Utopías y significado dos banderas de la independencia ...
autor: Aníbal Fornari
Docente de Antropología Filosófica y Director del doctorado en filosofía en la Universidad de Santa Fe y Curador de la muestra
Carlos Freile
Docente de Historia en la Universidad San Francisco de Quito
Rodrigo Gutiérrez Viñuales
Docente de Historia del Arte en la Universidad de Granada
Robi Ronza (moderador)
Periodista y Escritor
fecha: 2013-08-19
fuente: Utopie e significato: due bandiere dell'indipendenza dell'America ispanica. 1808-1824
(Utopías y significado: dos banderas de la independencia de la América hispánica. 1808-1824)
acontecimiento: Meeting per l’amicizia tra i popoli: "La natura dell'uomo è rapporto con l'infinito", Rimini, Italia
(Meeting para la amistad entre los pueblos: "La naturaleza del hombre es relación con el infinito")
traducción: María Eugenia Flores Luna

ROBI RONZA:
Buenas tardes y bienvenidos a la presentación de la muestra “Utopías y significado: dos banderas de la Independencia de la América Hispánica.1808-1824”. Como saben el Meeting, no desde hoy, no desde este año, se ocupa, se interesa, presta atención a América Latina, en particular a la América Latina hispánica. La razón es evidente: no sólo la proximidad particular que Italia tiene con muchos Países de América Latina, en particular con Argentina, por el gran número de descendientes italianos que la habitan, uno de los cuales está aquí con nosotros, Aníbal Fornari, pero también por una razón más amplia. América Latina, y en particular la América Latina de lengua hispánica pero no sólo, es el mayor caso de gran éxito de civilización mestiza en el sentido positivo de la palabra, que ha nacido de la colonización europea, es decir del encuentro, que ha sido ciertamente dramático y no podía no serlo, entre dos civilizaciones que tenían grados de desarrollo extremadamente diferentes. Encuentro repentino e inesperado, que por lo tanto ha tenido efectos inevitablemente dramáticos, del cual ha nacido una civilización muy original que hoy es también un gran recurso de nuestro tiempo, porque América Latina y sobre todo los Países latinoamericanos que ya estaban menos integrados con los Países desarrollados, hoy son una reserva de desarrollo, pueden ser uno de los motores para salir de la crisis internacional en que vivimos. En efecto la crisis internacional es crisis de los Países desarrollados, no es crisis mundial, porque mucha parte de África y sobre todo mucha parte de América Latina no están para nada en crisis. Por lo tanto también es un recurso actual. Entonces aquello que ha sido sembrado, lo que ha nacido de este encuentro es una gran realidad positiva de nuestro tiempo. Esta muestra abre nuevas perspectivas sobre el conocimiento de la civilización latinoamericana más allá de los lugares comunes. Es muy original, como han sido originales también aquellos que la han precedido. Aquí no se ha hablado nunca de América Latina según los lugares comunes. Continuamos sobre esta vía; sean de ayuda en esta labor nuestros huéspedes, aquí les indico a mi derecha y luego a mi izquierda: Aníbal Fornari, Docente de Antropología Filosófica y Director del doctorado en filosofía en la Universidad de Santa Fe en Argentina y Curador de la muestra; Rodrigo Gutiérrez Viñuales, argentino, Docente de Historia del Arte en la Universidad de Granada en España; a mi izquierda Carlos Freile, Docente de Historia en la Universidad San Francisco de Quito en Ecuador. He aquí las personas que nos ayudarán a conocer este capítulo del hecho de la separación de las colonias hispánicas de América Latina. Aquí hemos escrito 1808-1824, ya hemos celebrado una fecha en el curso de las recientes ediciones del Meeting, celebramos otras porque esta separación no es una cosa que ha ocurrido así instantáneamente. Esto es de lo que nuestros relatores nos hablarán hoy. Abrimos este encuentro con una intervención de Carlos Freile, docente de historia. Es el historiador que nos hace el cuadro completo en el cual se sitúa el episodio que nosotros vamos a presentar. Adelante profesor Freile.

CARLOS FREILE:
Buenas tardes. En primer lugar gracias, gracias por haberme invitado, gracias, es un honor para mí. Y es muy importante para todos nosotros. El proceso de independencia en América Latina ha tenido muchas causas: sociales, políticas, económicas. Yo no analizaré todas las causas porque sería imposible y ustedes saldrían muy cansados; sin embargo una de las causas ha sido la rivalidad entre españoles y americanos, Chapetones y Criollos, como los llamamos nosotros. Sin embargo el punto inicial, el punto de inicio, ¿cuál ha sido? Ha sido la invasión de Napoleón Bonaparte a España. Esta invasión a España y América ha dado inicio a un doble, a una dúplice reacción. En primer lugar ha impuesto a España un rey ilegítimo y en segundo lugar, porque este rey, este soberano ilegítimo era enemigo de la Iglesia Católica. En base al derecho hispánico tradicional el poder venía de Dios hacia el pueblo y el pueblo luego lo entregaba al rey. Si el rey era injusto, un rey malo, o bien ilegítimo, o sea un usurpador, el poder volvía a las manos del pueblo. Esta teoría ha sido luego extendida, ampliada, ha sido analizada por el famoso filósofo español Francisco Suarez. Éste añadía que el poder no podía residir nunca en un único sujeto, tampoco al interno de una familia, sino en la entera comunidad. Y esto puede ser fácilmente demostrable con una reflexión natural. Y esto es muy importante, ¿por qué? Porque para los americanos la comunidad incluía también a América pero para muchos españoles en cambio América no estaba incluida. Un ejemplo. Cuando ha habido la primera junta soberana, es decir el primer gobierno autónomo es establecido en Quito en Ecuador en 1809, mandan cartas a toda América, mandan misivas comunicando cuanto había ocurrido. El obispo de Buenos Aires comentó que hasta que en España hubiera un solo español, aunque fuese un niño, a este español le habría tocado gobernar a América. Y esto en primer lugar, pero en segundo lugar no se debe olvidar que la comunidad está compuesta de personas. Las personas significan, es decir se relacionan por amor, en base al amor, en base al respeto, en base a los deberes, en base a las esperanzas. En cambio el contrato social de Rousseau relaciona sujetos en base a los intereses. Mi interés se opone al interés del otro o va contra el interés del otro, por eso afirmo que en nuestra independencia hay mayor influencia de la catolicidad moderna de Salamanca antes que de Rousseau contrariamente a cuanto afirmaban los libros hasta hace cien años. Y éste es un punto que tiene que ser analizado ulteriormente y profundizado. He dicho que también nuestros pueblos rechazan la presencia de Napoleón Bonaparte porque es anticatólico. Todos los americanos sabían de las carnicerías, de los estragos, de las destrucciones de bienes eclesiásticos. Por esta razón no es verdad afirmar que en nuestra independencia estuvieran los masones como raíz fundamental, y no es tampoco verdad que la Iglesia se haya opuesto a nuestra independencia. El arzobispo de la Plata en Argentina, Héctor Aguer, justo en estos días ha dicho: en todos los comentarios, en todas las celebraciones del bicentenario ha pasado inadvertido el rol jugado y desarrollado por la Iglesia, no ha sido enfatizado el fermento católico de la identidad nacional de nuestros pueblos y se ha buscado de acallar la presencia de la Iglesia. Y sobre esto querría citar a Monseñor Luigi Negri: la Revolución francesa ha sido la primera tentativa de crear una sociedad sin ninguna referencia religiosa. La sociedad que se ha querido construir es aquella en que el hombre está solo, capaz de todo, en la que el hombre, en virtud de su ideología racionalista e iluminista, se concibe como una realidad dotada de todos los derechos y se organiza sin ninguna referencia a la valencia religiosa y transcendente. Nuestros patriotas a partir del 1809 no querían una sociedad sin ninguna referencia religiosa, querían lo opuesto. Sea en las palabras así como en los hechos siempre se han demostrado fieles hijos de la Iglesia. En la muestra, habrán visto a los sacerdotes mejicanos Hidalgo y Morelos, sacerdotes que luchan contra la posible presencia de Napoleón con la bandera de la Virgen de Guadalupe. En mi país, en Ecuador, se ve claramente que todos los patriotas eran católicos y obraban conforme a su fe católica. Bastarán un par de anécdotas para expresarlo.
La noche anterior a la formación del primer gobierno revolucionario en América Latina, nuestros patriotas, mis antepasados, se han arrodillado para rezarle a la Virgen María. Pocos días después han organizado un Te Deum solemne con el obispo a la cabeza para agradecer el cambio que se estaba realizando. Otro hecho o anécdota. El 2 de agosto de 1810 ha habido una matanza de patriotas en Quito. Más de trescientas personas han sido masacradas por las tropas de los Limeños, bajo las órdenes de las autoridades del Virreinato. Los soldados querían que los patriotas gritaran: ¡viva Bonaparte! pero los patriotas han gritado: ¡viva la religión! ¿Por qué? Porque sabían que Napoleón era la síntesis, era la expresión del anticatolicismo. Después de estos crímenes se funda una segunda junta con el Presidente, el obispo de Quito, José Cuero y Caicedo. Es interesante observar que firmaba los documentos con estas palabras: José por la gracia de Dios obispo de Quito y por la voluntad de los pueblos Presidente de Quito. Él es el primero que les pregunta a los diputados si quieren ser independientes, es el primero que convoca un congreso para escribir, para elaborar, redactar una constitución. Estamos a inicios de 1812. Muchas personas desconocen, no saben que esta oposición entre la fidelidad a la fe católica y el intento de introducir el proyecto de la Revolución francesa ha ocurrido, es decir continúa durante toda la época liberal en toda América Latina. El Iluminismo en las relaciones entre la Iglesia y el Estado dará lugar a una completa secularización. El hombre ya no tiene la referencia en el Señor, el Señor es excluido, Dios es excluido, así que la autoridad política se convierte en el único origen de cualquier derecho. En cambio los cristianos ponen todo esto en las manos del Señor y este comentario viene de Marco Invernizzi que afirma: por eso en el siglo XIX - esto lo dice respecto a Europa pero también ha ocurrido en América Latina - ha habido una lucha cultural con el propósito de asegurar que el pensamiento iluminista o iluminístico fuese el único, hegemónico, dominante en la sociedad. Por eso los gobiernos anticatólicos hegemonizan la educación, un verdadero campo de batalla, los mass-media, los medios de comunicación, la promoción y el desarrollo cultural. No es ciertamente una casualidad que en toda América Latina - y esto no se sabe porque no está en los libros de historia, porque la cultura oficial lo ha escondido - ha habido asesinos de sacerdotes, sacerdotes que han sido asesinados en Ecuador; en Ecuador también un arzobispo ha sido asesinado, envenenado, el viernes Santo; iglesias, conventos, bibliotecas dadas al fuego, destruidas. Ha sido prohibido el culto público católico, la educación se ha vuelto seglar, las leyes se han vuelto anticatólicas y para justificar estos procedimientos ha utilizado la mentira, la mentira y más mentiras. Hoy en día, en mi país el Presidente se dice católico, pero ha entregado la cultura, la educación a los masones por un lado y esto lo digo con conocimiento de causa, lo sé, y en segundo lugar a los que difunden las religiones paganas ancestrales. No quiero sin embargo ser negativo y pesimista. Cuando nosotros hablamos del pasado queremos también reflexionar sobre el momento actual, no somos anticuarios entre comillas, la historia sirve para el día de hoy para el día actual, para el hoy. Cada día quizás hay menos católicos en América Latina, sin embargo los que quedan fieles tienen muy claro, mucho más claro que antes, tienen muy claro el concepto de que su vida tiene un sentido porque tienen fe, tal como era para nuestros patriotas hace doscientos años. Sobre todo gracias a los movimientos, a los nuevos movimientos hay un salto, un fermento que influye siempre más en la sociedad con más decisión, con más convicción, con mayor voluntad. Quizás con el tiempo, como decía don Luigi Giussani, volveremos a ser doce, sólo doce apóstoles. En este cuadro, recuerdo cuanto decía el cardenal Ratzinger citando a Toynbee: “El destino de una sociedad siempre depende de las minorías creativas”. Yo como historiador creo que tenemos un deber con respecto a las nuevas generaciones. Tenemos que demostrar que en la raíz de la formación de nuestros pueblos, de nuestras gentes, no sólo de la formación material, sino cultural, de la visión del mundo, del paradigma, el origen está en la Iglesia Católica. Nosotros hemos sido y somos lo que somos en el bien gracias a la Iglesia. Por doscientos años se ha tratado de esconder este fenómeno pero nosotros siempre lo mostraremos, lo haremos constantemente emerger, también por lo que decía el cardenal Newman: “El conocimiento de la verdadera historia de la Iglesia será el fin del Protestantismo”. En América Latina podemos decir: el conocimiento de la verdadera historia de la Iglesia sin calumnias, sin mentiras pero también sin triunfalismos, será el inicio del fin del neopaganismo y del triunfo de las sectas. Ésta es nuestra actual obligación: luchar sobre todo contra la mentira. En América Latina quizás ya no seremos asesinados por las tropas o los soldados, pero sin embargo nos pueden vencer con el instrumento de la calumnia y de la mentira.
Ésta es nuestra arma: la verdad, la verdad es nuestra arma. La Iglesia ha estado presente: religiosos, sacerdotes, monjas, laicos, todos en la independencia. Aun ahora están todos presentes junto al pueblo, en todas las situaciones de emergencia, de pobreza, de opresión. Ahora, por cuanto yo sé, estamos en la misma vía de nuestros antepasados, de nuestros patriotas, la vía que ellos nos habían allanado. Gracias.

ROBI RONZA:
Gracias por esta intervención, yo pienso que merece ser recordada atentamente, porque es extremadamente original, merece la pena que lo relean cuando sea transcrita, porque es un texto muy denso, merece ser releído, a partir de esta observación de gran interés: “Dios da el poder al pueblo”.

ANIBAL FORNARI:
El centro de la muestra consiste precisamente en el bicentenario de la formación de los actuales estados latinoamericanos, sobre todo hispano-americanos, porque se refiere específicamente a la parte hispánica de América. Ha sido un centenario sin polémica, una celebración casi oficial de la declaración de independencia de una veintena de estados, que va desde 1810 a 1821, entre Argentina y México. Ha sido frente a aquella celebración, yo diría de tipo casi oficial, que nosotros nos hemos hecho la pregunta: ¿podemos ser indiferentes a este hecho histórico? Y eso aunque parecía la celebración de la desintegración de América, tal como había sido fundada en cinco grandes Virreinatos en la época de los Habsburgo, en 1500 y luego también en el siglo XVIII y en 1800, pero ya con otra dinastía, la casa de los Borbones, que tenía una concepción del poder centralizado, unitario. Diría que empieza un poco aquella que se habría convertido en la utopía del poder como significado, mientras en la época de los Habsburgo era central más bien la pregunta sobre el significado del poder: ¿qué derecho tenemos para intervenir en estas nuevas tierras descubiertas? Tanto que a un cierto momento, frente a la crítica de los misioneros, el rey de España se ha preguntado si debía detener la conquista. En la primera sección de la muestra aparece este debate entre la utopía del poder en sí mismo como significado y la pregunta, la búsqueda, la pregunta apasionada sobre el significado mismo del poder, que está más allá del poder, que viene antes del poder. Por lo tanto, en esta celebración, refiriéndome al mensaje autógrafo del papa Benedicto XVI, nuestra pregunta era: si Dios se ha hecho hombre, entonces nada en la vida es banal para nosotros. Pues la celebración del bicentenario ha sido para nosotros preguntarnos en qué modo podíamos vivirla.
Digo algunas cosas de nuestra experiencia del inicio: primero, las interpretaciones sobre el bicentenario van de un arraigamiento en la tradición filosófica, política hispano católica, sobre todo en la filosofía política de Suarez, como el profesor Freile ha señalado, a una interpretación de ruptura histórica, es decir una concepción iluminista según la cual la independencia de América tiene su razón de ser en los ideales de la revolución francesa. ¿Entonces, podríamos quedarnos en aquella dialéctica o había un punto nuevo de dónde partir? Era nuestra pregunta. Ante todo, para nosotros Hispano-América y Latino-América toda no es un proyecto, como podía ser hace muchos años. Nosotros vivimos ante todo una constelación de encuentros, de amistades entre personas, entre grupos, tenemos como punto de partida un encuentro, el mismo encuentro, pues América Latina es una cuestión que nos interesa, en la que nos encontramos dentro y queremos ser protagonistas del significado de su historia. Este evento no puede ser indiferente para nosotros; para encontrar a cualquiera, más allá de una discusión ideológica, no podemos no ser libres delante de este hecho, que implica el retomarlo en un juicio en esta historia cultural y política. Entonces la pregunta: ¿con qué criterio? Las aclaraciones en la interpretación de esta historia, de este bicentenario, son claras y no sabemos, lo hemos visto con el doctor Freile, cuál sea la interpretación más objetiva y también históricamente, hoy, quizás perdedora en la mentalidad predominante. ¿Pero podemos dejarnos provocar e interrogar por una cosa que viene antes de este debate sobre la interpretación, que viene antes de esta contraposición y por lo tanto nos abre a un encuentro con todos? El criterio lo hemos encontrado en nuestra experiencia, en la simpatía con el deseo de infinito que hay en el corazón del hombre, de cada hombre, en nuestro corazón y por lo tanto en aquel de los protagonistas de la independencia y que se expresa en los ideales y en los intereses de estos hombres. Hemos elegido para los Virreinatos del Norte, es decir de la nueva España y para el Virreinato de México, Hidalgo, Morelos e Iturbide; hemos elegido para los Virreinatos del sur, que serían los Virreinatos nueva Granada, de la actual Venezuela, Colombia, Panamá, Ecuador, y luego para el Virreinato de Perú y el Virreinato del Rio de la Plata, la actual Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, hemos elegido dos personajes del sur, San Martín y Bolívar. Los hemos elegido para entrar en una relación con ellos a partir de la misma pregunta que tenemos nosotros: estos ideales e intereses, que son oscilantes hacia la utopía y hacia el último significado, hacia la realidad y hacia lo que luego acaba en la nada. La historia se convierte así en relato de los hombres en circunstancias dadas, que pasan a través de la libertad de los personajes, que no nos interesa encerrar en un esquema interpretativo, sino entender qué cosa buscan ellos mismos y hasta dónde llegan en la aventura de su inexorable deseo de infinito. En este sentido, aunque no sabíamos cuál habría sido el tema del Meeting, hemos encontrado la clave interpretativa para hacer esta muestra en el hecho que el corazón del hombre es relación inexorable, inevitable, estructural con el infinito, con el Misterio, con la realidad como contenedor del Misterio, sobre todo la realidad del hombre.
Nos interesa pues entrar en amistad con los hombres, con su humanidad en movimiento, con el dramatismo de su libertad en juego en un contexto dado y eso ha significado un nuevo y más interesante aproximación a los hechos y los personajes históricos que hemos nombrado. Hace dos siglos, en el contexto de las guerras napoleónicas, la América Hispánica se hace independiente de España después de más de trescientos años que hacía parte del mismo imperio. De la pregunta sobre el último significado del poder al poder como último significado: éstas son las dos banderas. El poder como último significado, es precisamente la utopía del hombre que cree poder solucionar su relación con la realidad, su protagonismo en la historia, cortando su relación con el significado. Pero lo que hemos visto es que estos protagonistas de la independencia se han encontrado en cierto momento a hacerse esta pregunta sobre el significado último que va más allá de la utopía del poder. En la segunda sección que constituye el centro de la muestra, las primeras voces de independencia en los cuatro Virreinatos en los que América estaba dividida no han sido creados para hacer tabla rasa de esta historia generativa común, más bien, los grandes revolucionarios y libertadores han visto la decisiva importancia de hacerse independientes juntos, de mantener la unidad confederada que España había dado a toda América. No había un proyecto para la independencia, ha sido un hecho histórico, un acontecimiento histórico: el hecho napoleónico que había convulsionado el mundo de aquel tiempo. Aquel contexto histórico ha solicitado una decisión entorno a la cuestión de cómo gobernarse juntos. Hombres y mujeres que eran protagonistas de aquellos episodios que se han desarrollado desde California hasta la Tierra del Fuego, al mismo tiempo que los grupos ideológicos y las grandes potencias de la época que participaban en el conflicto, Iglesia Católica inclusa, se movilizaban por ideales e intereses. La persona de Napoleón Bonaparte, la idea que encarnaba, también después de haber sido vencido en todos los campos de batalla de Europa, conquistó la cabeza de muchos líderes, en su mayoría militares, que han visto en él la posibilidad de crear un nuevo orden y se han entusiasmado en la lucha por construir un continente libre. Mientras tanto la mayoría de los libertadores que habían buscado la independencia de la América española sufrieron después de haber conseguido el triunfo por el que habían luchado, se encontraron en una profunda desilusión que no es explicable en todos sus factores sólo por las dificultades naturales que surgen en la vida política. Por la fuerza de su corazón humano sintieron la insuficiencia de lo que habían intentado construir. En efecto también en América la presencia de España, durante aquellos tres siglos en que ocurrió la formación de un pueblo nuevo en la historia, había llevado a una difusión del poder, una difusión, una autonomía de las ciudades a través de los Cabildos. Luego el fracaso del mantenimiento de la unidad ha hecho de tal manera que aquellas juntas arraigadas en aquellas ciudades, que tenían la tradición de los Cabildos, se volvieran la matriz de aquella veintena de estados actuales latino-americanos. La única cosa que no se ha conservado sin embargo es aquella voluntad, aquella perspectiva, aquella relación cultural de unidad siempre deseada o vislumbrada en aquella primera experiencia de nacimiento juntos, de nacimiento cultural, histórico, de los tres primeros siglos. Esta constatación nos ha hecho buscar dos banderas por las que lucharon los insurgentes: aquella insignia ideal, conocida por todos, que es aquélla de ser independientes y protagonistas en las tierras del continente americano y aquella bandera misteriosa, que es un pensamiento dominante en todos los hombres, que es el deseo de infinito que hay en el hombre. La diferencia entre ideal y utopía es que, como decía don Giussani, la utopía son tantas cabezas, muchas utopías; en cambio el ideal es el dinamismo mismo de la realidad, porque la realidad se mueve hacia su propia y limitada perfección. Aquél es el ideal. Entonces este deseo de infinito también se manifiesta en la política, como documenta por ejemplo la vida de Simón Bolívar, que ha llegado a decir: «puesto que no soy capaz de hacer feliz a mi patria, ¡me niego a gobernarla!».
Para nosotros la figura de Napoleón ha sido un descubrimiento especial, sobre todo porque teníamos todos los prejuicios de qué significaba Napoleón en esta historia moderna. Ciertamente es un hecho histórico. Sin aquel hecho quizás no se habría presentado aquella solicitud de independencia de la América Hispánica. Ha sido aquel hecho que ha despertado la necesidad de dar una respuesta a aquella acefalía del rey. Porque justamente en la conciencia de América no se dependía de España sino del rey, como dependían del rey las Filipinas, Galicia o Navarra. Sin el rey era necesario encontrar una solución de autogobierno político. La figura de Napoleón, además de ser un hecho que no se puede eludir en la independencia de América, ha tenido una incidencia global también en la iconografía, como nuestro colega Rodrigo mostrará, que nos hará ver cómo todos nuestros generales imitaban los gestos, el modo de presentarse de Napoleón. Hemos visto sin embargo que también él, llegado al fondo de su aventura al fracaso total, mostrará un corazón abierto a una pregunta más grande sobre el significado de lo que había hecho. Es para ustedes italianos sobre todo la poesía de Alessandro Manzoni, que hemos reproducido, a mostrarlo. Que un hombre bueno se convierta, es una cosa grande y bonita, pero que un diablo como aquel, un soberbio como Napoleón al final de su vida descubra el significado de su propia existencia y también de su fracaso político en reconocer la presencia de Cristo en la historia, es realmente algo que a nosotros nos ha impresionado mucho, justo como uno que ha ido al fondo de su aventura humana. Esto también se ve en nuestros libertadores que llegan a aquel punto de la pregunta. Así hemos visto cómo el corazón de la muestra sea entrar justo en esta dinámica del protagonismo histórico de estos hombres, de su corazón, de su exigencia de infinito. En este sentido, la frase de don Giussani responde a la gran pregunta: “¿Quién puede educar a los hombres en esta América? ¿Quién puede continuar este desafío como un desafío más radicalmente educativo?” Don Giussani dice en efecto en El Sentido Religioso que sólo dos tipos de hombres salvan completamente la estatura del ser humano: el anarquista y el auténticamente religioso. El anarquista es la afirmación de sí mismo hasta el infinito, la afirmación de sí mismo como poder. El hombre auténticamente religioso es la aceptación del infinito como significado de sí mismo. La afirmación de sí mismo hasta el infinito es justamente la utopía, la manía de la perfección política, el poder en sí como significado y el miedo de perderlo o de no poder imponer el proyecto que se tiene en mente. La aceptación del infinito como significado de sí mismo es la política como reconocimiento y afirmación del misterio del hombre concreto, en cuanto su dignidad viene antes que la política y nutre el derecho como mediación para el encuentro entre los hombres, para la relación entre los hombres. Ésta ha sido para nosotros la hipótesis que nos interesaba desarrollar en la relación con los protagonistas de la independencia hispano-americana. Gracias por la paciencia.

ROBI RONZA:
Y ahora con Rodrigo Gutiérrez Viñuales vemos cómo esto que ha sido descrito en sus contenidos históricos e histórico filosóficos se ha convertido en actos, se ha convertido en comunicación visual y así este cuadro original se completa con una comunicación que también será seguida y acompañada por imágenes. Adelante profesor. Rodrigo Gutiérrez es argentino, histórico del arte que desde hace muchos años, veinte años, vive en occidente, en Granada, en España. Adelante.

RODRIGO GUTIÉRREZ VIÑUALES:
Entonces pido el PowerPoint si está listo, gracias a la dirección.
He regulado también el tiempo para mostrarles una parte sobre las temáticas originadas después, antes y después en el período de la emancipación, es decir el período que nos interesa; en particular querría señalar algunos ámbitos, algunos campos importantes y subrayar lo que de la historiografía nos interesa mucho, es decir no hacer grandes rupturas de períodos - generalmente el historiador del arte estudia el arte hispánico, luego aquél colonial y luego aquélla republicana y aquélla contemporánea, en cambio seguimos ahora la línea de buscar conexiones, por lo tanto de no tener rupturas tan grandes entre estos períodos. Luego querría empezar con estas dos imágenes que son anteriores a la independencia: aquélla de la izquierda es del final del siglo XVIII, es una obra argentina; aquélla de la derecha es del México de 1809, un año antes de los gritos de independencia. Ellas muestran la convivencia entre dos géneros que son específicos de un período del arte, sobre todo de la época del Virreinato: el arte religioso que vemos en el caso de la imagen de la izquierda, en la parte superior en particular, luego abajo una pintura histórica, que es el gran género del siglo XIX, en este caso representa el encuentro entre los españoles y una tribu de indígenas en el Norte de Argentina y arriba la imagen religiosa. En el caso, en cambio, de la imagen de la derecha, un encuentro entre autoridades españolas e indígenas en México, pueden ver en el eje central a la Virgen de Guadalupe, Fernando VII el monarca, el escudo español y el escudo de las autoridades indígenas. Aquí se crea esta idea de contacto, de vínculo, podríamos decir, entre lo religioso y lo político, que es una de las temáticas que querría desarrollar en mi disertación. Un aspecto de esta idea de la continuidad entre los dos períodos, es justo la presencia, la relevancia que tiene y continúa teniendo en América Latina la plaza, la plaza central como centro, no solo político, sino como centro social, religioso. Está la catedral, está la municipalidad, está la cárcel, allí se organiza el mercado, las grandes reuniones de valor social. Aquí ven la coronación en 1821 del emperador Iturbide, la fiesta cívica, ven, con un altar de naturaleza efímera, líneas clásicas y aparecen los religiosos, los políticos y las varias clases sociales, y esto es algo que está presente en el mundo colonial y también está presente ahora, por ejemplo para los festejos deportivos y luego obviamente las procesiones, el Corpus Christi, la semana de Pascua, manifestaciones políticas o todo lo demás.
Un tema muy presente en el arte en la época de la emancipación, de la independencia es el uso de las alegorías, alegorías que en su mayoría nacen en Europa, pero vienen luego adaptadas en América también en la época colonial, luego en la época de la independencia se reinterpretan como veremos luego sucesivamente. La alegoría de América, publicada en la iconología de Cesare Ripa al inicio del siglo XVII, el momento en que se quiere dar una imagen a los continentes, usa para el caso de América a una mujer, una indígena, ven, con las plumas, ven el vestido, sobre un cocodrilo al interno de la selva americana. Es una imagen euro centrista, muestra la mirada del europeo respecto a América. Aquí tenemos el caso de uno de los retratos de Simón Bolívar, acompañado por América, vemos justo el uso, el empleo de esta misma iconografía, de esta misma imagen de América, pero también vemos cómo cambian, cómo varían los usos que los varios países americanos asumen. Toman estas varias imágenes de América, pero para representar el propio País. A la derecha reconocemos la imagen de América, pero es México; vemos la cabeza del cocodrilo abajo, la falda de plumas, pero luego hay añadiduras: la bandera mejicana, unos emblemas mejicanos. El águila mejicana coronada es algo que era costumbre usar en la iconografía de la época de la independencia, está luego la presencia de las armas, cañones, tambores, trompetas, las cornucopias que caracterizan la riqueza de estos Países. Ven aquí está la Bolivia de la mitad de siglo, ven cómo se difunden, como se desarrollan con el pasar del tiempo estas imágenes. Antonio José de Sucre hace nacer de la cabeza de Bolivia las ciencias y las artes; ven las tijeras con que se ha cortado la unión con el poder español, las monedas; después del Virreinato sigue apareciendo la imagen de la América indígena y esto caracteriza, marca esta presencia. Muchas de estas imágenes tenían que ser difundidas en Europa, pero también en la misma América y tenemos que considerar a este respecto el factor pedagógico del arte, el factor de enseñanza que tiene el arte. El arte es el arma para enseñar, para educar y está claro que es durante la época de la independencia que las nuevas autoridades sentían la necesidad de formar estos nuevos países, estas nuevas naciones. Las autoridades de antes ya no estaban, se habían establecido otras autoridades, otros personajes, ya no estaban ni monarcas ni virreyes sino otros personajes, otro tipo de autoridad y cualquier medio podía servir para desarrollar y difundir este mensaje, no sólo una tela o un cuadro que estaban en todo caso en los edificios públicos. Los instrumentos usados eran los que la sociedad utilizaba constantemente. Los abanicos por ejemplo, los contenedores, las cajas de los puros, de los Habanos de Cuba, todo podía ser utilizado con el objetivo de favorecer esta difusión. Y se inician a registrar algunos cambios en esta iconografía: poco a poco se abandona, se deja a un lado la imagen de la América indígena, que es reemplazada por la Mariana de la revolución francesa y por la época del centenario, el año1910, son éstas las imágenes: una de la Argentina y una de Maracaibo, en Venezuela. Se ve perfectamente cómo ha sido utilizada esta transición: tenemos una mujer mucho más europea, blanca, ven, con el sombrero típico y a la derecha los que nosotros definiríamos cuadros vivos, no alegorías pintadas, representadas de modo teatral: son todas las provincias del estado de Venezuela sobre un carro triunfal por todas las calles de Maracaibo. Otra de las alegorías de la época de la independencia es el León español, el león español, que en el caso de la imagen de la izquierda es el león de los dos mundos, Europa y América: el león que vence al águila francesa y, en América, el león que pierde, que sucumbe contra el águila mejicana. La escena representa justo la independencia por lo tanto el dominio al revés. Otra pequeña serie, otro pequeño bloque concierne al vínculo entre patria y religión. Son dos obras del siglo XX. Ven, al centro está San Martín el emperador, luego está la Virgen de Luján arriba y abajo la casa de Tucumán donde ha sido declarada la independencia argentina. A la derecha tenemos una imagen ligada a la guerra del Océano Pacífico entre Chile y Perú, segunda mitad del siglo XIX, que representa justo a la Virgen y dos militares victoriosos chilenos. Es una imagen de 1930 y vemos cómo se mantienen todos los elementos que hemos visto en la época de la independencia: cañones, tambores, las armas, los estandartes. No sólo tenemos la inserción del elemento religioso en el elemento político, sino también lo opuesto: aquí está el caso de una iglesia en Boyacá, en Colombia, donde está Bolívar que entrega la espada o que dedica la espada a la Virgen María después del triunfo, la victoria de Boyacá. Allí tienen justo una composición fotográfica del Perú de 1910, ven las armas, el tambor a la izquierda y Santa Rosa de Lima. Ven, se combina esta idea de Patria y religión.
Un caso muy raro que ocurre en la época colonial y que continúa después de la independencia: es el Santiago Matamoros. Va de España a América, pero en América no tenía sentido que matara a los Moros, los Moros, no tenían sentido para América, por lo tanto ¿a quién mata? A los Indios. Cuando los Indios ya son evangelizados, Santiago vuelve a matar a los Moros y los Indios aparecen rezando. Pero en la época de la independencia los americanos crean un Santiago que mata a los españoles, un Santiago Mata-españoles, y esto caracteriza el uso y la adaptación de las imágenes a la exigencia. Incluso cuando vemos monumentos del siglo XIX como aquel de Bernardo O'Higgins, en Chile, libertador de Chile, que cabalga sobre un español derrotado, es inevitable comparar o pensar como esta iconografía de Santiago Matamoros, de molde religioso, haya sido adaptada al tema político. Las fotografías populares, que hasta no hace mucho tiempo existieron precisamente al interno de varios países latinoamericanos, muestran este vínculo, esta unión entre Patria y religión. En este caso ven a Colombia con un escudo colombiano, está el paisaje como elemento de identidad, naturalmente la Virgen coronada por los ángeles y en este caso es una indígena que viene retratada. Otro tema son las representaciones de las batallas, las proezas heroicas de la independencia americana. En muchos casos han sido tomadas referencias europeas que circulaban a través de las revistas ilustradas en blanco y negro, y allí se han inventado los colores. Una batalla de la independencia argentina se inspira claramente en los Mamelucos de Goya. El pintor no lo había visto nunca directamente, sólo lo había visto en blanco y negro, en las revistas. Y luego las más habituales creaciones populares. Son obras de pintores formados en talleres de provincia, muy lejanos de los lenguajes académicos pero mucho más expresivos y sin la frialdad académica. Hasta hace no tanto tiempo nosotros históricos del arte latinoamericanos habíamos despreciado toda esta pintura, porque la cosa buena es aquélla pintada bien, lo clásico, lo académico, y con esta actitud el 80% de lo que ha sido hecho en América era rechazado, era abandonado. Y en muchos casos se trataba de artistas populares que habían participado directamente en estas batallas. Quisiera concluir con esta imagen que representa la transición de este período de la independencia a lo que Aníbal decía antes, es decir la segunda fase de la muestra, lo que ha venido después de la independencia, las luchas civiles de la década de 1830. Una vez consumada la independencia se sintió la necesidad de construir o reconstruir visualmente la nación. Y estas imágenes son muy habituales en muchos Países, las hallamos en muchos Países. En ellas tenemos justo la síntesis de lo que eran estas nuevas naciones. En primer lugar un territorio concreto al centro, arriba la figura de Simón Bolívar, el paisaje con algunos de los rasgos significativos más salientes, el volcán Chimborazo en la parte inferior, y luego personajes típicos, habituales en toda la que ha sido la pintura del romanticismo europeo en América. He tenido que acelerar la presentación pero espero haberles transmitido algunas ideas importantes del período de la independencia y las otras épocas. Pero sólo si visitan la muestra, podrán ampliar las informaciones antes proporcionadas. Gracias.

ROBI RONZA:
Gracias. Agradezco también en nombre de todos ustedes. Aquélla que hemos escuchado hoy es realmente información de calidad. Podrían estar a escuchar los telediarios y podrían leer los periódicos por 15 días y no aprenderían cuanto han aprendido aquí, teniendo como yo la paciencia de estar muy atentos. Gracias y buena continuación.

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