro, cierto, no desconocido; un sistema que nos protegiera y nos explicara lo que ocurría a nuestro alrededor, sin despertar más miedo. Está claro que como el doctor Shea ha demostrado muy bien, Galileo con su anteojo quebranta estas esferas y desplaza en cierto sentido el horizonte. El hecho de que el cielo, o mejor, la luna se ponga igual a la terra, de la misma sustancia, haciendo así admisible la pregunta: "Entonces ¿es posible que haya alguien que viva allá, entre aquellas montañas y valles y que se fija en nosotros como a su luna"?, haciendo en cierto sentido el cielo más unido a la tierra. Los satélites medíceos, luego, como hemos oído, confirman de algún modo el modelo copernicano, el nuevo modelo de visión del mundo que pone al centro del universo el sol y no la tierra y ésta rodando alrededor del sol. Se haga plausible, justo porque observando por la noche el movimiento de los planetas mediceos se ve un pequeño sistema solar en miniatura reproducido y visible en sus movimientos. El universo se vuelve completamente diferente de lo que se imaginaba antes: como se ha dicho antes éstas son estrellas observadas con el telescopio espacial, pero Galilei, cuando dirige el telescopio hacia las Pléyades, hacia La vía Láctea, nota que este blancor indefinido que se ve a simple vista es en realidad un conjunto de millares y millares de estrellas, y descubre así un universo mucho más amplio, mucho más grande que lo que se podía imaginar. Del desaliento inicial del salmista sosegado por el modelo de Eudosso, el modelo tolemaico se descompone de nuevo y el universo increíblemente se vuelve grande y casi ajeno al hombre. Es interesante saber que durante la vida de Galileo, John Milton, gran poeta inglés, le visitó y sin duda hablaron de los nuevos descubrimientos y Milton en su Paradise lost escribe estos versos: "¿Por qué la naturaleza, que es generalmente tan frugal y sabia, se ha hecho responsable de esta desproporción creando todos estos excesos de cuerpos pero totalmente inútiles que sólo brillan"?. Continuando en su poema Milton provee su explicación, que pero es metafísica ni física ni astronómica. Sobre este punto volveremos dentro de poco. ¿Hoy cuál es el cielo que vemos? ¿Todavía existe el cielo estrellado y con qué ojos observamos este universo que nos circunda? ¿Cómo ha cambiado el concepto de cosmos de cuando Galileo apuntó su telescopio? ¿Cuáles son los cambios fundamentales, sustanciales de nuestra concepción del universo? ¿Todavía hay un horizonte que nos separa de algo desconocido? ¿Qué es el hombre frente a este nuevo universo por qué alguien cuide de él? Quizás el cielo todavía existe pero ya no lo vemos más. Ésta es una imagen compuesta por imágenes del satélite que nos enseña la tierra de noche, y ven que todas las áreas están pobladas totalmente alumbradas, contaminadas por la luz. Las estrellas están sumergidas en el mar de luz artificial que nos impide, desde luego, ver las estrellas. Cuando salgamos esta tarde y levantéis los ojos al cielo, quizás veáis la luna, casi llena, quizás llena o cerca de la fase de luna llena si miráis bien, pero si tratáis mirar las estrellas descubriréis que se ven poquísimas. Quizás no pensamos bastante en ello, pero hace sólo cientos cincuenta años, hace doscientos años todos nuestros antepasados, saliendo por la noche, veían el cielo estrellado original. Les aseguro - espero lo hayan visto - que queda imprimido de veras de manera indeleble y produce un enlace entre hombre y universo. Esta unión cotidiana, casi una oración nocturna que todos podían experimentar hace doscientos años y antes, hoy ha desaparecido por completo. Todavía podemos alegrarnos de este espectáculo pero debemos buscarlo, aislarlo, tenemos que ir en sitios donde las luces no molestan. Ya no es algo natural y cotidiano. También porque, además de las luces está la televisión, nuestras costumbres y ya no estamos dispuestos a gastar un poco de tiempo, por considerarlo inútil, para mirar al cielo. ¿Es el fin de la astronomía? No, por supuesto que no. Los astrónomos han desplazado sencillamente sus instrumentos. En Padua, cerca de las casas de Galileo, donde todavía está el observatorio y el Departamento de Astronomía, todavía existen instrumentos pero son de museo y nadie pensaría utilizarlos en las nebulosas noches paduanas. También el telescopio de Asiago, el telescopio del observatorio de Padua, que ha funcionado esplendidamente por muchos años, hoy ya no es competitivo. Es claro, puede hacer algún otro trabajo científico o puede ser útil para hacer un poco de actividad didáctica, pero desde el punto de vista de la astronomía ya no está en la zona y en el sitio justo para hacer astronomía de frontera. Los astrónomos de hoy han desplazado sus observatorios en pocas zonas del globo donde las condiciones meteorológicas y climáticas son tales que pueden aprovechar, de la mejor manera, todas las noches del año. Éstos son los telescopios del European Southern Observatory en Chile, La Silla Paranal Observatory, y esta extraña cúpula cuadrada es la cobertura del Large Binocular Telescope, un telescopio americano-italiano-alemán construido en la cumbre del monte Graham en Arizona. Es un telescopio binocular, y si se lo enseño, difícilmente lograrán reconocer cuál es el telescopio. Es una gran máquina muy compleja en su uso: éstos son los nuevos instrumentos que los astrónomos de hoy utilizan. No sólo, pero han logrado también llevar los instrumentos más allá de la molestia y del filtro de la atmósfera y han logrado explorar el entero espectro electromagnético, no sólo la luz visible sino también las radiaciones de otras longitudes de onda. No sólo el astrónomo ha logrado llevar los telescopios en al espacio, sino también contrastar el efecto de perturbación nociva de la atmósfera misma. La atmósfera, como saben se mueve, es un gas que circunda la Tierra; la luz de las estrellas para llegar a nuestros telescopios terrenales tiene que atravesarla y atravesándola es desviada, es movida, como cuando observan el cielo en proximidad de un viento caliente o una superficie caliente como el asfalto. Pero hoy, antes de llegar a la lámina fotográfica, el instrumento que saca la fotografía pasa por un espejo sutil bajo el cual hay unos pistones que mueven ligeramente estos espejos. Ellos reaccionan modificando la estructura de este espejo, de modo que corrigen la deformación que la luz provoca al pasar por la atmósfera. Por lo tanto se reproducen las condiciones que tendría la luz si se observara fuera de la atmósfera. Es algo fantástico: lo que se ha sido conseguido en los últimos años se llama óptica adaptativa, y ya se utiliza en los más grandes telescopios del mundo porque permite conseguir imágenes tan límpidas y nítidas como se conseguirían en el espacio.

Dentro de un instante veremos como la luz de una estrella es móvil y deformada sin esta corrección. Ésta es una estrella observada en tiempo real: una sola estrella produce muchas imágenes que bailan sobre el plan focal del telescopio. En el momento en que enciendo este sistema de corrección van a ver la estrella que se convierte en una imagen puntiforme, característica de un astro lejano que tiene una estructura de este tipo; eso permite conseguir imágenes de gran calidad. Éste es el nuevo universo que hoy, 400 años después de Galileo, logramos observar. Podemos explorar, pues, La Vía Láctea, y vemos no sólo los millares de estrellas que Galileo logró descubrir con su pequeño telescopio sino estas masas de gas y polvos dentro de los cuales las estrellas nacen, viven y mueren. Hemos aprendido, durante la segunda mitad del siglo pasado, a entender cómo las estrellas se formen, evolucionen y mueran. Empezamos, durante el siglo pasado, a entender que el universo no es estático sino tiene su vida a partir de los elementos que fundan el universo mismo, es decir, las estrellas. Las estrellas no son siempre iguales, tienen su vida que dura según su masa y su situación pero se modifican en el tiempo y se convierten en objetos maravillosos como ésta, que es una nebulosa planetaria, donde en el centro una estrellita ha agotado todo su combustible de hidrógeno y ahora es una especie de restos brillantes de helio muy compacto: es una enana blanca. A su alrededor hay material, el gas que circundaba la estrella inicialmente, se ha expandido ahora, ha sido lanzado afuera despacio y ahora entrará en círculo en el medio interestelar para dar origen a otras estrellas. Hay una especie de continua generación de nuevas estrellas que utilizan el material quemado y utilizado anteriormente por las estrellas. Estas estrellas juntas constituyen las Galaxias. La Vía Láctea, es la galaxia en la que nosotros vivimos, pero hay millones y millones en todo el universo. Son los verdaderos ladrillos del universo y asumen formas muy bonitas como esta, se reúnen en grupos y bordean al universo de manera uniforme: más miramos lejos y más vemos a galaxias esparcidas en todo el cielo. Pero lo realmente fundamental que se ha descubierto durante el siglo pasado, a partir de las observaciones de Hubble, (en los primeros años del siglo), y junto a la formulación de la teoría de la relatividad general de Einstein, estos dos acontecimientos han hecho que hoy supiéramos que no sólo el universo contiene unos objetos que evolucionan con el tiempo, sino él mismo como universo evoluciona, cambia, se expande.
Más lejos miramos en el universo y más vemos a las galaxias alejarse aparentemente a una velocidad cada vez mayor, proporcional a su distancia. Esto se explica como si las galaxias estuvieran dentro de un globo que se hincha y continuamente aumentaran su distancia y separación mutua. Entonces esto ha construido el nuevo modelo del cosmos. Un nuevo modelo que utiliza de la mejor manera la velocidad de la luz, que es el único modo en que conocemos al universo desde la antigüedad y Galileo. Galileo usa un instrumento, el anteojo, que sencillamente le permite ver un número mayor de fotones, una cantidad de luz mayor de la que se puede percibir a ojo desnudo. Pero el punto fundamental es recoger mayor luz. Esta luz no viaja istantaneamente: recuerdo que Galilei se puso el problema de cuál sería la velocidad con que se transmitía la luz: sabía seguro, lo encuentran en sus diálogos, que la luz se propaga más rápido que el sonido porque cuando ven un golpe de artillería disparado, primero veo el relámpago y luego escucho el golpe. Cuando observo un rayo en cielo, primera veo el relámpago y luego siento el estruendo del trueno; cuando veo a uno que pega el martillo sobre una campana o sobre un yunque, antes veo el martillo caer sobre la campana y luego siento el sonido. Indudablemente, él afirma, la velocidad de la luz es superior a la del sonido, pero no sabe cuánto. E imagina un experimento para poderla medir, pero desgraciadamente la velocidad de la luz es muy elevada para nuestros estándares y el experimento que Galileo piensa es ineficaz, no es suficientemente preciso para poder determinar esta velocidad. Él imagina a dos ayudantes con dos linternas puestas a gran distancia el uno del otro pero siempre en vista el uno del otro e, instruidos, uno tiene que cerrar por la noche con una pantalla la linterna y el otro en cuanto vea la linterna desaparecer tiene que hacer lo mismo con la suya. Y del intervalo de tiempo pasado puedo medir cuánto tiempo ha transcurrido para que la luz pase de un ayudante a otro. Desgraciadamente la luz, como sabemos, viaja a 300.000 km. al segundo: el tiempo mediado entre estos dos acontecimientos a la distancia de unos kilómetros es tan pequeño que no se puede medir con este sistema. Hará falta esperar, no mucho tiempo después, al gran astrónomo Ole Rømer que, pocas décadas después, utilizando justo los satélites de Júpiter logra dar una primera evaluación - no muy esmerada porque no tuvo la posibilidad de medir bien lo que quiso medir - de 220.000 kilómetros al segundo por la velocidad de la luz. Luego con los experimentos siguientes de Fizeau y Michelson, esta velocidad por fin se estimó. La velocidad de la luz por nuestros estándares es muy elevada, si la comparamos con las dimensiones del universo es en realidad más bien pequeña. Y entonces, como la luz es el único mensaje que nos llega ahora del universo esto significa que más miramos lejos en el universo más miramos atrás en el tiempo y, maravillosamente e increíblemente – Galileo no podía imaginarlo – hoy podemos reconstruir una secuencia de imágenes que son instantáneas actuales del universo en varias épocas: podemos remontar atrás en el tiempo. La distancia que transcurre entre las observaciones que les he enseñado de las galaxias y las que el amigo Bersanelli estudiará enseguida con su satélite Planck, que son el fondo cósmico, esta distancia temporal es de unos catorce mil millones de años. Precisamente trece mil millones y siete. E, increíblemente, con mis telescopios puedo hacer secciones temporales y ver como el universo fue, o como es hoy, y como estuvo en tiempos diferentes. Esta última imagen es de hace trece mil millones y siete años. El universo en aquella época no contenía estrellas, no contenía galaxias, era una masa más o menos uniforme de gas incandescente, aproximadamente como es el gas que compone nuestro sol. Sabemos que no podemos ver dentro del sol aunque está hecho de gas, porque es un gas ionizado. Los electrones están separados por los otros átomos y esta mezcla que técnicamente se llama plasma es opaca y no permite a la luz propagarse directamente. Pues no podemos ver dentro del sol, más allá de esta barrera que nos impide la mirada, pero aquí estamos realmente al principio de la evolución del universo, no estamos en el momento del así llamado Big Bang, que no sabemos realmente qué es, estamos después de algunos centenares de millares de años, pero prácticamente es el comienzo. Y aquí el universo es casi indistinto. Hay pequeñísimas variaciones de densidad que luego con el tiempo evolucionarán dando forma a las galaxias y las estrellas que hoy observamos. Éste es por lo tanto nuestro universo, nuestro modelo de universo que podemos imaginar que evolucione en varias fases, después de pocos minutos del llamado Big Bang, de esta singularidad inicial, hay un primer núcleo-síntesis, es decir una primera producción de elementos: se forma un 25% de helio, el resto es hidrógeno. Hay huellas de elementos ligeros pero no hay los elementos pesados, los que constituyen las moléculas que nosotros conocemos, las que constituyen nuestro cuerpo, los átomos que nosotros conocemos. Éstas están construidas, "cocidas" en el interior de las estrellas: dentro del núcleo de las estrellas las reacciones termonucleares producen todos los elementos que hoy asociamos. Estos elementos luego, cuando las estrellas mueren y estallan como supernovas o se dispersan como vientos estelares, crean nuevas estrellas, crean moléculas, nubes moleculares, discos proto planetarios, crean planetas y la Tierra. ¿Entonces ven la respuesta a la pregunta que se ponía en su poema John Milton - ¿a qué sirven todas estas estrellas, por qué han sido creadas, por qué hay todo este gran universo alrededor de nosotros? - es que todo este gran universo existe porque somos todos legados a una evolución que ha llevado hoy a estar aquí esta tarde para hablarnos y meditar sobre la que ha sido la historia de nuestro universo. Si no hubieran estado todas estas fases, esta producción lenta y continua de elementos, nosotros no estaríamos aquí. Fue necesario que esto ocurriera así. He aquí porque las estrellas no están allí inútiles, sino están unidas estrechamente a nosotros. El hierro que está en la hemoglobina de nuestra sangre ha sido producido por el estallido de alguna supernova. Todo nosotros somos hijos de aquellos polvos de estrellas que se han esparcido un tiempo en el universo. Pero lo que siempre me emociona más al mirar el cosmos es cómo lo vemos hoy con nuestros telescopios. Esta imagen, parece una simple imagen de galaxias, en realidad es verdadero, hay grandes montones de galaxias, pero hay extraños arcos que aquí ven en varias zonas y que parecerían a primera vista otras pequeñas galaxias. No son eso para nada. Son imágenes alteradas de galaxias que se encuentran detrás de este montón y su luz e imagen está deformada por el hecho de que este espacio se ha vuelto curvo por la presencia de la masa de estas galaxias. Esta geometría ya no es una geometría euclidiana, la que aprendemos en la escuela y con nuestros sentidos cuando nos movemos en el espacio que tenemos a disposición: esta habitación, este magnífico claustro responden a todos los teoremas de la geometría euclidiana. Ustedes saben que Euclides, basándose sencillamente en la experiencia de los teoremas que demostraría luego, nos ha reconstruido lo que experimentamos partiendo de los famosos cinco postulados, los principios de Euclides. Con aquellos cinco postulados, que son creaciones mentales, él ha logrado demostrar todo lo que nosotros experimentamos midiendo la geometría de lo que nos rodea, y no encontró ninguna contradicción en esto. Sucesivamente los matemáticos han probado a eliminar a uno de los cinco postulados, el famoso de las paralelas, y han descubierto que pudieran construir edificios racionales igualmente correctos y "verdaderos" dentro de su construcción racional, partiendo de un postulado diferente, es decir admitiendo que el postulado de las paralelas no fuera verdadero. Estas construcciones lógicas por mucho tiempo aparecieron como meros vuelos pindáricos de matemáticas y de geometría. Una construcción lógicamente consistente no daba ninguna contradicción, sin embargo era sencillamente algo abstracto. Ahora bien, después de Einstein, después del Space Telescope, después de los grandes telescopios que nos permiten ver estas cosas nos hemos dado cuenta que en realidad - y volveremos sobre este punto de la realidad - el espacio también puede ser curvo, es decir, coincidente con aquellas construcciones abstractas que nuestra mente imaginó. Esta coincidencia de la racionalidad, lo que yo puedo imaginar en mi mente, con lo que puedo medir y descubrir en el universo – y no sabíamos esto, Galileo no lo supo, aun siendo un gran físico y matemático, en esto era ignorante como yo lo soy ahora de lo que descubriremos dentro de cien años –, ahora bien esta coincidencia continúa entre la racionalidad de mi razonar y lo que observo, es algo que me produce escalofríos. ¿Qué hemos visto pues con estos telescopios que se han sucedido por centenares de años? Cuatrocientos años después de Galileo, hemos entendido - y Galileo lo intentó pero no logró medir - que la velocidad finita con que viaja la luz nos permite ver el pasado, reconstruir la historia de nuestro universo. También esto es algo que Galileo tampoco podía imaginar. El otro gran descubrimiento del siglo pasado con Einstein es que el espacio y el tiempo, que Galileo en cierto tiempo, pero seguramente también Newton, consideró entidades absolutas, separadas- de una parte el espacio y de la otra el tiempo como entidades intocables e incorruptibles por parte de la materia que estaba alrededor -, en realidad son inseparables de la materia y de la energía que describe el universo. Espacio y tiempo nacen con el universo y se desarrollan con el universo. No tiene sentido pensar en un contenedor absoluto dentro del que ocurre el Big Bang. Éste es una imagen, una de las más desgraciadas expresiones para describir el universo porque no hay ninguna explosión, no hay nada que estalla dentro de una caja. Es todo el universo con el espacio y el tiempo que es arrastrado en esta evolución. El vacío por lo tanto no coincide con la nada, el “ex nihilo” no coincide con lo que hoy los físicos consideran como el vacío y, el universo que nos pertenece y en que vivimos y del que somos parte no es algo exterior a nosotros, está en evolución y nosotros somos parte de ello. Y la evolución de este universo no ha sido inútil, ha creado las bases para ser fértil y originar a la conciencia que refleja sobre el universo mismo y que trata de entender qué es y cuál es la relación entre nosotros que vivimos en este universo y el universo mismo. A este punto podía parecer, hace unos años, que todo agradablemente ya hubiera vuelto en las vías de las esferas de Eudoxo, tuvimos el gusto de comprender que, aún sabiendo que todavía había muchos misterios, ya el cuadro y el mosaico de la evolución del universo estaba delineado perfectamente y que nosotros somos parte de éste y nos encontramos hoy para saberlo describir. Cuando, hace alguna década, más bien quizás hace diez-quince años, algo sucede con nuestras observaciones y nos encontramos frente a un verdadero misterio, tanto que tenemos que preguntarnos como Pilatos: "¿Qué es la verdad"? Las galaxias que hemos visto y que componen el mosaico del universo representan sencillamente el 5% de lo que existe. El 25% está constituido por materia pesada, materia que hace sentir la misma acción gravitatoria pero no emite luz, no sabemos dónde está y de qué está hecha, aunque sabemos que se trata de materia pesada. Y el 70% de lo que existe no sabemos absolutamente qué es, de momento la hemos llamado "energía oscura", "quintaesencia":hace sentir su acción porque nos hemos percatado de que no sólo el universo se expande mas, extendiéndose, no decelera su expansión sino más bien la acelera más. Está acelerando y el responsable es lo que que llamamos energía oscura, pero no sabemos absolutamente qué es. Quizás lo sepamos dentro de unas decenas o centenares de años, pero al momento no sabemos qué es. Entonces la consideración que nos viene espontánea es la de considerar por un lado nuestra gran capacidad de comprender el universo, también comprender todo lo nuevo que aparece pero tenemos que admitir también que hay infinitas cosas en el universo que nosotros no conocemos todavía. Pues hoy somos conscientes de nuestro universo pero también muy ignorantes, porque la realidad del cosmos es un misterio, nunca es alcanzable completamente. Nuestra fe pero es que siempre será inteligible racionalmente, que podremos dominarla siempre racionalmente, pero siempre quedará algo por descubrir, siempre habrá una realidad que está más allá de nuestra comprensión global, total. Al fin y al cabo esto es un consuelo porque si lográramos saber todo, desde el punto de vista científico, no haría falta ni astrónomos ni físicos, habría acabado nuestra carrera, pero eso tendría implicaciones mucho más profundas filosófica y metafísicamente hablando. Pues es bien, es tranquilizador que la realidad es misteriosa, nos da la oportunidad de poder pensar en una realidad más compleja que lo que se nos manifiesta sencillamente a través de los fenómenos espacio-temporales. Y entonces a este punto podemos con este cuadro, con esta sensación de lo que hemos aprendido, con el orgullo de haber visto lo que sabemos hacer, pero también con la humildad de haber entendido que hay muchísimo, un sinfín de cosas que no podemos dominar, podemos releer entonces también la segunda parte del Salmo 8: "Sin embargo, a pesar de que me sienta angustiado frente a la inmensidad del universo, yo soy poco menos de los ángeles. De gloria y de honor me has coronado, me has dado poder sobre las obras de tus manos, todo has puesto bajo mis pies". Pero no olvidemos también que el mismo Salmo 8 nos recuerda que tendremos este poder de dominarlo todo, de entrar en el reino sólo si sabemos observar el cielo con maravilla, con los ojos inocentes y asombrados de un niño. En efecto poco antes se lee: "Con la boca de los críos y los lactantes afirmas Tu potencia". Y entonces con esta actitud verdaderamente podemos hacer coincidir, conciliar lo que aprendemos con el método científico con este otro gran verso con el cual comienza la Biblia.

Gargantini: Antes de dar espacio a dos o a tres preguntas por parte del público me parece poder observar que ha sido de veras feliz – por lo menos lo he entendido así - este paralelo que ha creado el cuento de la experiencia de Galileo hecho antes por el doctor Shea, y luego reproducido según el mismo estilo, actitud y espíritu en el cuento de un científico moderno que recorre en otro modo los mismos pasos, con la misma sensibilidad, quizás reflexionando sobre los mismos salmos. Galileo parece que los ha meditado, como se nota en algunos informes: he aquí, por lo tanto, el informe del doctor Shea que nos ha enseñado la aventura del descubrimiento científico con toda su carga de humanidad y dramatismo, también en el modo en que ha desarrollado su relación. Descubrimiento en que Galileo fue implicado con toda su humanidad, sus cualidades y defectos, su genialidad y límites, con rigor e intemperancias. Y este acontecimiento, en fin, nos abre toda una serie de conocimientos que hemos oído brevemente describir en esta sucesión de conocimientos hasta los confines del universo en aceleración. El doctor Benvenuti nos ha vuelto a proponer las preguntas de Galileo haciéndolas actuales, que es luego lo que a nosotros interesa, enseñando la potencialidad de los instrumentos modernos, que engendran con ritmo cada vez más veloz nuevos acontecimientos de conocimiento y descubrimiento despertando en todo caso la misma sorpresa que se despertó en Galileo cuando se dio cuenta de que lo que veía era algo nuevo, que nadie había visto antes de él. Entonces es a partir de aquellos hechos que podemos plantearnos y desarrollar todo tipo de interrogantes que, naturalmente, por su carácter de experiencia humana y científica, ella pone y ha puesto en la historia. Justo a partir de esto podemos emprender un debate teniendo a disposición dos personalidades que pueden ayudarnos a dar unos pasos más. El tiempo que tenemos a disposición no nos permite hacer si no dos o tres intervenciones por parte del público.

Pregunta: Usted ha señalado algo sobre el contacto que Galileo tuvo con el entorno artesano, de los ópticos, de los constructores de lentes. ¿De lo que sabemos se las hacía incluso por sí mismo?

Shea: Creo que esta pregunta es muy importante. Galileo es un gran manager en este sentido, sabe encontrar a los colaboradores capaces de ayudarlo, porque antes del descubrimiento del telescopio Galileo empezó a hacer un compás y encontró a un artesano que se llamaba Mazzolini, el que fue capaz de realizarlo. Cuando luego trató de hacer las lentes encontró grandes dificultades y no fue capaz de realizarlas como las hacían los vidrieros de Murano. Es algo muy difícil, hoy todavía existe en Venecia una empresa, la de Arquímedes Sicuso, que no utilizan ni ordenador ni termómetros exactamente como se hacía en tiempo de Galileo, salvo que en lugar de tener la leña para calentar el horno hay gas. Emplean seis años para aprender la técnica. El problema artesanal es mucho más difícil ahora de lo que creyera hace dos o tres años. Galileo no logró hacer estas lentes. Lo logró hacia 1622-23, más de diez años después, al encontrar a un artesano que les hizo unas lentes de calidad. Pero Galileo tuvo un interés manual, fue liutista, uno que sabía utilizar sus dedos para producir belleza, le gustaba trabajar con sus manos, tenía una viña y para producir el vino hacía falta trabajar en serio. Tenía el carácter de una persona que se interesa personalmente en la realización de cosas concretas, como por ejemplo el plan inclinado. En el caso de las lentes no ha sido posible llegar a resultados superiores a los de Murano.

Pregunta: ¿Cuáles instrumentos se están realizando con vista al futuro?

Benvenuti: Ya hay algunos proyectos en acto y hay otros planeados. Se trabaja sobre dos líneas, por un lado para aumentar la posibilidad de ver con gran sensibilidad a las longitudes de onda que de la tierra no se pueden observar. Desde la tierra, sabemos, se puede observar bien la luz visible y una parte de las radio ondas. A las otras radiaciones emitidas por los objetos celestes y por lo tanto por el universo son bloqueados por la atmósfera. Por lo tanto tenemos que salir de la atmósfera y situarnos en el espacio. El problema del espacio es que no es fácil, es costoso llevar instrumentos muy grandes. Puesto que los objetos que queremos observar, sobre todo los que están en la extremidad del universo, son muy débiles, sería necesario llevar al espacio espejos muy grandes. Eso no es posible, pero en todo caso estamos planeando al sucesor del telescopio espacial Hubble que se llama "Next Generation Space Telescope", mejor conocido como "James Webb Space Telescope": será un telescopio bastante grande con la característica de observar la luz infrarroja. Aquí haría falta abrir un paréntesis: el hecho de que el universo se expanda también significa que la velocidad aparente de las zonas más lejanas desplaza la misma radiación hacia el rojo. Más lejano se mira, por lo tanto, no sólo se mira más lejano en el tiempo sino también una radiación cada vez más fría, cada vez más hacia el rojo. Para observar esta radiación hace falta tener unos instrumentos que estén fríos, es decir que no emitan ellos mismos la luz porque de otro modo estaríamos en la misma condición de tratar de observar las estrellas de día desde la tierra. Por eso hace falta construir este James Webb Space Telescope, que funcionará a una temperatura muy cercana al cero absoluto, pues a temperaturas realmente muy bajas, con todas las dificultades que eso conlleva. Pero si se realizará nos permitirá observar el universo extremo y sobre todo observar aquella fase de la evolución del universo que no hemos logrado aun ver: nos falta una zona, que es la relativa a la formación de las primeras estrellas, de las primeras galaxias. Ésta es la pieza que nos falta, o mejor que hasta hace pocos años pensamos que fuese definitiva. Luego sucedió que hemos descubierto la materia oscura y el hecho que el universo se expande, por lo tanto ahora la carrera consiste en construir instrumentos que nos permitan entender qué es esa materia oscura. Esto también podemos hacerlo desde la tierra con instrumentos que observan en las radio ondas milimétricas, que están en la fase de planeamiento enormes radiotelescopios: un kilómetro cuadrado de área terrestre cubierta de muchas antenas para observar en las radio ondas. Por eso el problema es tratar de utilizar de la mejor manera los pocos fotones, la poca energía que el universo lejano nos manda. Al mismo tiempo hemos descubierto que existen en el universo unos objetos extremadamente violentos, hay acontecimientos probablemente procedentes del colapso de materias, agujeros negros o acontecimientos de este tipo que producen enormes cantidades de energía explosiva. Entender qué suceda cuando ocurren estos estallidos es otro de los grandes desafíos. Por fin otra línea es buscar señales de presencia de vida de cualquier tipo en otras zonas del universo, en otros planetas, puesto que sabemos ahora estar ya una característica común de todas las estrellas tener sistemas planetarios. Todas las veces que intentamos verlos los encontramos. Pues ahora el reto es buscar estos planetas y algunos que estén comprendidos en la llamada zona habitable y que den algunas señales de presencia eventual de actividad biológica. Creo que éste es en realidad uno de los objetivos más ambiciosos pero más importantes desde el punto de vista del pensamiento, si viéramos que lo que hemos aprendido por esta evolución, es decir que el universo es fértil y produce automáticamente la vida biológica nos haría intensamente meditar sobre nuestra existencia, sobre nuestro papel.

Pregunta: Quería preguntarle su opinión a propósito de la tesis de Stark, según el cual los descubrimientos de Galileo y Keplero han sido posibles en occidente en virtud del Cristianismo, porque existe un principio creador racional, que no sólo desea comunicarse al hombre, sino se revela y desea ser inteligible por el hombre mismo. Usted ha dicho que la realidad del cosmos es misterio, es un misterio inteligible pero inagotable. La tesis de Stark mueve del punto de vista de un historiador. ¿Es también plausible desde el punto de vista de un científico?

Benvenuti: Es una tesis interesante, es certo: hace poco oí otra, la tesis de un historiador que se interesa en civilizaciones mesopotámicas, él opina con cierto éxito la tesis según la cual el origen de las primeras religiones monoteístas coincide con el reconocimiento de los fenómenos astronómicos recurrentes, de las regularidades, de los ciclos astronómicos. En el momento en que uno ha intuido una regularidad en el cosmos por lo tanto no el caos sino una racionalidad que yo puedo comprender, por lo tanto puedo reflejar mi capacidad racional en lo que observo, de ahí nace la idea que exista una mente organizadora. Por lo tanto es plausible, es una tesis que me convence hasta cierto punto, me parece que hay no sólo un análisis científico y un progreso de la ciencia a partir de Galilei. También ha habido una ciencia en la época griega: el helenismo alcanzó niveles de conocimiento muy altos, estamos seguros que se había desarrollado una sólida teoría heliocéntrica antes de Galilei. Los motivos históricos por lo que ha ido de otro modo que tuvimos que esperar a Galilei porque naciera la nueva ciencia son múltiples y no debidos sólo a una evolución lineal. Hubo acontecimientos como el incendio de la biblioteca de Alejandría que ha tenido efectos desoladores sobre la difusión de lo que se había acumulado sobre el saber, por lo tanto no comparto totalmente aquella tesis, pero hay una parte de verdad. El resultado de la evolución de la ciencia moderna de Galileo hasta hoy con la llegada de la física cuántica, de los principios de indeterminación, nos ha hecho entender que el espacio y el tiempo no son entidades absolutas: eso ha permitido pensar racionalmente en entidad que están más allá del espacio de manifestación de los fenómenos espacio-temporales. Qué estén descritos de modo diferente, este no va contra mi capacidad de conocer, al fin y al cabo también coincide con el principio inicial de Galilei, que dice: "Yo renuncio a intentar comprender la esencia, a entender la esencia de las cosas, me limito a considerar los fenómenos"; hoy todo esto permite un diálogo mucho más fructuoso entre la metafisica, la religión y la búsqueda científica. No sólo no hay más conflicto, ya no tiene sentido el conflicto, sino más bien es posible un diálogo que dé frutos.

Shea: Estoy de acuerdo con lo que acaba de decir el doctor Benvenuti. Pienso que nos encontramos en un mundo de cosas que son históricas. Obviamente la ciencia ha nacido en un clima de reflexión filosófica en Grecia. Galilei se veía cómo el heredero de Arquímedes, la teoría copernicana era la reanudación de una idea de Aristarco. La idea que una visión religiosa, cuyo centro de reflexión es un creador, obviamente hace razonable una búsqueda de leyes en sentido profundo: se trata de algo que no sólo ocurre, sino que ha sido hecho. Si esto es importante, lo debemos en buena parte a las religiones monoteístas, es decir al Islam hasta de las dificultades de carácter político también en alguna parte del mundo; nosotros hemos conocido un período bastante difícil hasta finales de la Edad Media con la vuelta de la tradición griega. Pienso que una justificación metafísica es más fácil en un contexto del cristianismo, éste pienso que es más válido. Pero hay que estar atentos a no ir más allá de lo que realmente ha ocurrido. Hace falta reconocer que la ciencia es un tipo de reflexión donde uno trata de entender que las cosas ocurren no por la voluntad de algún Dios, sino porque hay reglas que han sido creadas evolucionadas por un Creador. Pero la investigación queda siempre abierta. Yo pienso, hablando de Galileo, que si no hubiera existido Galileo la ciencia moderna estaría aún. Galileo, sin embargo, ha acelerado la reflexión científica, sin él unos años después el desarrollo no habría sido tan dinamico, tan intenso. Mucho más difícil es el problema de la evolución, pero tendremos otra ocasión para hablar de eso.

Pregunta: Me parece que en todo lo de Galileo, como en la ciencia actual, el punto fundamental es el papel de la tecnología. Antes se ha hecho referencia a Euclides, que hace 1500 años primero construyó un teorema teórico puramente lógico. El doctor Shea citó la tecnología alejandrina y grecorromana, que estaba ya muy avanzada. Pues en realidad no es que haya habido un gran progreso tecnológico de la época clásica al siglo XVII. ¿Por qué ha habido este salto, gracias al que la tecnología y el conocimiento se entrelazan y se completan fecundamente en este mecanismo evolutivo?

Shea: Se trata del problema de la continuidad/ discontinuidad. A veces en la filosofía moderna se ha hablado de ritmos que han cambiados, a menudo he discutido de ello con mi amigo Thomas Kuhn: es un modo de retomar lo que usted subraya. Hay momentos de continuidad y, llega un momento, en que a alguien se le ocurre una idea nueva, radicalmente nueva. Tengo junto a mí a un hombre que estimo muchísimo, uno de los más célebres y competentes astrónomos al mundo. Pero sepan que ha empezado su actividad científica enseñando que no hay materia oscura; él hablaba de un 10 por ciento de la realidad. ¡Y es mi amigo todavía!

Gargantini: Gracias. Es cierto que querríamos seguir adelante con ustedes, pero esperamos tener otras ocasiones de tener con nosotros al doctor Shea y al doctor Benvenuti para continuar este debate y para profundizar los temas que quedan abiertos. Los cielos de Galileo - podemos decir concluyendo esta noche, pero abriendo en realidad un debate - tal como los cielos del telescopio Hubble y del próximo telescopio espacial cuentan, pues, una aventura de conocimiento que como tal – hemos visto como señas, pero muy eficaces - está entrelazada fuertemente con la experiencia de los hombres que la han vivido. También las preguntas evidenciaban esta unión entre el conocimiento científico y la historia de los hombres. A veces este enlace también puede hacerse complicado, puede engendrar problemas, como en el caso de Galileo y en otros momentos de la historia científica, pero esto hace parte de la naturaleza de una experiencia semejante. Se trata entonces, creo, de asumir con coherencia lo que nos ha alimentado el conocimiento: el amor y la pasión por la realidad, por los fenómenos, por lo que ocurre. Para conocer pues, podríamos decir que no basta con pensar, echarse a pensar; hace falta mirar lo que ocurre: debe ocurrir algo y hace falta mirarlo. Hoy justo hemos mirado a cosas que han ocurrido y que todavía ocurren. Hace falta, además, encontrar la capacidad, o deberíamos decir mejor la libertad, de reconocer lo nuevo cuando aparece. Reconocer lo nuevo y hacerlo reconocer. Galileo ha tenido éxito en el primer caso, menos en el segundo.

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