Jean Daniélou. Quién fue de veras el cardenal
autor: Jonah Lynch
fecha: 2012-05-09
fuente: Chi era davvero il cardinale Daniélou
traducción: María Eugenia Flores Luna

Protagonista de la estación del Concilio Vaticano II. Exponente de punta de la nouvelle théologie. Entre los fundadores de Sources Chrétiennes. Periodista, escritor, estudioso, polemista, filólogo, predicador. Sin embargo, hoy, de Jean Daniélou, nombrado cardenal por Pablo VI en 1969, se acuerdan sólo las extrañas circunstancias de la muerte, contada por la prensa sensacionalista parisina.

Daniélou murió el 19 de mayo de 1974, tronchado por un infarto, delante de la puerta del apartamento del call-girl Mimi Santoni, al cuarto piso de un edificio miserable al número 56 de rue Dulong. ¿Tenía una doble vida? Así creyeron los periódicos y, según Henri de Lubac, también algún jesuita colega suyo. Sin embargo, las monjas de las Hijas del Corazón de María, que lo hospedaron en los últimos dos años de su vida, no han creído nunca en aquella historia. Y la misma Mimi Santoni, entrevistada por Emmanuelle de Boysson, testimonió que Daniélou fue a llevarle dinero para pagar al abogado de su marido, entonces en la cárcel. "Estaba blanco como una sábana. Me pidió que abriera la ventana, porque hacía calor. ¿Y se aflojó en el piso, un último suspiro y nunca más". ¿Quién fue de veras el cardenal Daniélou?

De su autobiografía, como del recuerdo de quién lo conocía bien, emerge el retrato de un hombre singularmente libre, fuera de los esquemas. Se coloca fuera sea del ámbito mundano, (frecuentado por el padre), más veces ministro, sea de la "clase clerical": "Je suis très profondément un homme de Eglise, je suis très peu clérical" [Yo soy muy profundamente un hombre de Iglesia, soy muy poco clerical]. En sus retiros espirituales puso abiertamente, casi exageradamente, las preguntas candentes de la fe. No se escondió detrás de piadosas frases. Al mismo tiempo, su certeza no tenía el sabor de la intransigencia. Su fe no ha constituido nunca para él una muralla contra lo diferente, sino un motivo de encuentro. Esta abertura de espíritu deriva ciertamente de la educación que su madre Madeleine le ha donado. Quizás también de los paisajes abiertos y ventosos de Bretaña, donde ha pasado la infancia. Pero también se entrevé la presencia escondida del hermano Alain, gran estudioso de hinduismo y de musicología étnica, que renunció a la patria, a la fe, y a la familia, declarándose homosexual y partiendo por el oriente. Jean no interrumpió nunca la comunicación con el hermano; más bien, probablemente las elecciones tan diferentes de Alain constituyeron por Jean una continua aguijada.

No era sólo hombre del diálogo. También era el hombre de la firmeza y del vigor del pensamiento. No tenía miedo de usar palabras fuertes cuando estaba en juego un punto irrenunciable. Profundo conocedor y admirador de las religiones (hebraísmo, pero también el islam, el hinduismo, el Budismo, el animismo africano), estaba comprometido para hacer emerger aquellos elementos comunes sobre los cuales hacer palanca para mejor vivir junto, y también para enseñar la conveniencia del Cristianismo a los deseos expresos en cada religión. La única posición religiosa con que tenía bien poca paciencia fue el ateísmo, que consideró una posición "profundamente inhumana". Reivindicó la profunda razonabilidad de la fe, a menudo también con tonos elegantemente irónicos.

Le gustaba discutir con los estudiantes: fue capellán universitario y, junto a madre Marie de l’ Assomption, dio vida a un movimiento eclesial para estudiantes, denominado Círculo san Juan Bautista (bastantes libros suyos han nacido de esta actividad de predicación). Daniélou no fue solamente un hombre de cultura; no fue tampoco ante todo un hombre de cultura. Fue ante todo un sacerdote, apóstol de Cristo, inflamado por el deseo de enseñarles a los hombres y a las mujeres la belleza de la vida cristiana.

La suya es una voz de gran actualidad. Su pensamiento y su acción pastoral han adelantado de diferentes décadas los esfuerzos de ecumenismo y diálogo inter-religioso que continúan en nuestros días. Su aproximación a la interpretación de la escritura se encuentra, casi inalterada, en la obra del actual pontífice, en particular en las introducciones a los dos volúmenes sobre Jesús de Nazaret.

En los meses pasados, intelectuales como Ravasi y Simonetti han escrito de él sobre la prensa italiana. Muchos editores, entre los cuales Lindau, Cantagalli, Arkeios, Morcelliana y EDB, están reeditando sus obras. Está en Roma el congreso de estudios en el Aula Magna de la Universidad Santa Cruz. Ha sido el primer congreso italiano en casi cuarenta años que se ocupa de la obra del cardenal francés.

Él, además, en cuarenta años no ha envejecido. Cuando tenía sesenta y nueve años, escribió: "J'ai toujours vingt ans; ceux que j'ai connus à vingt ans ont toujours vingt ans pour moi" [Yo tengo todavía veinte años: las personas que he conocido a los veinte años tienen todavía veinte años para mí].

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