Manzoni y el rescate del pueblo
autor: Mario Morcellini
Rector de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad la Sapienza de Roma
Davide Rondoni (presentador)
Poeta y escritor
fecha: 2011-08-26
fuente: Manzoni e il riscatto del popolo
acontecimiento: Meeting per l’amicizia tra i popoli: "E l’esistenza diventa una immensa certezza", Rimini, Italia
(Meeting para la amistad entre los pueblos: "Y la existencia se convierte en una inmensa certeza")
traducción: María Eugenia Flores Luna

DAVIDE RONDONI:
Buenos días, bienvenidos. Durante el pasado año por un librito que he publicado, que se llama Contra la literatura, dedicado al exterminio de la literatura que se hace en las clases escolares, me he encontrado en muchas ocasiones a tener que discutir con muchos profesores y muchos estudiantes sobre el valor que tenga el prestar atención a Manzoni, de qué manera poner atención a esta obra maestra como a otras de nuestra literatura. El motivo de esta discusión, que he iniciado con muchos, no es tanto un tipo de fetichismo, es decir de idolatría de la literatura, cuanto el hecho de que es evidente que si un hombre, sobre todo un joven, es decir uno que tiene 15-16-17 años, no tiene ocasión de confrontarse con compañeros de vida como ciertas obras maestras, obras de arte, de confrontarse no tanto sobre el estilo o sobre problemas de crítica literaria o problemas de historia del pensamiento en general, cuanto sobre problemas de su vida - qué quiere decir amar, qué quiere decir sufrir, qué quiere decir atravesar el caos de la historia, o como dice Manzoni, el revoltijo del corazón - si uno no tiene esta ocasión, o mejor, si esta ocasión le es dada de manera muerta, estéril, como a menudo ocurre en nuestras escuelas, entonces luego ¿uno con quién lo hace? ¿Con quién lo hace, con la señora De Filippi? ¿Si a nuestros muchachos, después de haber quitado a Dios y los Santos, también les quitamos el arte y la literatura, pienso en general en nuestros chicos, si quitamos también esto, si quitamos es decir el gusto y la fatiga sucesiva al gusto, pero el gusto es decir el valor -eso por lo que merece la pena de fatigar luego de leer y de confrontarse - si también quitamos eso, luego uno a los 17 años ¿con quién confronta, qué quiere decir atravesar la peste o, como diré luego al final, qué cosa es este desatino de amar? Éste también es el motivo por el cual en el Meeting, que no es una ocasión escolar sino una ocasión cultural, dedicamos atención a Manzoni como gran compañero de vida. Porque las obras maestras son esto, las obras maestras no son monumentos que honrar como si fueran “Garibaldi a caballo”. Las obras maestras son grandes compañeras de vida, es decir voces - las obras maestras, no tanto sus autores, porque sus autores también pueden ser personas a veces inapropiadas, que es mejor no encontrar. Pero las obras maestras son grandes compañeras de vida, las que tienen este valor, este valor precisamente de permitirnos enfocar mejor nuestra vida escuchándolas.
Y entonces, visto que el Meeting ha puesto como tema este hecho de la vida que puede convertirse en una inmensa certeza, hemos decidido confrontarnos, escuchar la voz de Manzoni, que de esta cuestión - es decir de cómo se puede vivir una vida con certeza, cómo puede una existencia volverse cierta en medio a la peste, al revoltijo de la historia, a las mezquindades de los hombres - ha hecho el argumento de su gran novela popular, de esta su especie de telenovela, porque Los Novios es una especie de telenovela - está él, ella y el otro que quiere a ella, al inicio nace de esto como todas las grandes historias de Rete4. Ha hecho precisamente de esta gran novela popular el enfoque de estas cuestiones. Para hablar de Manzoni hemos llamado, no a un literato, en el sentido técnico del término - aunque indudablemente el profesor Morcellini ha leído más libros de literatura que toda la sala junta, probablemente - en cambio, querría decir, es una persona que, por profesión y por autoridad académica, se ocupa de comunicación. Un día en Roma, en su restaurante preferido, en los alrededores de la Facultad de La Sapienza, de la cual es responsable, me ha confesado - saben, cuando en Roma se come un poco, nacen las confesiones - entre otras cosas, su gran amor por Manzoni, que yo he agarrado al vuelo y le he dicho entonces “pues ven al Meeting para hablar de ello”. Él, naturalmente al principio era un poco reacio, luego por amistad, por eso le agradezco, y también porque sabe de qué hablar, ha aceptado nuestra invitación y le agradezco por estar aquí. A ti Mario.

MARIO MORCELLINI:
gracias por estar aquí. Gracias de veras porque el trabajo que les propongo es un trabajo complicado, es más complicado por el hecho de estar dentro de una lección, por lo menos de 45 minutos, si lo logro durará 35. Cortar es terrible, sobre todo resumir es terrible para quien vive un texto, como ven en este subtítulo, como un breviario.
Breviario es una de las palabras que nosotros encontramos en la tercera página de la novela, cuando vemos a aquel pusilánime de don Abundio, en una escena todavía idílica que atraviesa las calles de su campaña - en la primera cita es definida oficio - leyendo precisamente este instrumento, el libro de las Horas de los sacerdotes, que es el breviario. Yo usaré esta palabra para tratar de hacerles entender en todos los modos, con todos los esfuerzos, que conviene readmitir a Los Novios, no tanto Manzoni, la novela Los Novios, y diré de todo menos que es una telenovela - verán que sobre esto hay un sacrosanto antagonismo, aunque entiendo la polémica antiescolástica, antiliteraria de la novela Los Novios. Me gusta mucho la abertura que ha hecho Davide Rondoni, le agradezco mucho, porque nadie se imagina que de los almuerzos de Roma, de esta ciudad un poco bizantina, pueda brotar un encuentro que puede ser para nosotros una chispa. por lo tanto yo espero ser, por una hora, un compañero de vida en la relectura de este texto que ha sido ahogado ciertamente por el uso literario, por el uso escolar, por el uso burocrático. Pero su fuerza es quizás visible justo en eso, que sobrevive a pesar del uso que hace la escuela. Logra soportar y convertirse en un manantial de fuerza, una vez más de vivir, amar y sufrir - las tres palabras que implícitamente Davide ha dicho - y por lo tanto también puede ser perfecto para un uso moderno. Yo responderé a tres o cuatro preguntas de fondo que no son así clave en el Power Point - el Power me ha servido para tratar de mantener los tiempos en el límite de lo posible.
La primera interrogante al que los someto y me someto es si puede ser todavía hoy un libro que sea como un manifiesto. Y el mismo número de ustedes es una respuesta, en el sentido que nosotros necesitamos elementos que hagan esta frase “la existencia se convierte en una inmensa certeza” más sostenible, menos literaria. Los Novios desde este punto de vista son una ayuda incalculable, inimaginable, casi una mina inagotable.
La segunda cuestión que pongo es la misma sobre la que hacemos los laboratorios de escritura en Roma, si sea posible una relectura moderna, y por lo tanto también un poco multimedial. Yo ésta la pospongo en el tiempo, pero piensen lo interesante que sería trabajar con Los Novios como operación hipertextual y por lo tanto televisiva y cinematográfica. No les escondo que era uno de los proyectos para este año, pero me ha parecido justo que el primer año hubiera más reverencia respecto al texto, más cercanía con respecto al tema delñ rescate de los humildes, pero es una promesa para el futuro, si ustedes quisieran captarla.
Tengo la idea de que Los Novios podrían ser un conductor de encuentros por lo tanto un elemento que pueda ser serializato. Esta vez es verdad: la fórmula de la tele-novela, telenovela cultural. Cada clásico, como dice Croce, de la historia, es tal si también es contemporáneo. Tengo la precisa sensación de que existan todas las condiciones de tiempo y sensibilidad, sobre todo en este aula, para hacer que Los Novios sea un libro de los contemporáneos.
Y ahora, sin más demoras, entramos enseguida en la representación, les dejo velozmente correr ante los ojos el índice de los slide, a los que no haré ulterior referencia porque la lectura visual es mucho más veloz del comentario, y en cambio me introduzco enseguida en el primer tema que es aquel precisamente del concepto de “pueblo”. No les escondo que sobre este punto yo no he llegado a un punto conclusivo, a un paradigma conclusivo. La literatura, los críticos han hecho se eso el punto de mayor división y entonces para hacer un servicio de profundización de la novela, empleo un poco de referencias clásicas.

La primera es una cita de Hannah Arendt - la ven detrás del primer slide: “La definición misma del término pueblo había nacido de la compasión y la palabra diviene sinónimo de desdicha e infelicidad”. Por lo tanto nosotros partimos de esta idea que pueblo, que es en cambio una definición aparentemente fundante de la experiencia democrática de los modernos, en fin el punto en que nosotros somos todos iguales gracias a aquel elemento un poco formal que es el voto, se vuelve también en otras grafías, en otras sensibilidades semánticas, esencialmente la definición de la parte más débil de la sociedad - aquella parte a la que se refieren otras escrituras como el Evangelio. Esta duplicidad del término es feliz, aunque ha dado lugar a lecturas un poco polarizantes, es en cambio una oscilación útil: cuerpo político integral de un lado o subconjunto de los desheredados. En la edad moderna, la miseria, la pobreza, la marginación se convierten en un hecho político. El texto más serio y más conclusivo sobre las distinciones entre las muchas palabras que la novela usa - muchedumbre, masa y pueblo - no se concentra esencialmente en Los Novios. Una psicóloga social perugina, Angélica Mucchi Faina, que en este bonito libro, L’abbraccio della folla (El abrazo de la muchedumbre), nos propone una distinción sobre la que hoy los sociólogos convienen: el término muchedumbre indica una agregación momentánea de individuos - piensen en cuánto está cercana al concepto comunicativo de “público” - y masa en cambio es el horizonte total de la población por lo tanto un conjunto homogéneo.
Les recuerdo dos clásicos de la escansión de la definición entre las relaciones entre muchedumbre y pueblo: Gustave Le Bon y Gabriel Tarde. Saltémoslos por razones de tiempo. También salto a Gramsci que es citadísimo en esta literatura, también porque el libro Literatura y vida nacional, el que citaremos más adelante, es de veras uno de los textos más cercanos a entender el estilo lingüístico y la abertura radical que Los Novios inventan. “La verdadera revolución expresiva es la lengua y la elección de la novela” pero esta cita de Gramsci, quizás es la más compleja, por lo tanto prefiero reservarme para más adelante una cita más pertinente. Es importante saber que también muchas de las definiciones de muchedumbre que hay sobre todo en los capítulos sobre la revuelta pero no sólo allí, lo veremos, resuenan en toda la literatura científica sobre todo de fundación Norte americana, sobre los así llamados comportamientos colectivos, por lo tanto también aquí observen cuánto una novela puede ser instrumento de otras aventuras intelectuales. No se comprende la dinámica de las revueltas, no se comprende la dinámica de la formación de opiniones incluso que difunden demagógicamente, si no se conoce esta novela. Saltamos algunos… ésta de Benjamín es demasiado valiosa para ser saltada: “La muchedumbre: ningún otro objeto se ha impuesto más autoritariamente a los literatos del 800. Ella comenzaba - en grandes estratos, por lo que la lectura se había convertido en una costumbre - a organizarse como público”. Aquí tienen que colocarse obviamente en la historia de los consumos culturales del 800 y del 900, que ha sido una historia de avaricia progresiva, en la que en cambio, Los Novios, han hecho la diferencia. Desde este punto de vista se ha convertido en un monumento escolar también por el modo en que se ha arraigado con fuerza en la cabeza y en el corazón de las personas. En grandes estratos se había convertido en una costumbre al organizarse como publico, por lo tanto empezamos a tener una noción técnica de público de masa, ascendía a rol de cliente, es decir el público que se convierte en comprador, que quiere encontrarse en la novela contemporánea como los fundadores, los oferentes en los cuadros del medievo. Como veremos en la interpretación de la novela es central esta distinción muchedumbre y pueblo, pero por ahora concentrémonos una vez más en la noción monumental de esta novela. Y empleo una cita de una introducción de las tantas ediciones de Los Novios. Cuando se dice que Los Novios se ponen en el mismo plano de grandeza ejemplar y renovadora de la Comedia, del Decamerón, y es Sapegno que habla, no se exagera. Con la obra maestra de Manzoni la narrativa italiana inicia efectivamente un viaje sin retorno hacia la representación orgánica de lo real y hacia un lenguaje que nace de las cosas antes que de la retórica. Luego miren cuánto esta novela nace con intentos antirretóricos, aun cuando realiza algunas operaciones revolucionarias como el descubrimiento de la noche. Es una de las novelas en que la noche es importante, nadie lo imagina, es una de las dimensiones de los modernos, pero todos los protagonistas principales viven y son representados en una noche que representa la otra parte de la vida, el dolor, la incertidumbre, la oscuridad. Este título, personal, es un poco una concesión también a la fantástica muestra organizada en estos días sobre los 150 años, he usado este homenaje Meeting de la Italia unida, porque uno de los elementos que ciertamente más connota la fortuna pública de este libro es la dimensión de descubrimiento del ser y del sentirse italianos. Nos lo ha recordado hace pocas semanas Andrea Riccardi, que utilizando para el periódico Corriere della sera una parte de su prefacio, una de las tantas ediciones, esta vez aquella de la biblioteca universal, dice: “La obra nació en una estación histórica en que se ponía el problema de la identidad italiana”. Piensen, este libro ha construido identidad mucho más que los hechos políticos y militares. En una península fragmentada en muchos microestados, Manzoni empieza a trabajar el 24 de abril de 1821, cuando parecía que la revolución piamontesa estuviera expandiéndose en Lombardía pero los italianos, al inicio del 800 estaban bien lejos de la imagen manzoniana de una gente “una”, por lo tanto de una comunidad de destino.
Haría falta también detenernos sobre la elección de la novela. Salto esta parte sobre la crítica, la crítica ha hecho cosas grandes, sobre todo Raimondi, que no está aquí hoy con nosotros, que capta el aspecto de la epopeya de la providencia en esta novela, pero que también ha obrado un divisionismo, una especie de lectura caricaturesca de la novela en virtud de la cual la novela servía ad usum del objetivo, para la construcción de la propia imagen, por lo tanto venían buscados en la novela valores sucesivos. Si se excluye este aspecto, la crítica se ha profundamente apasionado. Quizás ningún libro, a parte de La Comedia, ha conseguido así una impresionante profundización literaria y crítica. Y quizás ésta sea otra de las razones por la que podemos afirmar que es una buena cantera cultural también para el Meeting, también para los modernos. Mientras tanto porque el hombre, la vida y la historia están al centro de esta narración, porque ha hablado a muchas generaciones y no hay un motivo en el mundo por el que no hable también a la nuestra, más allá del uso escolar y literario. Estamos en los humildes que son decididamente el centro de atracción de la novela y quizás también la verdadera razón por la que el autor elige esta vía, aparentemente contra corriente en el siglo en que se escribía, de exaltar la novela como forma literaria, como género. Atención también allí es muy interesante trabajar sobre su vida, él se cimenta con todo lo que es posible en la forma literaria, se cimenta con las obras morales y filosóficas, con ensayos históricos y políticos, ensayos sobre la lengua, ensayos literarios, poesías, poesía sacra - los Himnos Sagrados, quizás uno de los primeros casos explícitos de algo literario en los himnos sagrados - tragedias, cartas, estilos de vario género, pero es la novela la obra en que se concentra por más de 30 años de su vida, es de veras la obra que él nos deja como signo. La novela también es tal porque pone al centro protagonistas inéditos para la historia literaria, hace convertirse en protagonistas a los que están generalmente en el bastidor, convierte a los jóvenes en protagonistas, dos jóvenes incluso iletrados, aunque por muchos motivos es verdadero lo que nos recuerda Russo, que el protagonista verdadero de la novela es el Seiscientos, es la elección del Seiscientos, (de aquellos 3 años, un breve trienio entre el 28 y el 31) caracterizado por peste, pobreza (era el segundo año de cosecha escasa). Era una clara elección de una novela también sociológica, porque para muchos de verdad prorrumpen las masas en esta descripción. Y también es interesante desde este punto de vista la reflexión sobre qué tipo de intelectual representa Manzoni, uno que elige, incluso estando atado a los salones literarios, al gran debate, a aquella que es llamada irónicamente la “República de las letras”, elige hablar a otra parte de la sociedad, y atención, en años en que era una apuesta imaginar que la novela pudiera tener suerte. La primera edición en fascículos - piensen en fascículos, dice mucho sobre la literatura popular - él mismo la financia y los resultados llegan lentamente. Por lo tanto él hace literalmente una apuesta sobre la revolución del público, sobre la revolución del electorado, más allá de lo que es llamado, con palabra fuerte, la traición de los intelectuales, el desempeño de los intelectuales.
Éste es un motivo, una vez más, por lo que esta novela puede hablar también en tiempos de pasiones, dichas eficazmente, tristes. Nosotros reaccionamos a estas pasiones tristes porque queremos precisamente una referencia que nos dé, dé a nuestro corazón, a nuestra vida alguna certeza. Es quizás ésta la verdadera conversión, fechada en 1810 - pero en realidad la conversión, además de la simbología popular de entrar en esta fantástica iglesia parisiense para rogar a Dios, para recobrar a la joven novia que había perdido en la muchedumbre, explica muchas de las descripciones críticas sobre la muchedumbre, la incomprensibilidad, la torpeza de la muchedumbre - en realidad la conversión es esta elección radical de otra lengua. Piensen qué significa romper la lengua de los literatos y explícitamente atacar la lengua de los poderes fuertes - no se justificaría latinorum, la crítica del latinorun, si no se comprendiera que detrás hay esta áspera, resentida relación con la lengua de los intelectuales y de los opinion makers. Y es así que de la conversión brota el pueblo como sujeto de la narración. Deténganse a pensar sobre esto, porque es la primera vez que sucede en la historia de los hombres. El Iluminismo y otras corrientes literarias a menudo han hablado de pueblo, pero él no se ha limitado a hablar del pueblo, lo ha hecho convertirse en el protagonista de la escena. Ya no son víctimas de lo que Eliade llama “el terror de la historia”. El pueblo ya no está solamente asustado por el hecho de que la historia se presente delante de sus casas como guerra como carestía como mercenarios lansquenetes, sino se convierta en protagonista del plot narrativo, del hecho.
Han sido elaboradas diferentes visiones de pueblo a partir del romanticismo y Manzoni construye la percepción social del romanticismo y en ningún otro País el romanticismo llega a ser un movimiento cultural de masa, que luego da lugar a algunas formas de descomposición, como sucede en Italia. En otros Países llega un poco antes, más rigurosamente, al inicio del 800, a nosotros sólo llega en 1820, poco después de Il Conciliatore, pero en realidad es Manzoni que consagra este movimiento literario y convierte un movimiento literario también en un movimiento espiritual y político. El valor de los humildes por lo tanto es todo en esta elección de verlos como centro irradiador del hecho, no solamente entonces en los tumultos - tenemos que pasar ahora a breves lecturas, no sé cuántos minutos todavía Davide me concede, ¿cinco? Algunas de estas lecturas se las dejo correr velozmente ante los ojos, porque están objetivamente dentro de nuestro depósito, tenemos sólo que acordarnos de haberlas leído. Miren, por ejemplo, la primera cita: En los tumultos populares siempre hay un cierto número de hombres” - miren por lo tanto la fórmula intelectual, la descripción hipológica, (hay siempre un cierto número de hombres) - “que, o por acaloramiento de pasión” - por una persuasión fanática - “o por un diseño perverso, o por un maldito gusto al desorden, hacen de todo por empujar las cosas a lo peor”. Acelero hacia el fin de la cita: “Quien forma entonces la masa” - miren también aquí cuántas oscilaciones semánticas hay entre pueblo, tumultos populares y masa - “y casi el material del tumulto, es una mezcla accidental de hombres, que, más o menos, por gradaciones indefinidas”, - también miren aquí la increíble capacidad de coger los matices dentro de comportamientos aparentemente iguales - “tienen del uno y del otro extremo” - del bien y del mal.

Y por lo tanto diré que ésta es la novela del rescate del pueblo es aún una fórmula vaga. Es la primera novela en que el pueblo se convierte de veras en el centro generativo de la experiencia literaria y artística. Acelero algunas lecturas, salto sobre todo la descripción y llego sobre todo a esto “revueltas y comunicación”, para recordarles que en la novela, cuando yo enfatizo la dimensión con mis estudiantes de fundación comunicativa de esta novela, amo citar este pasaje, que he puesto aquí en el título: “a menudo el anuncio de una cosa la hace ser”. Parece una frase digna de los teóricos de la comunicación de mitad del 900, pero es escrita, elaborada y lanzada en pleno Ochocientos. Por lo tanto es el romanticismo quien descubre la dimensión del mainstream, del medio de comunicación universal.
También es útil recordar que la muchedumbre de la que habla insistentemente la novela no es sólo una muchedumbre politizada en revuelta. Si ustedes recuerdan Los Novios como les pido recordarlos, a partir de hoy, también hay pasajes en los que incidentalmente él habla de muchedumbre sin que la crítica se haya enterado. Al final de la célebre noche del Innominado, cuando quizás la literatura por primera vez describe el tumulto de una conversión radical, el Innominado comienza a sentir un lejano sonido de campanas que lo sorprende, se asoma a la ventana y la novela así lo describe:
“El señor quedó apoyado en la ventana, todo atento al móvil espectáculo. Eran hombres, mujeres, niños, en grupos, parejas, solos; uno, alcanzando a quien le estaba adelante, se acompañaba con él; otro, saliendo de casa, se unía con el primero que en que se topaba; e iban juntos, como amigos en un viaje pactado. Los actos indicaban abiertamente una prisa y una alegría común; y aquel estruendo no acordado pero contemporáneo de las varias campanas”…
Salto toda la descripción, pero es fantástica esta descripción de muchedumbre que se mueve toda junta para ir a encontrar a un hombre, que será luego el protagonista de la conversión del Innominado. Por lo tanto, ven, es también la primera vez en que la muchedumbre se convierte en evento cultural, hombres que se reúnen por pasión, que se reúnen porque algo sienten en común, por lo tanto es un fantástico rescate de las descripciones a veces pesimistas de la muchedumbre en la novela.
Mi discurso acaba aquí, pero sólo por un poco, porque yo espero que continúe en sus lecturas individuales y personales de Los Novios, que yo deseo acompañar. Gracias.

DAVIDE RONDONI:
Agradezco al profesor Morcellini por la fatiga que ha hecho al reunir en directo la intervención para venir al encuentro de nuestras exigencias, también porque ha afrontado el tema sin dañarlo, para que, Los Novios sean una novela en que va en escena el rescate del pueblo, si no miramos dentro, esta definición queda vaga, queda un eslogan vago. Ahora permítanme un cuarto de hora para dar mi pequeña contribución. Del resto, incluso siendo uno que normalmente escribe poesías, se ocupa de poesía, tengo el permiso de Manzoni que en una de sus pequeñas escenas en la hostería, en el intercambio entre Renzo y uno de los parroquianos, también habla de qué es un poeta, y allí no se sabe cuánto en serio o bromeando, se refiere a ensayos profundos sobre el argumento, Manzoni dice: “un poeta no es necesariamente un cerebro extravagante”, no sé si lo esté diciendo para afirmarlo o para negarlo, pero eso lo dejo a él y a ustedes. La posibilidad de una pequeña contribución viene de la experiencia que hace el lector, porque, y aquí en el Meeting se ve muy bien, una obra ocurre en el lector, no es una especie de objetivación preventiva, ocurre en una relación, cualquier obra ocurre en una relación, por lo que todos tenemos que contribuir con Manzoni, no tiene que hacerlo sólo el profesor Morcellini, ni sólo yo, ni sólo los profesores en la escuela sino cada lector. La famosa conclusión de Manzoni, que se dirige a sus pocos lectores, no es el capricho del intelectual que se hace el esnob, al contrario, es como decir, aun sólo si existen aquellos pocos, aquella obra existe, pero tienen que existir aquellos pocos. Manzoni usa la novela, como ha sido dicho, con una decisión también aventurera, porque sabe que la literatura, lo dice él, capta los hechos - y luego usa esta bonita expresión - capta los hechos y también su franja, su franja, lo que los hechos parecen enseguida no portar a primer plano, la franja de los hechos, porque para captar los hechos van bien también todos los otros: economistas, sociólogos, al límite también los científicos pero la franja de los hechos, aquella cosa que parece escapar al lenguaje, aquella franja que escapa, allí hace falta la literatura. Mejor, no es que hace falta, la literatura sucede exactamente a través del hecho y la franja, ¿qué quiere decir la franja? La franja quiere decir que, por ejemplo, la bonita escena de Cecilia, la niña apoyada a la madre durante la peste, la cosa interesantísima que sólo la literatura sabe captar es aquella especie de cambio de actitud del que transporta muertos, no sólo los matices de aquel dolor terrible sino la reverencia que en aquel ser horroroso del que transporta apestados, ocurre al acoger sobre su carro aquel cuerpecito. La literatura sirve para captar los hechos y la franja, o para decir otra expresión que hemos citado antes, la literatura sirve para entrar en el corazón del hombre, que es un revoltijo. La palabra revoltijo manzoniana es un evidente recordar el modo con que la Biblia habla del corazón: es un abismo, es algo insondable, es la historia que es hecha, como hemos escuchado antes del profesor, de vaivenes, de movimientos que hacen las muchedumbres, tal como existen los vaivenes de las montañas en el primer capítulo de Los Novios.
Manzoni, después de “aquel brazo del lago de Como”, dice a un cierto punto que todo esto ocurre en un vaivén de montañas, porque la historia ocurre, la naturaleza ocurre, la historia y la naturaleza son como un vaivén de hechos, dentro del cual se sitúa, en este gran vaivén, se sitúa el vaivén de la libertad de los hombres. “Caminaba bien bonito don Abundio”, entra en escena el hombre en este vaivén de la naturaleza, en este vaivén de la historia también entra en escena el revoltijo, es decir el vaivén de la libertad de los hombres, y es bonita una cosa que les quería leer, disculpen hago una citación también yo, indicada además por un maestro mío, Raimondi, ya citado antes por el profesor Morcellini, que es una cosa que tiene que ver con la Columna infame. Cuando a un cierto punto Manzoni dice: “porque reflexionando un momento sobre la infinita variedad de los sentimientos que pueden determinar a un hombre a una acción, variedad dependiente de la diversidad de los caracteres, de las ideas, de las memorias, de los intereses, se ve enseguida que ningún otro hombre puede tener los datos necesarios para descubrir cuál sea el sentimiento que ha determinado a aquel hombre, reflexionando que estos sentimientos son, a veces, tan fugaces, tan vacilantes, pelean a veces, y se suceden tan rápidamente que el corazón mismo es arrastrado por aquellos - bellísima la expresión el corazón que es arrastrado por aquellos, por estos sentimientos a veces tan contrastantes, - se ve ya cuánto es imposible para los demás este discernimiento; para hacerlo con justicia, es decir con cognición, hace falta poder entender el corazón del hombre mejor de lo que él se entienda, lo que es de Dios y no de otros”. Es decir Manzoni está diciendo y en la Columna infame pone en escena esta cosa y en Los Novios incluso y los dos libros deben ser leídos juntos, que el corazón del hombre es un revoltijo, es un misterio, y pretender que otro hombre lo lea mejor que tú es una absurdidad, visto que tampoco tú sabes leerlo tan profundamente. Como la Biblia dice, el corazón del hombre es un abismo. Frente al abismo, por ejemplo, que va en escena en la noche del Innominado, que, como dice don Giussani en la conversación entre él y yo que hemos publicado en cima a una publicación de Los Novios, aquella noche si no la vives un poco todos los días, no eres un hombre, si aquel grito “Dios, si existes, muéstrate” no lo vives un poco todos los días, quiere decir que no eres un hombre.

La novela es elegida porque ve la franja, porque entra en el abismo del corazón y haciendo eso, como ha sido notado por tantos críticos, el arte pone en tela de juicio a sí misma; ha sido dicho también antes, es un romance escrito en el Ochocientos, que elige el Seiscientos como ambiente y haciendo eso es obligado a contar una historia leída en otra parte, es decir como hace ya también Quijote, es decir la novela, pero también todo el arte, pero también Miguel Ángel: todo el arte cuando es verdadero se pone en crisis a sí mismo mientras hace el propio trabajo, podríamos decir así, porque la certeza del arte, como de la vida no es la estasis, no es la altivez de la propia forma, sino la certeza del arte como de la vida es la búsqueda que te viene movida por el hecho de que has visto algo por lo que vale la pena moverse. Piensen - también lo digo como invito a la lectura - a la lectura que hace Testori de Manzoni, otro de nuestros grandes amigos, que ve cómo la novela se ponga en escena a sí misma continuamente, poniéndose en tela de juicio. Los novios a la prueba, invito a leerlo a quien no lo ha visto. En todo caso, decía, en el vaivén de la naturaleza y de la historia, se aclara la libertad del hombre, se aclara a veces como actitud, don Abundio entra como una actitud en la novela, una actitud de uno que quita las piedras de su camino, uno que no quiere problemas. Es aquella actitud que en la entrada de la escena inicial lo caracteriza en toda la novela. En este vaivén entra en escena el hombre y su libertad, que no es precisamente un monolito, es un revoltijo que busca una justicia, es decir una medida que lo comprenda, lo abrace. La palabra justicia en Manzoni siempre tiene esta doble vertiente, la justicia de las leyes, que es aquélla que puede juzgar las acciones; una acción es juzgable, pero el corazón del hombre, la justicia para el corazón del hombre, no puede ser la misma que juzga las acciones. Sobre la justicia, cuánta confusión también se hace hoy. La justicia, algo justo, una medida adecuada que concierne precisamente a este revoltijo del corazón, que no puede ser dada por la pura observación de las leyes. Los invito a releer aquella escena maravillosa en que Renzo encuentra a Fray Cristóforo, en el lazareto. Renzo es un buen hombre, uno al que no puedes imputar graves culpas, un buen bastión diríamos en Romaña. Después de todo este hecho complicado, llega allí y llega allí, porque quizás allí está Lucia, no sabe si está enferma o no, quizás allí está Lucia. Luego está haciendo la cosa más justa del mundo, está buscando a la enamorada a la que le es prohibido desposar, arriba allí y encuentra a Fray Cristóforo, como quizás recuerden, y dice “bueno, si no la encuentro, sé a quién ir a busca”, expresa un sentimiento de posible venganza. Al que Fray Cristóforo, frente a este muchacho que está diciendo una cosa - gracias a Dios - comprensible, está haciendo una cosa humana, está buscando a su enamorada, Fray Cristóforo le dice “qué cosa sabes tú de la justicia, gusano de la tierra”, es decir lo trata brutalmente, lo trata como gusano de la tierra, porque contamina con el veneno de la venganza aquella que era su intención, aquello que era su corazón.
Acabo - son pequeñas notas esparcidas, por lo tanto también me disculpo por el caos, por lo que parece que mi discurso salta de un punto al otro, como en los crucigramas , luego uno tiene que sacar conclusiones - con el rescate del pueblo que Manzoni pone en escena al final, cuando en este comedor de casa de Renzo y Lucia, este pequeño núcleo, porque el pueblo, como justamente el profesor ha dicho, es muchedumbre, es masa etc., luego está el núcleo del pueblo que es la persona y el núcleo del pueblo es esta pequeña cocina, este comedor de Renzo y Lucia, en la que el intelectual superfino crea el jugo de la historia.
El jugo de la historia no lo crea Scalfari en el periódico la República, lo hacen Renzo y Lucia en el comedor de casa: ésta es la cuestión de Manzoni. El jugo de las cosas, el sentido de la historia - está diciendo el sentido de la historia, no la piedad popular, la fe en Dios - el sentido de la historia, de la cosa que inquieta a todas las mentes de los periodistas y los políticos, el jugo de la historia Manzoni lo hace expresar a este núcleo de pueblo, que son Renzo y Lucia, no al director de la República o al periódico el Corriere della Sera y dice que el jugo de la historia, como recuerdan, es este hecho en el que Renzo dice, creyendo ser inteligente, como a menudo nos ocurre a Renzo y a nosotros, “el problema es aprender a no buscar líos”, esta palabra maravillosa que los antiguos tomaron del quejido de los pájaros: líos, líos, líos. Lo importante es no buscar líos y Lucia, secando los platos, dice: pero mira, hay algo que no va en lo que tú dices, porque yo los líos no me los he buscado en absoluto, sin embargo igual han venido; y añade: yo no he ido a buscar los líos, son ellos que han venido a buscarme. Apostilla: “cuando no quisieron decir que mi desatino haya sido el amar y el prometerme a usted”. A mí me ha conmovido mucho esta frase, releyéndola el otro día, porque Lucia dice una cosa verdadera, los líos aunque no los busques - la enfermedad, un problema, aquello también tuyo de ti mismo que no quieres, que es un lío que no has buscado, llega aunque no lo busques. Por lo tanto el problema de la vida, el jugo de la historia es cómo se hace para estar en la vida soportando, viviendo, cómo se hace para estar con una medida justa en la vida, adecuada, también con los líos que tú no has buscado. Y luego hace aquella apostilla maravillosa, “a menos que tú no pienses”, parece casi regañar a Renzo, es una sutileza según yo fantástica, “a menos que tú no pienses que haya sido un desatino amarte”. Por eso la Providencia, es decir la confianza en Dios, se convierte en la única medida justa, no justa porque va todo bien - como me ha hecho notar justamente Raimondi, si no hubiera habido la peste, que no es específicamente un paseo y por lo tanto no es precisamente un desenlace feliz de Los Novios, si no hubiera habido la peste un poco de cosas no se hubieran puesto en su sitio, decimos así, por lo tanto no es un desenlace en el sentido que todo sale bien, también está la tragedia en este desenlace de la novela y la tragedia no es obviamente un desenlace feliz - sino la confianza en Dios, parece decir, el jugo de la historia, es aquella actitud con la que puedes estar en una vida, también cuando no busques los líos y te llegan, y mirando que la vida no sería vida, digamos así, sin hacer el desatino de amar, porque si el problema de la vida sólo fuera la justicia, amar sería un desatino, porque el amor no es justo, el amor no pertenece a la justicia, es un desatino, con respecto al cual la única medida justa, la única medida adecuada, el único, como se puede decir, abrazo posible es aquel de la confianza en Dios, la única correspondencia, porque la Providencia, es decir el hecho de que Dios tenga en un diseño amoroso todo, misterioso, pero todo amoroso, es el desatino de Dios, adecuado a nuestro desatino de amar, en esta vida que es hecha de líos que nos buscamos y de líos que vienen aunque no los buscamos. Gracias a ustedes por la atención y gracias al profesor Morcellini.

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