La estructura irreducible de la vida
autor: Michael Polanyi
fecha: 1968-06-21
fuente: Life’s Irreducible Structure
La struttura irriducibile della vita
«Science» (Ciencias) 160 (1968), pp. 1308-1312, tr. it. por A. Rossi, en M. Polanyi, Conoscere ed essere (Conocer y ser), Armando, Roma 1988, pp. 265-280.
traducción: María Eugenia Flores Luna

Las funciones vitales y las informaciones en el ADN son restricciones caracterizadas por una serie de limitaciones sobre ellas.

En este breve ensayo publicado originalmente en la revista Ciencias, el químico-físico Michael Polanyi (1891-1976), convertido sucesivamente en epistemólogo y filósofo, explica con lenguaje claro y accesible la diferencia entre la vida del organismo, el funcionamiento de un mecanismo, y las leyes de la física o de la química que preceden los procesos. El Autor muestra que lo real se presenta en la naturaleza según una jerarquía de niveles complejos, en la cual los niveles superiores no son reducibles a aquellos inferiores. Tal jerarquía es verificable también en los diversos procesos que componen la estructura de los seres vivos, en los cuales los niveles superiores parecen controlar las “condiciones al contorno” dejadas libres e indeterminadas por los procesos de nivel inferior. En particular, se afronta la irreductibilidad de la información contenida en el ADN respecto a la física y a la química que son la base de la estructura de las moléculas que la componen.

1. Los confines que controlan las leyes de la naturaleza inanimada

Si todos los hombres fueran exterminados, eso no influenciaría las leyes de la naturaleza inanimada. Pero la producción de máquinas cesaría, y hasta que no hayan renacido los hombres, no podría haber más máquinas.

Algunos animales pueden producir instrumentos, pero sólo los hombres pueden construir máquinas; las máquinas son artefactos humanos, hechos de materia inanimada.

El Oxford Dictionary describe una máquina como «un aparato para aplicar potencia mecánica, constituido por un cierto número de partes interrelacionadas, cada una con una función definida». Podría ser, por ejemplo, una máquina para coser o imprimir. Asumamos que la potencia que hace funcionar la máquina esté incorporada a ella y descuidamos el hecho que deba ser renovada de tanto en tanto. Podemos decir, entonces, que la fabricación de una máquina consiste en cortar partes formadas apropiadamente y acoplarlas para que su acción mecánica conjunta sirva a un posible objetivo humano.

La estructura de las máquinas y el funcionamiento de su estructura son así modelados por el hombre, aunque su material y las fuerzas que las hacen funcionar obedecen a las leyes de la naturaleza inanimada. Construyendo una máquina y dándole potencia, controlamos las leyes de la naturaleza actuando en su materia y en su potencia motriz haciendo que ellas sirvan a nuestro cuerpo.

Este control no es indestructible; la estructura de la máquina y con ella su funcionamiento pueden destruirse. Pero eso no influenciará las fuerzas de la naturaleza inanimada en la cual se basaba el funcionamiento de las máquinas; simplemente las e de las restricciones que la máquina le ha impuesto antes de destruirse.

Así la máquina en su conjunto trabaja bajo el control de dos principios distintos. Aquel superior es el principio del proyecto de la máquina y este controla a aquel inferior, que consiste en los procesos físico-químicos en el cual se basa la máquina. Nosotros formamos comúnmente tal estructura a dos niveles al conducir un experimento; pero hay una diferencia entre construir una máquina y llevar a cabo un experimento. El experimentador impone restricciones a la naturaleza con el fin de observar su comportamiento bajo estas restricciones, mientras la construcción de una máquina restringe a la naturaleza con el fin de controlar las operaciones. Pero podemos tomar prestado un término de la física y describir ambas restricciones útiles de la naturaleza como la imposición de condiciones al contorno de las leyes de la física y de la química.

Quisiera extenderme sobre eso. He ejemplificado dos tipos de confines. En la máquina nuestro interés principal residía en los efectos de las condiciones al contorno, mientras en un dispositivo experimental estamos interesados en los procesos naturales controlados por los confines. Hay muchos ejemplos comunes de ambos tipos de confines. Cuando una olla contiene la sopa que estamos cocinando, estamos interesados en la sopa; e, igualmente, cuando observamos una reacción en una probeta, estudiamos la reacción, no la probeta. Lo contrario es verdad para una partida de ajedrez. La estrategia del jugador impone condiciones a las diversas movidas, que siguen las leyes del ajedrez, pero nuestro interés reside en las condiciones – es decir en la estrategia, no en los diversos movimientos como ejemplificaciones de las leyes. E igualmente, cuando un escultor modela una piedra o un pintor compone un lienzo, nuestro interés reside en las condiciones impuestas al material y no en el material en sí mismo.

Podemos distinguir estos dos tipos de confines diciendo que el primero representa un confín de tipo probeta mientras el segundo es de tipo máquina. Desplazando nuestra atención, podemos a veces cambiar un confín de un tipo al otro.

Todas las comunicaciones forman un confín de tipo máquina, y estos confines forman una entera jerarquía de niveles consecutivos de acción. Un vocabulario pone condiciones al contorno a la expresión de la voz; la gramática controla las palabras al formar frases; y las frases son modeladas en un texto que transmite una comunicación. En todas estas fases estamos interesados en las condiciones impuestas por un poder que comprende restricciones, antes que en principios controlados por ellas.

2. Los mecanismos de los seres vivos son clasificados como máquinas

De las máquinas pasamos a los seres vivos, recordando que los animales se mueven mecánicamente y que tienen órganos internos que realizan funciones como hacen las partes de una máquina – funciones que sostienen la vida del organismo igual que las máquinas sirven a los intereses de sus usuarios. Por siglos en el pasado las funciones de la vida han sido parangonadas a las funciones de la máquina, y la fisiología ha tentado de interpretar el organismo como una red compleja de mecanismos. Los órganos son definidos a consecuencia de sus funciones de preservación de la vida.

Cualquier parte coherente del organismo es en efecto desconcertante para la fisiología, y también insignificante para la patología, hasta que no se descubre el modo en que ella beneficia al organismo. Y puedo agregar que cualquier descripción de tal sistema en términos de su topografía físico química carece de sentido si no fuera porque la descripción puede reclamar a escondidas la interpretación fisiológica del sistema – igual que la topografía de una máquina carece de sentido hasta que no hipotizamos cómo funciona el dispositivo, y con qué fin.

En este sentido el organismo parece ser, como una máquina, un sistema que funciona según dos principios diferentes: su estructura sirve como condición al contorno que controla los procesos físico-químicos mediante la cual sus órganos realizan sus funciones. Así, puede ser llamado un sistema bajo control dual. La morfogénesis, el proceso a través del cual se desarrolla la estructura de los seres vivos, puede ser por tanto parangonado a la formación de una máquina que actuará como confín para las leyes de la naturaleza inanimada. En efecto, igual que estas leyes sirven a la máquina, así ellas sirven también al organismo desarrollado.

Una condición al contorno es siempre extraña al proceso que ella delimita.

En los experimentos de Galileo sobre las bolas que ruedan sobre un plano inclinado, el ángulo de inclinación del plano no era derivado por las leyes de la mecánica, sino fue elegido por Galileo. Y como esta elección de la inclinación era extraña a las leyes de la mecánica, así la forma y la confección de las probetas son extrañas a las leyes de la química. Lo mismo vale para confines de tipo máquina; su estructura no puede ser definida en términos de leyes que ellas controlan. Ni puede un vocabulario determinar el contenido de un texto, y así sucesivamente. Por eso, si la estructura de los seres vivos es un conjunto de condiciones al contorno, esta estructura es extraña a las leyes de la física y de la química, que el organismo está controlando. Así la morfología de los seres vivos trasciende las leyes de la física y de la química.

3. La información del ADN genera mecanismos

Pero la analogía entre componentes de una máquina y funciones vitales es debilitada por el hecho que los órganos no son formados artificialmente como partes de una máquina. Es por tanto una ventaja encontrar que el proceso morfogenético es explicado en línea de principio a través de la transmisión de información almacenada en el ADN, interpretada en tal sentido por Watson y Crick.

Se dice que una molécula de ADN representa el código – es decir una secuencia lineal de elementos, cuya combinación es la información transmitida por el código. En el caso del ADN, cada uno de los elementos de la serie consiste en una de cuatro bases orgánicas alternativas (más precisamente: cuatro alternativas que consisten en dos posiciones de dos diferentes bases orgánicas compuestas). Tal código transmitirá la máxima cantidad de información si las cuatro bases orgánicas tendrán igual probabilidad de formar cualquier elemento particular de la serie. Cualquier diferencia en la unión de las cuatro bases alternativas, o en el mismo punto de la serie o entre dos puntos de la serie, causará que la información transmitida de la serie caiga más abajo del ideal máximo. El contenido de información del ADN es de hecho conocido por ser algo reducido por tal redundancia, pero yo acepto aquí la asunción de Watson y Crick según la cual esta redundancia no impide al DNA funcionar eficazmente como un código. De consecuencia dejaré atrás por mayor brevedad la redundancia en el código del ADN y hablaré de ello como si funcionara de óptimo modo, con la misma probabilidad que se realicen todos sus enlaces básicos alternativos.

Aclaremos qué sucedería en el caso opuesto. Supongamos que la estructura efectiva de una molécula de ADN fuera debida al hecho que el enlace de sus bases fueran mucho más fuertes de cuanto los enlaces serían por cualquier otra distribución de las bases, por tanto tal molécula de ADN no tendría algún contenido de información. Su carácter de código sería negado por una redundancia aplastante.

Podemos notar que esto es efectivamente el caso para una molécula química ordinaria. Porque su estructura regular es debida a un máximo de estabilidad, que corresponde a un mínimo de energía potencial, su carácter regular carece de la capacidad de funcionar como código. La configuración de los átomos que forman un cristal es otro caso de orden complejo sin contenido informativo apreciable.

Hay un tipo de estabilidad que a menudo se opone a la fuerza estabilizadora de una energía potencial. Cuando un líquido se evapora, eso puede ser entendido como un aumento de entropía que acompaña la dispersión de sus partículas. Se toma en consideración la tendencia dispersiva añadiendo sus poderes a aquellos de la energía potencial, pero la corrección es mínima para casos de fuerte caída de energía potencial o para bajas temperaturas, o para ambas. Podemos no considerarla, para simplificar las cosas, y decir que las estructuras químicas establecidas por los poderes estabilizadores del enlace químico no tienen contenido informativo apreciable.

A la luz de la teoría actual de la evolución, se debe asumir que la estructura de código del ADN haya surgido por una serie de variaciones causales establecidas por selección natural. Pero este aspecto de evolución es aquí irrelevante; cualquiera que pueda ser el origen de una configuración de ADN, puede funcionar como código sólo si su orden no es debido a las fuerzas de la energía potencial. Debe ser físicamente indeterminada como lo es la secuencia de palabras en una página impresa. Como la disposición de una página impresa es extraña a la química de la página impresa, así la secuencia de bases en una molécula de ADN es extraña a la fuerza química que actúa en la molécula de ADN. Es esta indeterminación física de la secuencia que produce la improbabilidad del presentarse de cualquier frecuencia particular y por eso la hace capaz de tener un significado – un significado que tiene un contenido de información matemáticamente determinado igual a la improbabilidad numérica de la combinación.

4. El ADN funciona como un programa

Pero queda un punto fundamental por considerar. Una página impresa puede ser una simple mezcla de palabras y por tanto no tiene algún contenido de información. Así el cálculo de improbabilidades da el posible, antes que el efectivo contenido de informaciones de una página. Y esto se aplica también al contenido de información atribuido a una molécula de ADN; la secuencia de las bases es considerada significativa sólo porque asumimos con Watson y Crick que esta disposición genera las estructuras de la descendencia dotándola del proprio contenido de información.

Esto nos lleva al final al punto al cual miraba cuando he iniciado a analizar el contenido de información del ADN: ¿se puede parangonar el control de la morfogénesis de parte del ADN a la proyectación y formación de una máquina de parte de un ingeniero? Hemos visto que la fisiología interpreta el organismo como una red compleja de mecanismos, y que un organismo es – como una máquina – un sistema bajo control dual. Su estructura es aquella de una condición al contorno que controla las sustancias físicas y químicas dentro del organismo al servicio de funciones fisiológicas. Así, generando un organismo, el ADN inicia y controla el crecimiento de un mecanismo que funcionará como una condición al contorno al interno de un sistema bajo control dual. Y podemos agregar que el mismo ADN es un sistema de este tipo, porque cada sistema que transmite información está bajo control dual, dado que cada sistema de este tipo restringe y ordena, en función de la transmisión, su información, vastos recursos de detalles que serían además dejados al azar, y actúa por tanto como una condición al contorno. En el caso del ADN esta condición al contorno es un programa del organismo en crecimiento (1).

Podemos concluir que en cada célula del embrión está presente el duplicado de una molécula de ADN que tiene una disposición linear de sus bases – una disposición que, siendo independiente de las fuerzas químicas al interno de las moléculas de ADN, transporta una rica cantidad de información significativa. Y veamos que cuando esta información modela al embrión en crecimiento ella produce condiciones al contorno que, siendo ellas mismas independientes de las fuerzas físico-químicas en las cuales están radicadas, controlan el mecanismo de la vida en el organismo desarrollado.

Dilucidar esta transmisión es hoy tarea principal de los biólogos, sobre la que regresaré aún más adelante.

5. Surgen aquí algunos problemas accesorios

Hemos visto condiciones al contorno que introducen principios no susceptibles de formulación en términos de física o química en artefactos inanimados y en seres vivos; las hemos visto necesarias al contenido di información en una página impresa o en el ADN, e introducir principios mecánicos en máquinas así como en los mecanismos de la vida.

Quisiera agregar ahora qué condiciones al contorno de sistemas inanimados estables de la historia del universo se encuentran en los dominios de la geología, geografía y astronomía, pero que estas no forman sistemas de control dual.

Ellas se parecen, bajo este aspecto, al tipo probeta de los confines del cual he hablado antes. Por tanto la existencia del control dual en las máquinas y en los mecanismos vivientes representa una discontinuidad entre máquinas y seres vivos de un lado y naturaleza inanimada del otro lado, así que sea las máquinas que los seres vivos son irreducibles a las leyes de la física y de la química.

La irreductibilidad no debe ser identificada con el simple hecho que la unión de las partes puede producir aspectos que no son observados en las partes separadas. El sol es una esfera y sus partes no son esferas, ni la ley de gravitación habla de esferas; pero la mutua interacción gravitacional hace que las partes del sol formen una esfera. Tales casos de holismo son comunes en física y en química. Se dice a menudo que ellos representen una transición a los seres vivos, pero no es así, porque ellos son reducibles a las leyes de la materia inanimada, mientras los seres vivos no lo son.

Pero existe una continuidad más bien diferente entre la vida y la naturaleza inanimada. En efecto los origines de la vida no difieren netamente de sus antecedentes puramente físico-químicos. Se puede reconciliar esta continuidad con la irreductibilidad de los seres vivos recordando el caso análogo de artefactos inanimados. Se considere la irreductibilidad de las máquinas; ningún animal puede producir una máquina, pero algunos animales pueden hacer instrumentos primitivos, y el uso de estos instrumentos puede ser difícilmente distinguible por el simple uso de las articulaciones de los animales. O se considere un conjunto de sonidos que transmitan información; el conjunto de sonidos puede ser tan disturbado por el rumor que su presencia ya no es claramente identificable. Podemos decir por tanto que el control ejercitado por las condiciones al contorno de un sistema puede ser reducido gradualmente hasta desvanecerse.

El hecho que el efecto de un principio superior sobre un sistema bajo control dual pueda tener cualquier valor hasta cero nos puede permitir también concebir la emergencia continua de principios irreducibles con el origen de la vida.

6. Podemos ahora reconocer principios adicionales irreducibles

La irreductibilidad de las máquinas y de las comunicaciones impresas nos enseña también que el control de un sistema de parte de condiciones al contrario irreducibles no interfieren con las leyes de la física y de la química. Un sistema bajo control dual se basa en efecto en las operaciones de su principio superior en la actividad de principios de nivel inferior, como las leyes de la física y de la química. Los principios superiores irreducibles son adicionales a las leyes de la física y de la química. Los principios de la ingeniería mecánica y de la comunicación de las informaciones, y los principios biológicos equivalentes, son todos adicionales a las leyes de la física y de la química.

Pero atribuye el nacimiento de tales principios adicionales del control a un proceso selectivo de evolución ocasionando serias dificultades. La producción de condiciones al contorno en el feto en formación a través de la transmisión de la información contenida en el ADN presenta un problema. El desarrollo de un programa en el mecanismo complejo que describe parece requerir un sistema de causas no especificables en términos de física y química, siendo tales causas adicionales sea a las condiciones al contorno del ADN sea a la estructura morfológica determinada por el ADN.

El principio faltante para construir una estructura corpórea en la línea de una instrucción dada por el ADN puede ser ejemplificado por los poderes regenerativos de gran alcance del erizo de mar en embrión, descubiertos por Driesch, y por el descubrimiento de Paul Weiss que células embrionarias completamente dispersas se desarrollarán, aglomeradas, en un fragmento del órgano del cual ellas se habían sido aislados (2). Veamos aquí en la obra un poder integrativo, caracterizado por Spemann y por Paul Weiss como un «campo», que guía el crecimiento de los fragmentos embrionarios hasta la formación de los aspectos morfológicos los cuales pertenecen embrionalmente (3). A estas guías morfogenéticas es dada expresión formal en los «paisajes epigenéticos» de Waddington (4). Ellos muestran gráficamente que el desarrollo del embrión es controlado por el gradiente de formas potenciales, al igual que el movimiento de un grave es controlado por el gradiente de energía potencial.

Recuerden como Driesch y sus sostenedores lucharon por hacer reconocer que la vida trasciende a la física y la química, argumentando que los poderes de regeneración en el embrión de erizo de mar no eran explicables con una estructura de tipo máquina, y como ha sido continuada la controversia, a lo largo de líneas similares, de parte de aquellos que insistían que la integración regulativa («equipotencial» u «orgánica») era irreducible a cualquier mecanismo de tipo máquina y era por eso irreducible aun a las leyes de la naturaleza inanimada. Ahora, si, como yo sostengo, máquinas, procesos mecánicos en seres vivos son en sí mismos irreducibles a la física y a la química, la situación ha cambiado. Si las explicaciones mecanicistas y organismicas son ambas igualmente irreducibles a la física y a la química, el reconocimiento de procesos orgánicos ya no tiene el honor de ser la sola evidencia a favor de la irreductibilidad de los seres vivos. Una vez que puedan ser reconocidas capacidades de campo de guiar la regeneración y la morfogénesis sin incomodar esta cuestión principal, pienso que la evidencia a su favor será convincente.

Hay evidencia de principios irreducibles, adicionales en aquellos mecanismos morfológicos, en la sensibilidad que nosotros mismos experimentamos y observamos indirectamente en los animales superiores. La mayor parte de los biólogos han dejado a un lado estos hechos como consideraciones improductivas. Pero de nuevo, una vez que se ha reconocido, en otras bases, que la vida trasciende la física y la química, no hay razón para suspender el reconocimiento del hecho obvio de que la consciencia es un principio que fundamentalmente trasciende no sólo a la física y la química sino también a los principios mecanicistas de los seres vivos.

7. Las jerarquías biológicas consisten en una serie de condiciones al contorno

La teoría de las condiciones al contorno reconoce los niveles superiores de la vita como formando una jerarquía, cada nivel de la cual se basa en sus operaciones sobre principios de niveles inferiores, aunque ese mismo es irreducible a estos principios inferiores. Ilustraré la estructura de esta jerarquía mostrando el modo en el cual cinco niveles forman una composición literaria expresada en palabras.

El nivel más bajo es la producción de una voz; el segundo, la expresión de palabras; el tercero, la unión de las palabras para formar frases; cuarto, la función de las frases en un estilo; el quinto, y el más alto, la composición del texto.

Los principios de cada nivel actúan bajo el control de los niveles superiores sucesivos. La voz que producen es modelada en palabras por un vocabulario; un dado vocabulario es modelado en frases de acuerdo con una gramática; y las frases son adaptadas a un estilo, que a su vez está hecho para expresar las ideas de la composición. Así cada nivel está sujeto a un control dual: 1. control en acuerdo con las leyes que se aplican a sus elementos en sí mismos, y 2. control en acuerdo con las leyes de los poderes que controlan la entidad comprensiva formada por estos elementos.

Tal control múltiple se vuelve posible por el hecho que los principios que gobiernan los aislados detalles de un nivel inferior dejan indeterminadas condiciones que deben ser controladas por un principio superior. La producción de voz deja largamente abierta la combinación de sonidos en palabras, que es controlada por un vocabulario. Por tanto, un vocabulario deja en gran medida abierta la combinación de palabras para formar frases, que es controlada por la gramática, así sucesivamente. En consecuencia, las operaciones de un nivel superior no pueden ser explicadas por las leyes que gobiernan sus detalles en el nivel inmediatamente inferior. No se puede derivar un vocabulario de la fonética; no se puede derivar la gramática de un vocabulario; un uso correcto de la gramática no explica el buen estilo; y un buen estilo no proporciona el contenido de una pieza en prosa.

Los seres vivos contienen una entera secuencia de niveles que forman una jerarquía de este tipo. Los procesos de nivel más bajo son causados por fuerzas de la naturaleza inanimada, y los niveles superiores controlan completamente las condiciones al contorno dejadas abiertas por las leyes de la naturaleza inanimada. Las funciones inferiores de la vida son aquellas llamadas vegetativas; estas funciones vegetativas, que sostienen la vida en su nivel más bajo, dejan abiertas – sea en las plantas que en los animales – las funciones superiores del crecimiento y en los animales dejan abiertas aun las operaciones de las acciones musculares; por tanto, a su vez, los principios que gobiernan las acciones musculares en los animales dejan abierta la integración de tales acciones en modelos innatos de comportamiento; y, de nuevo, tales modelos son abiertos a su vez para ser modelados por la inteligencia, mientras la actividad de la misma inteligencia puede ser puesta en el hombre en condiciones de servir a los principios aún más elevados de la decisión responsable.

Cada nivel se basa en sus operaciones sobre los niveles subyacentes. Cada uno reduce el alcance de aquello inmediatamente inferior imponiendo a ello un confín que lo controla al servicio del nivel inmediatamente superior, y este control es transmitido por etapas paso a paso hasta el nivel inanimado de base.

Los principios adicionales al dominio de la naturaleza inanimada son el producto de una evolución, cuyas etapas más primitivas muestran sólo funciones vegetativas.

Esta progresión evolutiva es descrita normalmente como una complejidad creciente y una creciente capacidad de mantener el estado del cuerpo independiente respecto al ambiente. Pero si nosotros aceptamos, como yo hago, la opinión de que los seres vivos forman una jerarquía en que cada nivel superior representa un principio distinto que controla el nivel inferior (siendo ese mismo irreducible a sus principios inferiores), por tanto la secuencia evolutiva adquiere un significado nuevo y más profundo. Podemos reconocer entonces una progresión estrechamente definida, que parte del nivel inanimado hacia siempre más altos principios adicionales de la vida.

Esto no quiere decir que los niveles de la vida están del todo ausentes en etapas precedentes a la evolución. Ellos pueden estar en huellas mucho antes de convertirse en algo prominente. La evolución puede ser vista entonces como una progresiva intensificación de los principios superiores de la vida. Esto es aquello de lo cual somos testigos en el desarrollo del embrión y del niño que crece, procesos afines a la evolución.

Pero esta jerarquía de principios plantea una vez más una dificultad seria. Parece imposible imaginar la secuencia de los principios superiores, que trascienden ulteriormente en cada etapa las leyes de la naturaleza inanimada, están presentes en forma incipiente en el ADN y están listas para ser transmitidas a la descendencia. El concepto de programa no logra explicar la transmisión de facultad, como la consciencia, que ningún dispositivo mecánico puede poseer. Es como si la facultad de la vista pudiese volverse inteligible a una persona ciega de nacimiento por un capítulo sobre la fisiología de los sentidos.

Parece entonces que el ADN evoca la ontogénesis de los niveles superiores, antes que determinar estos niveles. Y seguiría que la emergencia del tipo de jerarquía que yo he aquí definido pueda ser sólo evocada, pero no determinada por eventos atómicos o moleculares. No obstante, esta cuestión no puede ser discutida aquí.

8. Comprender una jerarquía necesita concepciones «de-a» (5)

He dicho antes que la trascendencia del atomismo de parte del mecanicismo se refleja en el hecho que la presencia de un mecanismo no es revelada por su topografía químico-física.

Podemos decir la misma cosa de todos los niveles superiores: su descripción en términos de cualquier nivel inferior no nos habla de su presencia. En general podemos descender a los componentes de un nivel inferior analizando un nivel superior, pero el proceso inverso implica una integración de los principios del nivel inferior, y esta integración puede ir más allá de nuestras posibilidades.

En práctica esta dificultad puede ser evitada por una calificación importante. Para usar un ejemplo común, supongamos que hemos repetido una palabra particular, poniendo gran atención al sonido que estamos haciendo, hasta que estos sonidos hayan perdido su significado para nosotros; podemos recuperar este significado inmediatamente evocando el contexto en el cual la palabra es comúnmente usada. Actos sucesivos de análisis y de integración son de hecho en general usados para profundizar nuestra comprensión de entidades complejas que comprenden dos o más niveles.

Sin embargo la diferencia estrechamente lógica entre dos niveles sucesivos queda. Se puede ver un texto escrito en un lenguaje que no se comprende y ver las letras que lo forman sin ser conscientes de su significado, pero no se puede leer un texto sin ver las letras que transmiten el significado. Esto nos muestra dos maneras diferentes y mutuamente excluyentes de ser conscientes del texto. Cuando miramos las palabras sin comprenderlas, focalizamos en ellas nuestra atención, mientras, cuando leemos las palabras, nuestra atención va directa a su significado, como parte de un lenguaje.

Somos conscientes por tanto de las palabras sólo en modo subsidiario, en cuanto prestamos atención a su significado. Así en el primer caso miramos las palabras, mientras en el segundo, miramos a partir de ellas su significado; el lector de un texto tiene un conocimiento de-a del significado de las palabras, mientras tiene sólo una consciencia a partir de de las palabras que está leyendo; si él pudiera mover plenamente su atención hacia las palabras, estas perderían para él su significado lingüístico.

Así una condición al contorno que controla los principios de un nivel inferior al servicio de un nivel superior nuevo, establece una reacción semántica entre los dos niveles. Aquel superior comprende las operaciones del inferior y así forma el significado del inferior. Y como nosotros subimos a lo largo de una jerarquía de confines, alcanzamos siempre más niveles elevados de significado.

Nuestra comprensión del entero edificio jerárquico se profundiza a medida que nos movemos paso a paso siempre más en alto.

9. La sucesión de los confines influencia nuestra visión científica

El reconocimiento de una entera secuencia de principios irreducibles transforma los pasos lógicos para la comprensión del universo de los seres vivos. La idea que nos viene de Galileo y Gassendi, que cada tipo de cosas deba ser incluida en última instancia en términos de materia en movimiento, es refutada. El espectáculo de la materia física que forma la base fundamental tangible del universo parece casi vacío de significado. La topografía universal de las partículas atómicas (con sus velocidades y fuerzas) que, según Laplace, nos ofrece un conocimiento universal de todas las cosas parece contener a mala pena algún conocimiento interesante. Las afirmaciones, sucesivas al descubrimiento del ADN, según el cual todo el estudio de la vida podría reducirse al final a la biología molecular, han mostrado una vez más que la idea de Laplace de conocimiento universal es aún el ideal teórico de las ciencias naturales; la oposición actual a estas declaraciones ha confirmado a menudo este ideal, defendiendo el estudio del organismo en su conjunto sólo como un enfoque temporáneo. Pero el análisis de la jerarquía de los seres vivos muestra que reducir esta jerarquía a detalles últimos significa cancelar nuestra misma visión de ella. Tal análisis prueba que este ideal es sea falso que destructivo.

Cada nivel separado de existencia es obviamente interesante en sí mismo y puede ser estudiado en sí mismo. La fenomenología ha enseñado eso mostrando cómo salvar los niveles más altos, menos tangibles de experiencia tentando de no interpretarlos en términos de las cosas más tangibles en la cual está radicada su existencia. Este método estaba pensado para prevenir la reducción de la existencia mental del hombre a estructuras mecánicas. Los resultados del método han sido abundantes y aún lo son, pero la fenomenología ha dejado intacto el ideal de la ciencia exacta y así no ha logrado asegurar la exclusión de sus tesis. Así los estudios fenomenológicos han quedado postergados en un abismo de reduccionismo. Además, la relación de los principios superiores con las operaciones de los niveles en los cuales ellos han radicado fue por completo perdida de vista.

He mencionado como deba ser estudiada una jerarquía controlada por una serie de principios de confín. Cuando examinamos cualquier nivel superior, debemos quedar conscientes en modo subsidiario de sus fundamentos en los niveles inferiores y, dirigiendo nuestra atención a estos, debemos continuar a verlos como influyentes a los niveles encima de ellos. Esta alternancia de detalle y de integración cierto deja abiertos muchos riesgos. El detalle puede llevar a excesos de pedantería, mientras integraciones muy amplias pueden ofrecernos un vago impresionismo. Pero el principio de las relaciones estratificadas ofrece al menos un cuadro racional para una investigación sobre los seres vivos y los productos del pensamiento humano.

He dicho que el descenso analítico de los niveles superiores a sus subsidiarios suele ser factible en cualquier medida, mientras la integración de elementos de un nivel inferior tanto que predice su posible significado en un contexto superior puede andar más allá del ámbito de nuestras capacidades de integración. Puedo ahora agregar que las mismas cosas pueden parecer dotadas de un significado conjunto si son vistas desde un cierto punto de vista, pero privadas en cambio de esta conexión si son vistas desde otro punto de vista. Desde un aeroplano podemos ver las huellas de sitios prehistóricos que, a los largo de los siglos, han pasado desapercibidas por parte de las personas que pasaban por encima; en efecto, una vez aterrizado, el mismo piloto puede ya no ver más estas huellas.

La relación de la mente con el cuerpo tiene una estructura símil. El problema mente-cuerpo nace de la disparidad entre la experiencia de una persona que observa un objeto externo, por ejemplo un gato, y un neurofisiólogo que observa el mecanismo corpóreo mediante el cual la persona ve al gato.

La diferencia nace del hecho que una persona al interno de su cuerpo tiene un conocimiento a partir de de las respuestas corpóreas evocadas por la luz en sus órganos sensitivos, y este conocimiento a partir de eso integra el significado conjunto de estas respuestas para formar la visión del gato; mientras el neurofisiólogo que mira estas respuestas desde el externo tiene sólo un conocimiento a de ellas que, como tal, no está integrada en la visión del gato.

Esta es la misma dualidad que existe entre el aviador y el peatón al interpretar las mismas huellas; y es aun la misma que existe entre una persona que, cuando lee una frase escrita, ve su significado y otra persona que, siendo ignorante del lenguaje, ve sólo lo escrito. La mente es el significado de ciertos mecanismos corporales; ella se ha perdido de vista cuando miramos a ellos en modo focal.

La consciencia de la mente y del cuerpo nos pone por tanto frente a dos cosas diferentes. Gracias a la existencia de dos tipos de consciencia – la focal y la subsidiaria – podemos distinguir netamente entre la mente como una experiencia de-a y los subsidiarios de esta experiencia cuando son vistos en modo focal, como un mecanismo corporal. Podemos entonces ver que, si bien radicada en el cuerpo, la mente es libre en sus acciones – exactamente como nuestro sentido común sabe que ella es libre. La mente controla mecanismos neuro-fisiológicos; si bien ella dependa de ellos, no está determinada por ellos.

Además, la misma mente incluye una secuencia ascendente de principios. Sus funciones apetitivas e intelectuales están agotadas de principios de responsabilidad. Así el desarrollo del hombre hasta sus niveles más elevados parece tener lugar a lo largo de una secuencia de principios crecientes. Y vemos esta jerarquía evolutiva construida como una sucesión de confines, cada uno orientado hacia realizaciones superiores controlando los estratos por debajo de eso, que por sí mismos no son reducibles. Estos confines controlan una serie creciente de relaciones que podemos comprender sólo siendo conscientes de sus partes constitutivas en modo subsidiario, relacionándolas al nivel superior al cual ellas están sirviendo.

El reconocimiento de ciertas imposibilidades básicas ha sentado las bases de algunos principios fundamentales de la física y de la química; en modo similar, el reconocimiento de la imposibilidad de comprender a los seres vivos en términos de física y de química, lejos de poner límites a nuestra comprensión de la vida, la guiará en la dirección correcta. Y aunque la demostración de esta imposibilidad tuviera que resultar de ninguna gran ventaja para el desarrollo de la investigación, ella ayudaría a diseñar una imagen de la vida y del hombre más cierta que aquella que presentan las actuales concepciones básicas de la biología.

Sumario

Mecanismos, sea hechos por el hombre que morfológicos, son condiciones límite que aprovechan de las leyes de la naturaleza inanimada, siendo ellas mismas irreducibles a aquellas leyes. El modelo de las bases orgánicas en el ADN que funciona como un código genético es una condición al contorno irreducible física y química. En ulterior control, principios de la vida pueden ser representados como una jerarquía de condiciones al contorno que se extienden, en el caso del hombre, a la consciencia y responsabilidad.

Referimientos y notas

(1) El programa guiado por la molécula de ADN de un particular cigoto prescribe también caracteres individuales de este organismo, que contribuirán a las fuentes de la evaluación selectiva; pero dejaremos aquí a un lado estos caracteres.

(2) Cfr. Paul Weiss, La combinazione di unità complesse macromolecolari e cellulari nella struttura dei tessuti (La combinación de unidades complejas macromoleculares y celulares en la estructura de los tejidos), «Proceedings of the National Academy of Sciences» 42 (1956), pp. 819-830.

(3) El concepto de campo ha sido usado por primera vez por Spemann (1921) para describir al organizador; Paul Weiss (1923) lo ha introducido para el estudio de la regeneración y lo ha extendido (1926) hasta incluir la ontogénesis. Cfr. Paul Weiss, Principles of Development, Henry Holt, New York 1939, p. 290.

(4) Cfr. Por ejemplo, C.H. Waddington, The Strategy of the Genes, Allen & Unwin, Londres 1957, en particular la explicación gráfica de la «asimilación genética» a p. 167.

(5) Cfr., por ejemplo, M. Polanyi, Lógica y psicología, «American Psychologist» 23 (1968), pp. 27-43.

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